A escasas horas de conocer la decisión que había tomado nuestro presidente, mi vecina nos decía que por culpa de Sánchez le iban a quitar la pensión. Desconocía, por qué de sus labios salieron esas palabras. Carecía de argumentos que las sustentara. Sin embargo, repetía lo que su hermana, su cuñada, su vecina, o no se sabe quién le había dicho, y con ello ponía el dedo en la llaga. En esa profunda herida abierta en nuestra convivencia democrática. En ese carcinoma en el que, para algunos, todo vale con tal de sacar beneficio.
Hasta donde alcanzan mis
recuerdos de aquellos primeros años de estudiante de periodismo, acierto a que nos
enseñaban que el sentido de la prensa era el de contrarrestar las posibles
desviaciones del poder. Que la información era una cosa y la opinión otra y que
periodista y código deontológico iban de la mano. Pero eso, es hoy una ilusión,
a la luz de las perversas prácticas puestas al servicio de aquellos que no
respetan el juego democrático. Aquellos que encolerizan cuando las urnas no les
acompañan y enfangan la política y la calle, convirtiendo la mentira en
supuesta verdad, haciéndola permeable tanto en el campo como en la ciudad.
En estos tiempos en los que la
desinformación vestida de sobreinformación impide el discernimiento, y la
pereza intelectual, consecuencia de la saturación supuestamente informativa nos
abruma, era necesario un paréntesis, una parada en seco, una llamada a la
reflexión. Un gesto para descubrir que el espejo dirigido hacia el vórtice
devuelve la inmundicia. Devuelve el reflejo del fango de la intolerancia, del
mal entendido sentimiento patriótico y de la nostalgia de una dictadura en la
que todo valía y en cuya escuela nacieron y crecieron los que se dicen ahora
constitucionalistas, pero que sólo leen de la Constitución lo que les interesa.
Siempre hay una gota que colma
el vaso, pero el vaso estaba lleno de gotas anteriores, con mayor o menor
enjundia pero que ocupaban un espacio ya insostenible. Un tiempo perecedero que
clamaba un punto y final. Pero que, para desgracia de pocos y fortuna de muchos
ha sido un punto y seguido. Un punto y aparte, según el propio presidente del
gobierno, Pedro Sánchez, que permitirá la regeneración “pendiente en nuestra
democracia y el avance y la consolidación de derechos y libertades”.
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