El triunfo de la muerte. Pieter Brueghel el
Viejo
La pandemia Covid-19 ha evidenciado los puntos
débiles de las sociedades actuales y ha dañado especialmente a los países con
menos recursos sanitarios y económicos. La vinculación entre esta enfermedad y
la actividad depredadora del ser humano con respecto al Medio Ambiente es, sin
duda, un ejemplo de la interconexión entre el modelo de desarrollo que
conocemos y la naturaleza a la que desposeemos de recursos. La pérdida de
biodiversidad pone en peligro el equilibrio de los ecosistemas y esto puede
provocar, como ya afirman investigadores medioambientales, el tránsito de virus
antes confinados en espacios alejados, a lugares en los que la actividad humana
puede interactuar con ellos. Así, procurar reducir los efectos nocivos del
Cambio Climático, como la pérdida de biodiversidad y ecosistemas, no es una
hazaña altruista por el bien del planeta, sino un gesto si se quiere, hasta
egoísta, por nuestra propia supervivencia.
En dos, de las cinco grandes extinciones masivas
contabilizadas, llegaron a desaparecer más del 85% de las especies del planeta
y de estos cataclismos la tierra se sobrepuso e incluso desarrolló las
condiciones idóneas para nuestra evolución.
Sin embargo, los que estamos en peligro ahora somos nosotros, como se está
viendo durante la pandemia. Nuestra fragilidad pone en riesgo que sobrevivamos,
mientras la naturaleza, la tierra, el planeta se abrirá camino.
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