Las fronteras no definen las diferencias, a pesar de lo que muchos
afirman. Las fronteras no alejan a los pueblos ni los enemistan. Son líneas en
un mapa, en muchos casos absolutamente artificiales que han interesado a los
poderosos para acumular o explotar riquezas que pueden o no revertir en la
colectividad.
Quienes viven a ras de suelo, de un lado y de otro de las
fronteras, no entienden de reparto territorial ni de la supremacía racial o
lingüística. Lo que une a un pueblo y a otro suele ser más profundo que lo que
les separa. Y rara vez es la búsqueda del bienestar común la causa de las
contiendas.
El programa Erasmus es una iniciativa que desde 1987 promueve el
intercambio de estudiantes entre las universidades de Europa, con objeto de impulsar
la concienciación de un espacio europeo, incrementando sus perspectivas
laborales a través de la mejora del aprendizaje de idiomas, y de otras competencias
académicas.
Pero, sobre todo, el programa Erasmus es una ventana a la
tolerancia, a la empatía multicultural, a la sensibilización y a la cooperación
entre jóvenes de distinta nacionalidad y cultura, sobrepasando incluso los
límites de Europa. Es un programa que descubre a la juventud que lo que les une
va más allá de las fronteras, que las diferencias no son amenazas, sino
oportunidades, que la igualdad, pacifica, y que la variedad lingüística
enriquece.
La convivencia de nuestros hijos e hijas con jóvenes extranjeros hace más, por el entendimiento, el respeto y la tolerancia, en un año, que siglos de discursos pedagógicos y políticos.
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