No te veré morir

Gabriel Aristu ha aprendido a vivir una vida ausente de sí mismo, una vida vacía a pesar del amor de su familia y del reconocimiento profesional. Mientras, Adriana Zuber construye su ausencia desde el dolor y la renuncia. Ambos personajes, víctimas de sus circunstancias, le valen a Antonio Muñoz Molina para crear una novela intimista, emocional y evocadora, magistralmente escrita.

En cuatro actos perfectamente diferenciados, el autor organiza lo que nos quiere contar y decide cómo contarlo, apostando en el primer capítulo por la arriesgada propuesta de hacerlo sin interrupción. Durante 73 páginas seguidas, Muñoz Molina nos deja sin aliento, en una narración continua, ininterrumpida y atosigante que no decae en ningún momento. Es aquí cuando conocemos al protagonista y lo hacemos por boca del narrador omnisciente que nos lleva, como en parihuela, del pasado al presente y del presente al pasado. La historia de su padre, su amor por la música y su vida sesgada por la guerra civil, nos hará comprender la deuda que Gabriel Aristu tendrá por su memoria y la renuncia a todos sus sueños.

Al protagonista también lo conoceremos a través del joven profesor recién llegado a Nueva York huyendo de un divorcio traumático, que a lo largo del segundo capítulo irá desvelando, pausada y sosegadamente su relación con él, para dejar el tercer y cuarto capítulo al último narrador que es, en ocasiones, el propio personaje. El propio Gabriel Aristu nos descubrirá las capas de su coraza, necesarias para soportar la vida que ha elegido, forzado por la deuda emocional que tenía con su padre y por su falta de valentía y conformismo.

Antonio Muñoz Molina en esta su recién publicada novela nos habla de la eutanasia, del olvido, la emigración, el desarraigo, la violencia sexual marital, la enfermedad y sobre todo la pesadumbre de la posguerra española que llega a todos los rincones de las ciudades y de los corazones de sus habitantes. Es tal que así que la sombra de la guerra civil lo transita todo.

No te veré morir es una dolorosa historia de amor en la que también el amor invade toda su atmósfera. El amor pasional, platónico, vocacional, paternal, maternal, filial. Un amor que, como la espera de Adriana, termina por desvanecerse, haciendo que los personajes recobren su postura cada uno de ellos entregado a esa porción del tiempo que les resta por vivir.  


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