Jack Vitriano "The singing butler" |
Ya me gustaría que esta frase se refiriera a la canción de
Julio Iglesias, al que por cierto, le tengo poca simpatía, pero, a mi pesar, hace
referencia a las declaraciones de Montoro en relación a su reprobación como
ministro de Hacienda por la amnistía fiscal que benefició a tantos
defraudadores con cuyo dinero, si se hubiera recaudado, se hubieran evitado recortes
en Sanidad y Educación.
Pero antes que Montoro, ya fue reprobado el ministro de
Justicia, Rafael Catalá, por entorpecer la investigación de casos de corrupción
y, aún, no hemos visto ninguna dimisión, ni ningún cese. La vida sigue igual.
Las reprobaciones están de moda como los memes y, finalmente,
servirán como éstos: sólo para hacer reír. Poca envergadura tiene una
Democracia en la que sus gobernantes (algunos imputados otros reprobados) se
dedican a hacer chistes y carantoñas en lugar de tomarse en serio la gravedad
de la situación en la que se encuentran.
Y esta gravedad es tan espesa como la del agujero negro al
que deben haber ido a parar los 60.600 millones de euros de dinero público
gastados en rescatar a la banca. Y si pensáramos que el dinero, como la
materia, ni se crea, ni se destruye sólo se transforma, pensaríamos que estos
60.600 millones se han transformado y se encuentran, probablemente en algún
paraíso.
Es tan insustancial nuestra Democracia que después de que el
Banco de España afirmara la pérdida de los 60.600 millones de euros no ha
pasado nada. La vida sigue igual y, tan igual da, como la vida de los cientos
de desahuciados por los mismos bancos que ahora no van a devolver el dinero del
rescate como acordaron. Pero a ellos no los desahucian.
La vida sigue igual para algunos pero no ha seguido igual para esas miles de familias que se vieron en
la calle tras los desahucios, ni para aquellos que tuvieron que esperar meses y
meses para una operación como consecuencia de los recortes en la Sanidad
Pública que provocó precisamente, entre otras decisiones, el rescate bancario,
ni tampoco ha seguido igual para las cientos de familias que esperaban una
respuesta de la Ley de la Dependencia moribunda por inanición de recursos
económicos.
La vida no puede seguir igual. La vida debe dar un frenazo y
cambiar el rumbo. La vida que dejemos en herencia a nuestros hijos debe ser
diferente, porque, si la vida sigue igual, menudo asco de vida.
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