Aseguran los teóricos de los mass
media que la agenda setting es la que categoriza nuestro interés informativo. Y
no les podemos restar razón habida cuenta de los titulares con los que nos
despertamos cada mañana y que se convierten en nuestros diarios asuntos de
conversación.
No obstante, en lo que si podemos
disentir es en la idónea elección temática de dicha agenda y sobre todo en la
cantidad de tiempo escogido para dedicarle a cada cuestión.
Si de los asuntos que tratan los
medios hiciéramos un retrato de la sociedad a la que se dirigen, resultaría difícil
entender los avances técnicos y culturales logrados a lo largo del transcurso
de nuestra civilización.
Sin entrar en el detalle de las
cuestiones a las que me refiero y que están en la mente de todos, sí me
gustaría recordar que, tras ellas, se esconden en las últimas páginas de los
periódicos y en los últimos minutos de los noticiarios radiofónicos o
televisivos, aquellas a las que si le dedicásemos atención pondrían a la
humanidad en el sitio que se merece.
Que Lionel Messi se quede o se
vaya del Barcelona no va a beneficiar a los numerosos enfermos de cáncer que
necesitan que la investigación médica avance para conseguir mejores
tratamientos con menores efectos secundarios. Conocer que Belén Esteban haya
engordado en estas vacaciones no va a mejorar el tránsito de nuestras neuronas,
más bien lo contrario. Ni que uno u otro líder político vista, de tal o cual
manera, hará que aumente el PIB de nuestro país. Sin embargo, de los estudios
científicos que hacen que nuestra civilización avance, garantizándonos una
mejor y más longeva vida, nadie habla. Que España haya participado en el
descubrimiento del mayor agujero negro, 142 veces mayor que el sol ha sido
inadvertido en las parrillas informativas, a pesar de haberse conocido ayer
miércoles 2 de septiembre tras su publicación en las revistas Physical
Review Letters y Astrophysycal Journal Letters. Muchos de nuestros objetos de uso
cotidiano han sido inventados en el marco de la carrera espacial y las
investigaciones científicas dirigidas a una u otra disciplina se revierten en
futuros desarrollos médicos o tecnológicos que pueden mejorar nuestro entorno y
nuestro modo de desarrollarnos en la Tierra. Sin embargo, el tiempo dedicado a
ello en los medios o en nuestras conversaciones informales, a lo sumo, es
testimonial. La ciencia y la cultura, cada día, brillan más por su ausencia y
esto será el marchamo de ayer y hoy y, sobre todo, por el que nos recordarán
mañana.
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