50 aniversario del colegio Hermanos Machado

 


La celebración del 50 aniversario de nuestro colegio Hermanos Machado reunió ayer a antiguas alumnas, alumnos y profesores, durante un entrañable encuentro lleno de recuerdos y nostalgia. Fue una tarde de sentimientos a flor de piel y de intercambio de emociones.  De alegría por estar junto a viejas amigas, por recorrer los pasillos que nos vieron crecer y aún conservan nuestros secretos, por charlar con Carmen Diz y Carmen Poley, profesoras de mis hijos que también fueron alumnos del colegio, y por volver a ver a Gregoria. En ese momento recordamos el homenaje con motivo de su jubilación y el texto que escribí entonces sobre ella y que ahora vuelve a ser oportuno, porque igualmente es un homenaje al colegio y a nuestra infancia.   

Lo dejo aquí como memoria de un tiempo para no olvidar.

Cuando surgió la idea de hacer un Homenaje a Gregoria con motivo de su jubilación, una de las cosas que tuvimos claro, era que debíamos escribir unas palabras que significaran una muestra de agradecimiento a su trabajo.

En ese momento pensé que, Gregoria, formaba parte de nuestra infancia, por lo que no me resultaría difícil la tarea. Pero, nada más lejos de la realidad.

Desde aquel día, he venido de cabeza. Entre otras cosas, porque es, en la cabeza donde residen los recuerdos que he tenido que rescatar y quitar el polvo del tiempo y el olvido.

Pero también he tenido ocupado el corazón. Ya que los recuerdos están inmersos en emociones y éstas, son las que nos hacen ser lo que somos, formándonos en parte, con la esencia de la que están hechos los demás. Así, Gregoria, es un poquito de todos nosotros, porque ella, ha estado siempre.

Hasta donde me alcanza la memoria, Gregoria ha sido la portera de este colegio. Junto con el sonido de la sirena de entrada y salida, el olor a tiza y a goma de borrar, Gregoria ha sido y es el alma de Hermanos Machado. Ella siempre estuvo para hacer su trabajo y para lo que nos hiciera falta. Era la primera en dar los buenos días y la última en decir adiós.

Ha visto crecer a un buen número de generaciones de niños y niñas que, después, para que no se quedara sin empleo, le hemos traído a nuestros propios hijos, como formando parte de un ciclo vital.

¿Quién nos iba a decir que a nuestros hijos les abriría la puerta del colegio la misma persona que nos la abría a nosotros? Y esa persona es Gregoria.

 ¿Quién nos iba a decir que los justificantes médicos de nuestros hijos los recogería la misma persona que se los recogía a nuestras madres hace, la friolera de casi 30 años? Pues bien, esa persona, también, es Gregoria.

¿Quién nos iba a decir que igual que reñía a nuestras madres cuando nos traían tarde al colegio, nos iba a reñir ahora a nosotras por traer tarde a nuestros hijos? Pues sí, esa persona, también, es Gregoria.

 Ella, representa al Colegio Hermanos Machado como la Ruperta, al Un, dos tres, la Giralda a Sevilla, el oso y el madroño, o la osa, como dicen ahora a Madrid, la Sirenita a Copenhague o el Naranjito, a los Mundiales del 82.

Gregoria ha sido una superviviente en las guerras de siglas educativas. Sobrevivió a la EGB y posiblemente a alguna anterior, cuyo nombre desconocemos, no somos tan viejas. Y, ha sobrevivido a la ESO. Pero además y Dios lo quiera, sobrevivirá a las siglas que vengan después y de las que oirá hablar desde el sofá de la jubilación. Porque, si algo caracteriza a la jubilación, es el sofá. Todos, nos imaginamos jubilados en un sofá. En un mullido y casi sin estrenar sofá leyendo, lo que no hemos podido leer en toda la vida. O viendo la tele a horas intempestivas, en las que, lo más entretenido es la teletienda, con el regustillo de que no hay que madrugar.  O incluso, haciendo croquetas, que cuando uno está en el tajo sólo ve en los listados de tapas de los bares.

Sí, por fin te ha llegado la jubilación, pero aun así, seguirás mirando al sofá con envidia. Es la era de las abuelas, sin las que nosotros y nosotras no podríamos abarcar ni la mitad de las cosas que nos proponemos. Desde hoy, no estarás al otro lado de la puerta para abrirnos. Estarás, con tus nietos, en el mismo lado que nosotras, sólo entonces, entenderás verdaderamente el valioso trabajo que has realizado durante toda tu vida.

Enhorabuena, Gregoria, por haber llegado feliz a este momento agridulce y gracias por habernos acompañado todos estos años.

                                                                                                                                              21 de Junio de 2007

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