"El naufragio" de Willian Turner |
La memoria
habitualmente es muy corta, sobre todo desde nuestro espacio de confort en el
que nos situamos creyendo que nos protegerá siempre.
Sin embargo, los
hilos que tejen los destinos son tan frágiles que en cualquier momento se
rompen y hacen trizas con todo lo que creíamos seguro.
En la mente de todos había sensación de
fuga, derrota, hundimiento moral. Sentíamos el miedo, la humedad e
incertidumbre de niebla y frío. En la explanada quedaba un paisaje de desamparo
entre los que habían perdido el barco. Este testimonio de Antonio
Vilanova de hace 79 años y que recoge El País en un artículo del 23 de marzo de
2014 ha sobrevivido al paso del tiempo y se hermana con las palabras de la
poeta anglo-somalí Warman Shire quien escribió: nadie pone a su hijo en un barco salvo que el agua sea más segura que
la tierra.
En el Aquarius los valientes tripulantes pusieron a salvo o pretendían poner a salvo a 630
personas migrantes que huyendo del horror de sus países de origen se lanzan al
mar en busca de una oportunidad. Noche cerrada, la quilla de la patera estaba
rota y la embarcación amenazaba con hundirse, cuando se escucharon las palabras
de salvación procedentes del Aquarius: Caballeros,
quédense sentados, mantengan la calma, los vamos a rescatar a todos, uno por
uno. Ayúdennos a que les ayudemos.
El Stanbrook con su
capitán Dickson desobedeciendo las órdenes del propietario del carbonero
británico intentó salvar de una muerte segura a 2638 civiles españoles, niños,
mujeres, hombres y soldados republicanos que huían del horror del fin de una
guerra que daría comienzo al peor periodo de la historia de España en el que la
represión bajo la que se asesinarían a cientos de miles de hombres y mujeres
por su ideología, duraría 40 años respaldada y orquestada desde el propio
Estado.
La historia no para
de repetirse, una y otra vez. Cambian las personas que la sufren y los
escenarios, pero el transfondo se mantiene.
La tragedia de la
guerra, la represión o el hambre hacen que cientos de miles de personas anhelen
una vida mejor y abandonando sus patrias, y a sus familias lo arriesguen todo
en busca de un sueño que en muchas ocasiones se vuelve inalcanzable.
El destino de los
630 migrantes del Aquarius será muy distinto del que tuvieron los 2.638
exiliados republicanos que huyeron desde el puerto de Alicante, aún no ocupado
por el ejército franquista, a un final impreciso.
Ahora es posible que se les otorgue, a estos 630 migrantes, la
condición de refugiados y de personas de acogida. Sin embargo, los exiliados
republicanos que lograron subir al Stranbrook tuvieron otra suerte: la mayoría
terminó en campos de concentración de Argelia, algunos, con más fortuna,
lograron llegar a Sudamérica, e incluso, los hubo que se alistaron al ejército
francés que luchaba contra los nazis con la esperanza de que una vez terminada
la II Guerra Mundial, las fuerzas aliadas vendrían a España a librarnos, pero se equivocaron. Formaron parte de La Nueve, brigada que al mando del capitán valenciano Amado Granell liberó París de los nazis y
hasta hace sólo pocos años no se les ha dado merecido reconocimiento.
Sin duda, la
memoria es corta, frágil y muchas veces desconsiderada.
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