El conjunto escultórico El mirador de la memoria, que el artista
toledano Francisco Cedilla creó en homenaje a los represaliados del franquismo,
cuya memoria continúa enterrada en fosas y cunetas, cobró auténtico sentido
cuando tres de las cuatro estatuas, que configuran la obra, fueron tiroteadas horas
después de su inauguración en enero de 2009, dejando sobre ellas las marcas de
las balas y sobre nuestra sociedad el marchamo de la intolerancia y el
fanatismo.
Ayer martes 14 de mayo fue la
obra de la artista gaditana Charo Corrales la que sufrió el vandalismo fanático,
como lo sufrieron los monumentos artísticos de la antigua Mesopotamia en el año
2016 de manos de los yihadistas. A mazazos o con armas automáticas el yihadismo
extendido por países como Siria, Irak o Malí pretendió borrar de la faz de la
tierra la herencia cultural de los pueblos que fueron la cuna de Occidente
acusándoles de idolatría y herejía. Y aquellos gestos de intransigencia y sectarismo, bajo el burka del celo musulmán, han despertado aquí y, bajo el velo protector del sentimiento religioso, han repetido la supuesta “gesta” en un espacio público y como los islamistas, a la luz del día y a la vista de todos.
La exposición “Maculadas sin
remedio” a la que pertenece la pintura de Charo Corrales tiene como objetivo invitar
a repensar la feminidad o como expresan las artistas del proyecto expositivo
colectivo en el manifiesto que acaban de publicar hoy, el propósito de las
obras no es otro que el de “reflexionar sobre
nuestra historia, nuestro cuerpo, nuestros roles y el papel que las mujeres
jugamos en la sociedad, cuestionando el estereotipo femenino para crear un
nuevo imaginario alternativo”.
“Maculadas sin remedio” viene a
mostrar otra imagen de la mujer más allá de la impuesta por la religión y que
Murillo se encargó de representar en sus Inmaculadas: mujer sumisa, dócil,
abnegada y sometida que, si se atrevía a retar los roles asignados, era
convertida en puta o en el mejor de los casos en mujer fatal.
“Maculadas sin remedio”
concebida en pleno Año Murillo y precisamente como contrapeso a la imagen
estereotipada de la mujer que nos dejó Murillo, nunca tuvo como objetivo, según
expresan las propias artistas, cuestionar la fe católica, pero sí interpretar
desde sus perspectivas lo que indudablemente les pertenece: sus cuerpos, sus
experiencias y vivencias. Por ello en su manifiesto denuncian este acto
vandálico considerándolo un claro atentado contra la libertad de expresión, el
arte y la cultura.
Como Francisco Cedilla se negó
a la restauración de sus estatuas que coronan el Valle del Jerte (Cáceres), considerando
que los impactos de bala sobre sus esculturas daban más significado al homenaje
que se pretendía rendir a los represaliados, Charo Corrales y el resto de
componentes de la exposición exigen que la obra sea expuesta sin reparar los
daños recibidos ya que de lo contrario se invisibilizaría y silenciaría el
atentado y con ello, la intolerancia y el fanatismo que aún habita en nuestra
sociedad.
Según Charo Corrales, su fotomontaje de autorretrato titulado “Con
Flores a María”, pretende que “reposen
sobre ella misma y por extensión sobre todas las mujeres reales, las cualidades
positivas atribuidas al icono femenino que representa en nuestra cultura la
Virgen María, sin dejar de reivindicar el derecho a vivir su sexualidad sin
tapujos ni castraciones, reivindicando el autoconocimiento y autoplacer para
una vida más plena”.
El título “Con flores a María” recuerda
al de la obra de Daniel Keyes “Flores
para Algernon” y, como en la novela, entristece descubrir que en lugar de
progresar y avanzar aún existen regresiones hacia estadios de la conciencia
primitivos e irracionales.
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