Una mentira más, y probablemente no la última es
el discurso en torno a la insostenibilidad del sistema de pensiones. Las
pensiones ligadas al Sistema de la Seguridad Social, como todo lo público, les
da urticaria y, al igual que la educación y la sanidad, pretenden hacerla de
pago para que los que puedan las contraten con una compañía de seguros y, los
que no, se conformen con las migajas de lo público. Tal y como nos presentan la
realidad, una vez más quieren hacernos comulgar con ruedas de molino y
sustituir el actual sistema solidario de jubilación por el del negocio
desalmado y lucrativo.
Ese “sesudo” informe, de “sesudos” expertos, por
cierto, dependientes de importantes financieras y aseguradoras, oculta su
verdadero objetivo, que no es otro que privatizar, también, nuestra vejez. Lo
están haciendo con nuestra educación, a partir de ahora dirigida desde la
Conferencia Episcopal; lo están consiguiendo con nuestra salud, ahora más vulnerable
que nunca, porque al temor de la enfermedad le sumamos el pánico a no poder
pagar el tratamiento; y además lo quieren hacer con nuestra senectud, a la que
tendremos que añadirle el pavor de no poder ser independientes económicamente y
convertirnos en una carga para nuestros hijos.
Pero, ¿a quién le importa nada de esto? Le
importa a las financieras y aseguradoras que se frotan las manos con el símbolo
del dólar en los ojillos cuando escuchan decir al gobernador del Banco de
España, Luis María Linde, que hay que complementar las pensiones públicas con
las privadas. El mismo “sesudo experto” que no hace mucho dijo que determinados
trabajos pueden pagarse por debajo del salario mínimo interprofesional y que
desde ya nos jubilemos a los 67 años. Para hacer honor a su apellido, estas
lindezas no son más que un botón de muestra de todas las que corretean por las
azoteas de nuestros gobernantes financieros e incluso religiosos a los que sólo
les preocupa incrementar las desigualdades y eliminar el Estado Social. Y para
ello, encargan farragosos informes que falsean datos, crean pantomimas de
comités de expertos que obedecen a sus intereses o publican estadísticas que
resultan tener fallos de excell.
Es fácil desde el pódium, decidir la vida o la
muerte de los que están en la arena. El entusiasmo por el espectáculo y el
enriquecimiento desbordado les ha llevado a cambiar gladiadores por ciudadanos
y ciudadanas amedrantados por la falacia del poder. Pero la diferencia entre
aquellos esclavos y los que hoy busca el poder financiero es el conocimiento de
la Historia que los separa.
La acción lleva a la reacción y sólo el despertar
le quitará la razón a Candy, el negrero, cuando le explica a Django que los
negros no se sublevaban porque tenían en su cerebro la cavidad que albergaba la
sumisión.
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