“Maruja” Camilo Mori
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Defender la igualdad en este
mundo machista y patriarcal es una proeza llena de peligros, a la que hay que
enfrentarse después de haber velado armas.
No es cierto que hayamos
avanzado. Hemos maquillado, de cara a la galería, una realidad que demasiados
no quieren cambiar. Se han escrito leyes que en la práctica son papel mojado.
Se hacen esfuerzos pedagógicos insuficientes que no mueven ni un ladrillo del
muro del machismo. Porque los roles de género milenarios que reparten lo ancho
y estrecho del embudo siguen existiendo. No están dispuestos a borrar las
diferencias que han justificado la desigualdad y su consecuente división de
ventajas y perjuicios.
Y si en la empresa, en la vida
doméstica o en la política es difícil atisbar un mínimo de igualdad, en el
ejército o en sus hermanos pequeños como la Guardia Civil o la Policía Local y
Nacional es una entelequia.
Sin ir más lejos hace unos
días, una mujer Guardia Civil, tuvo la desgracia de que le bajara la regla en
pleno control rutinario en una rotonda portuaria y para evitar manchar el
uniforme y el coche patrulla, abandonó su puesto de trabajo durante 10 minutos
para ponerse una compresa en el baño más
próximo que se encontraba a 300 metros.
2 días sin empleo y sueldo ha
sido la consecuencia de una regla inesperada. ¿Hubiera ocurrido algo si es su
compañero el que se siente indispuesto mismamente por un apretón de tripas?
Probablemente no. No hubiera pasado nada.
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