"Reloj blando" Salvador Dalí |
Obviamente
el tiempo no es igual para todos. Lo que para unos puede ser una eternidad,
para otros es un suspiro. Lo que algunos se afanan en apreciar con premura,
otros prefieren ralentizarlo. La teoría de la relatividad condujo a la idea de
que no existe un tiempo absoluto único. Y esto se ha puesto en evidencia en los
últimos días.
La portavoz
de Unidos Podemos en el Congreso, Irene Montero, preguntó a la vicepresidenta
Soraya Sáenz de Santamaría en el Pleno del Congreso, sobre la difusión de
presuntas escuchas realizadas al Rey Juan Carlos I a finales de los años 90, a
lo que la vicepresidenta contestó literalmente que no daba respuesta a unos
episodios “de hace más de veinte años, cuando usted estaba en primaria y yo en
primero de carrera”.
Unos días
después la Audiencia Nacional condenaba a un año de prisión a una tuitera por
hacer un chiste en relación al asesinato de Carrero Blanco que ocurrió hace 44
años, cuando ni la tuitera, ni Irene Montero habían nacido y Sáez de Santamaría
tenía dos años.
Mientras que
para una el paso del tiempo es la coartada para dejar sin respuesta asuntos que
nos han costado a todos los españoles mucho dinero y, a su vez, motivo para
quitar importancia al asunto, para otros, ni el paso del tiempo ni la multitud
de chistes escritos durante la transición sobre el mismo asunto han servido
para reducir la sentencia.
Stephen
W. Hawking en su obra “Historia del tiempo” expresa que según la segunda ley de
la termodinámica “el desorden o la entropía siempre aumenta con el tiempo”, por
lo que las cosas siempre tienden a ir mal y a la vista de los últimos
acontecimientos, nadie lo pone en duda.
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