Fotograma de La verbena de la paloma de José Buch, exhibida en el Teatro Cervantes el 28 de diciembre de 1922
El
12 de septiembre de 1896 El Noticiero Sevillano publicaba: “En
breve se presentará al público de Sevilla, probablemente en el Teatro
Cervantes, el Cinematógrafo, maravilloso invento que ha llamado la atención en
Europa y en las dos o tres capitales españolas donde se ha presentado. El
Cinematógrafo es una aplicación de la fotografía del movimiento, prodigio de la
mecánica moderna del que no puede dar idea exacta más que la visión directa,
resultando pálidas todas las explicaciones que puedan darse”.
Sin embargo, tendrían que pasar
dos años y medio para que el Teatro Cervantes ofreciera funciones de
cinematógrafo. Así, a partir del 1 de abril de 1899 Sevilla contaría con un
nuevo local, además de los ya concurridos Teatro del Duque, Teatro San Fernando,
Salón del Suizo y Lumiére de Sierpes 68.
Las primeras “vistas” que se
proyectarían en el Teatro Cervantes serían las grabadas directamente de las
corridas de toros, carreras de caballos y cintas y otros festejos celebrados en
Sevilla durante ese mismo mes de abril, que se proyectarían 24 horas después de
ser tomadas.
De este modo el cine mudo en
Sevilla quedaría ligado a este local, que junto a los antes mencionados, y
otros como el Teatro Portela, el Llorens, el Eslava, o el Imperial verían
pasar por sus pantallas de cinematógrafo la filmografía que configuraría el
imaginario de una sociedad finisecular que despertaba a un nuevo siglo.
El Teatro Cervantes junto a
otros locales y acompañado de los nuevos que surgirían después al abrigo del
éxito del nuevo espectáculo, llegaría hasta el sonoro, manteniendo en la ciudad
este “nuevo invento de la ciencia moderna” como lo llamaría la prensa de la
época, que ahora, además, dejaría escuchar la voz de sus actrices y actores.
Los vaivenes que sufrieron los
cines, primero con la llegada de la televisión, luego con los videoclubs, más
tarde con los canales de pago y actualmente con las plataformas digitales
dibujaron un escenario en Sevilla en el que sólo permanecería abierto, de
aquellos antiguos teatros-cines, el Cervantes, curiosamente el primero para el
que se anunciarían funciones cinematográficas en 1896.
Pero fue el Covid-19, su último
azote. La pandemia provocó su cierre y cerrado ha permanecido estos años
dejando huérfana la calle Amor de Dios.
Sin embargo, ayer viernes, 27
de octubre, el Teatro Cervantes ha vuelto a abrir sus puertas, arropado por la
plataforma cultural que reclamaba la reapertura del recinto, la Asociación para
la Defensa del Patrimonio de Andalucía (Adepa) y, sobre todo, gracias a los
propietarios del local.
Sevilla está de enhorabuena.
124 años después de la primera exhibición de cinematógrafo en el Teatro
Cervantes sus butacas vuelven a estar ocupadas y sobre la gran pantalla de este
vetusto, elegante y magnífico local vuelve la magia del cine y, con ella las
mismas emociones de aquella imagen en movimiento que hoy nos sigue maravillando.
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