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Aún hay belleza en este mundo.

Algunos ven sólo la fealdad, yo veo la belleza, decía Dolores, protagonista de la serie Westworld. A pesar de las injusticias y el dolor, yo también creo que aún hay belleza en este mundo. Me resisto a sucumbir en la idea de que todo está perdido. La esperanza y el compromiso son parte de esa belleza. Hace tiempo escribí un relato en el que imaginé que sólo éramos polvo de estrellas y que por ello dibujábamos constelaciones donde albergar nuestro devenir exhibiendo la belleza de este mundo

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Sobre mi

Hasta donde me alcanza la memoria siempre quise ser periodista. Por entonces, se televisaba la serie Lou Grant, pero nunca la vi. En casa, la disciplina militar paterna reducía a escasos programas nuestro ocio televisivo. Quería escribir, quería denunciar las injusticias, quería apuntalar la construcción de una sociedad más igualitaria, más solidaria y más justa. Y, como en las epopeyas de antaño, había que emprender un viaje, como rito de paso, de iniciación y, sobre todo, de rebeldía. Madrid fue el destino, la Complutense, la Universidad y, durante cinco años crecí en un mundo familiar al principio y de estudiantes después. Interminables horas de tren, de autobús y de metro hasta la facultad de Ciencias de la Información. La amistad de mis compañeros y compañeras, Guille, Vega, Manolo, Juan José Ventura y Antonio Morente, entre otros y, durante los veranos, prácticas en medios de Sevilla. El Correo de Andalucía, donde Rafael Guerrero y Antonio Avendaño me dieron la oportunidad de publicar mis primeros reportajes a toda página. ABC, donde Juan Luis Pavón me invitó a colaborar en la sección de cultura, compartí buenos momentos con Inma Navarrete o Manolo Capelo y, admiré a Mar Correa por haber padecido, como yo y como tantos/as, a Clara Guzmán. Luego llegó Radio América y con ella Juan Bonilla, de quien aprendí a escribir noticias desde una perspectiva atrevida y comprometida y, por último, la mejor escuela de periodismo, la Agencia EFE, que durante un año me permitió descubrir que la humildad y la sencillez son la auténtica carta de presentación de un buen profesional en la persona de Jose Ramón Rodríguez. Encontré el afecto de Blanca Fernández Viagas y el entusiasmo contagioso de Alfredo Valenzuela. Ya finalizada la carrera me matriculé en cursos de doctorado en la Universidad de Sevilla, en asignaturas todas relacionados con el cine. Carlos Colón, Rafael Utrera, Manuel Vázquez Medel y mi querido amigo y antiguo profesor de literatura, Guillermo Raigón, fueron mis maestros durante aquel tiempo que pude dedicar, de nuevo, al mundo académico. No obstante, en seguida decidí dedicarme a la profesión y perteneciendo ya a la Asociación de la Prensa de Sevilla (desde 1992) inicie un periplo inolvidable por productoras de televisión. Con Zig Zag y Carlos Llandres descubrí la pasión por los guiones. El trabajo bien hecho con Ricardo Alba en Onda Giralda; Junto a Félix Machuca y Pepe Arenzana en PC29 escribí guiones olvidando la ortodoxia y gracias a Miguel Vidal pude trabajar en P52 con Emilio González, Mercedes Franco, Julia, Plácido y Alberto Rodríguez en programas con Consuelo Berlanga o Andrés Aberasturi. En los tiempos de la prensa del corazón se me reveló que a los periodistas se les paga por esperar. Esperar en la estación del AVE, esperar en los halls de los hoteles. Esperar agazapados en calles solitarias. Junto a mi compañera de fatigas, María Patiño, a quién realmente le apasionaba ese mundo, también tuve la revelación de que aquel no era mi sitio, por lo que abandoné y me entregué a una investigación académica para la Filmoteca de Andalucía sobre las noticias relativas al cine publicadas en El Noticiero Sevillano durante el periodo del cine mudo (1895-1929).Durante los nueve meses en los que desarrollé este trabajo de investigación también fue desarrollándose en mi vientre, engordando y creciendo mi hijo Pablo, mientras agrupaba y analizaba noticias y noticias sobre el cinematógrafo. No es de extrañar que hoy quiera ser director de cine. A esas alturas de mi vida me quedaba por probar un gabinete de comunicación y, gracias a un toque de azar, una pizca de fortuna y un encuentro con una antigua amiga, comencé a trabajar en Emasesa. Durante aquellos años, aprendí que cambiar de lado en el tendido significaba que los que antes habían sido mis compañeros de profesión, ahora estaban en frente. Fueron los años en los que trabajé junto a Evangelina Naranjo, Alejandro Martín de la Cruz, Pascual Segarra, Eugenio Cosgaya, Pastora Ruiz, Juan Antonio Molina, Máximo Gavete, Angel Machín y Eladio Romero entre otros. Fueron años estresantes, enriquecedores y entrañables, sobre todo, porque coincidieron con el nacimiento de mi hijo Alonso. Continué mi trabajo profesional en Emasesa con el nombramiento de Manuel Marchena como Consejero Delegado y tras su cese pasé a una segunda, tercera o última fila. De nuevo, llegaron cambios organizativos y tras ellos se me asignó la jefatura del Dpto. de Responsabilidad Social Corporativa en el que encontré un buen equipo con el que poder desarrollar una nueva faceta. Duró poco, pero esa, es otra historia, que bien merece un capítulo aparte o un guion de cine. A propósito del cine, éste, del que nunca me he desvinculado, ha estado presente todos estos años. Entre amigos y familiares nos embarcamos, hace tiempo, en la aventura de hacer películas. La primera de ellas, La pesadilla de la doctora Nefasta, la rodamos en 2004, la segunda, La verdadera historia de la momia, en 2009 y la tercera, Arcana, se estrenó el 26 de octubre de 2018 en la Facultad de Comunicación de la Universidad hispalense, el 16 de marzo de 2019 se exhibió en el Centro Cívico Las Sirenas de Sevilla y en octubre de 2019 participó en el Festival de Cine Fantástico de Tarifa. Y tras la maravillosa experiencia de vivir la creación de una película y verla proyectada en la gran pantalla, no he podido resistir la tentación de continuar vinculada al cine, adquiriendo el título de doctora en Arte y Patrimonio por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla con una tesis doctoral sobre el cine mudo con perspectiva de género. Y para seguir profundizando en la cinematografía, acabo de iniciar de nuevo estudios de doctorado, ahora en la facultad de Comunicación, con objeto de contribuir al enriquecimiento de la Historia del Cine Mudo en Sevilla.

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