H.R. Giger |
Es en los momentos de mayor
dificultad cuando las personas demuestran lo que son, descubriéndose lo mejor
y peor de cada uno. En tiempos duros la solidaridad y la mezquindad conviven en
mayores dosis, envueltas cada una en los dos modos de actuar ante la realidad,
el del compromiso social o el del liberalismo a ultranza. Y es también en horas
difíciles cuando la definición de patriota cobra sentido.
Según la RAE en su primera
acepción, patriota es la persona que tiene amor a su patria y procura todo su
bien, por lo que, a día de hoy, los patriotas son los que están al frente del
Gobierno luchando de la mejor manera contra esta crisis sanitaria, hasta hoy desconocida
y desorbitada. Patriotas son los hombres y mujeres pertenecientes a los
servicios que representan al Estado de Bienestar y que reciben multitudinarios aplausos
a diario. Y patriotas son los autónomos y trabajadoras y trabajadores por
cuenta ajena que sufren el cierre de negocios y el confinamiento en casa.
Sin embargo, son precisamente los
que a menudo se autoproclaman patriotas los que más mezquinos resultan en estos
tiempos, que, aludiendo de nuevo a la RAE, es lo mismo describirles como faltos
de generosidad y nobleza de espíritu.
Inundar las redes sociales de
bulos y mentiras para ensuciar y empobrecer la imagen del Gobierno no es de
patriotas. Crear situaciones de alarma ficticia y fomentar el odio no es de
patriotas. Desprestigiar acciones consensuadas con expertos y técnicos para
sacar rédito político, no es de patriotas.
La miopía con la que afrontan
esta crisis sanitaria, en la que se juegan a diario la vida cientos de miles de
personas, les hace perder perspectiva. Son cortoplacistas y cretinos, manipuladores
desvergonzados que confunden lo privado con lo público para sacar tajada.
Ni en los momentos de mayor
debilidad de un pueblo, acosado por una agresiva pandemia, son capaces de
moderar el discurso y arrimar el hombro. A cambio, aprovechan los índices de
mortandad para señalar al culpable que ellos han decidido. Cuando más necesaria
se hace la unidad de todos y el apoyo incondicional se vislumbra como un
beneficio colectivo, optan por seguir a lo suyo, trabajando para sacar ventaja,
incluso de la mayor desgracia que ha vivido esta generación.
La ejemplaridad se mide cuando la
incertidumbre nos afecta a todos. Es entonces cuando las palabras, lealtad y
patriotismo se definen y describen un escenario real en el que cada uno ocupa
el espacio que le corresponde. Y sólo desde ese espacio se puede proyectar la
virtud o la podredumbre que se lleve dentro.
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