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Carlos
Ruiz Zafón continúa la saga de “El cementerio de los libros
olvidados” con la obra “El prisionero del cielo” en
la que se nos desvelan secretos de familia de Daniel Sempere en los
que gravita la propia historia de Fermín Romero de Torres.
Si
en “La sombra del viento” y en el “Juego del Ángel”,
Zafón nos atrapaba en su universo sombrío, doloroso y sin embargo
bello, en “El prisionero del cielo” consigue, una vez más,
hacernos caer en su trampa de la que sólo se puede escapar
continuando la lectura en “El laberinto de los espíritus”, la
última entrega de esta fabulosa saga.
En “El
prisionero del cielo” la guerra civil española está presente
tras las historias de los prisioneros del bando republicano
encerrados en el calabozo del castillo de Monjuic. Así, la Barcelona
eterna de Zafón, sus brumas y el mar serán también testigos
silenciosos y protagonistas de la historia que nos narra.
La
tortura física siempre presente con el personaje de Javier Fumero,
da paso en esta ocasión a la tortura psicológica, emocional y
especialmente intelectual, al ordenarse la quema de toda la obra
literaria de David Martín y al obligársele a escribir para otro a
fuerza de golpes y humillación.
Los
personajes de ficción de Zafón podrían igualmente haber sido
reales y, sus desgarradas historias como la de tantos otros héroes,
silenciadas por el olvido impuesto en esta España sin sentido, sin
lógica y sin justicia.
Pero
el autor quiere que conozcamos lo que les ocurrió en aquella
Barcelona de guerra y posguerra y, aunque forma parte de su
imaginario, podríamos imaginar que aquello ocurrió en verdad.
Fermín
Romero de Torres, cobra, por fin, su merecido papel protagonista y
será quien nos guíe por su pasado, unido inevitablemente al de
Daniel Sempere. Su apabullante personalidad de tragicomedia, su
admirable y sensato pensamiento y sus profundas convicciones permiten
al autor otorgarle las mejores parrafadas con las que
irremediablemente el lector se identifica.
Según
expresa el propio autor, El prisionero del cielo "es
el lugar donde el concepto de las cuatro novelas interconectadas
finalmente se hace evidente, y todo lo que el lector descubre en sus
páginas le permite reinterpretar los dos libros anteriores"
El
prisionero del cielo es la tercera parte de una saga que
termina en El laberinto de los espíritus que, como
colofón, el autor regala al mundo de la literatura con la certeza de
que nunca estará maldito ni formará parte del cementerio de los
libros olvidados.
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