Un año ha muerto y otro balbucea
un futuro incierto. Con el marchito se van las viejas ilusiones, los proyectos
frustrados y los tristes desengaños, pero ante el nuevo año renacido suspiran
las nuevas ilusiones, los proyectos renovados y las alentadoras esperanzas.
La vida es un constante vaivén que
nos mece, a veces de alegrías y otras de tristezas. La vida es un encuentro y un
desencuentro constante en la que lo auténticamente verdadero permanece siempre.
El año 2018 acaba de terminar
para dar paso a un nuevo año lleno de propósitos. Es la muerte y el
renacimiento de un tiempo que deseamos sea mejor para los que habitamos la
tierra e incluso para la propia tierra que permite nuestra existencia.
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