8 y medio

Sobre la película de Fellini, 8 y medio hay poco que decir a estas alturas, no obstante, me atrevo a discutir esta aseveración porque la mirada de los y las espectadoras de hoy es diferente a la de aquel año de 1963 en el que se estrenó, incluso a la de 30 años después. Nos encontramos a una distancia de 60 años y nuestra cultura audiovisual es más nutrida que la de entonces, aunque todo lo que recibamos de la vorágine mediática a la que estamos expuestos y expuestas, no sea de calidad.

El público actual ha cambiado y con él, los nuevos modos de comunicación, sin embargo, lo que Fellini cuenta y cómo lo cuenta, no nos es ajeno. Su crisis existencial y profesional a los 43 años es similar a la que hoy podemos identificar, pero ya pasado el medio siglo. Sus anclajes a la infancia y su relación con las mujeres que marcaron su vida nos invitan a visibilizar el imaginario patriarcal en el que llevamos milenios inmersos, inoculándonos el veneno de las psicosis y paranoias que nos atenazan.

Fellini tuvo la genial osadía de convertir su bloqueo artístico en una de las mejores propuestas artísticas de la historia del cine, que ya otros retomarían después, como Tarantino en Erase una vez Hollywood o Iñarritu en Bardo. Pero Fellini, a diferencia de estos, convirtió su película en una obra de catarsis personal en la que los deseos y las pesadillas comparten el mismo tiempo secuencial de la diégesis, provocando la misma sensación de confusión que invade al protagonista y al autor del film.

8 y medio, protagonizada por un Marcelo Mastroianni distante y atormentado y Claudia Cardinale como musa inspiradora, ha sido considerada una de las obras maestras de la cinematografía, entre otras razones por reflejar una exagerada impronta del creador, obsesionado por el paso del tiempo y como consecuencia de ello, con la vejez; atosigado por la presión de la crítica de la que se mofa e ironiza y abrumado por un mundo femenino sometido e incomprendido que se revela en su inconsciente y que su consciente maltrata a golpe de fusta.

Con 8 y medio, título que Fellini escoge haciendo referencia a las 8 películas y un corto que había realizado hasta ese momento, el cineasta se enfrenta a sus miedos y los dibuja cinematográficamente como ideogramas catárticos procedentes de un universo psicoanalítico que empezaba a trasnochar.

Comentarios