CARNAVAL EN BADAJOZ

Comparsa El Vaivén ganadora del Carnaval de Badajoz 2023

El tiempo de carnaval es la excusa perfecta para rememorar al dios Baco, para ocultar nuestra identidad bajos disfraces como en las Saturnales romanas y para rendir homenaje al dios Apis de los antiguos egipcios. Porque esta celebración, como el resto de conmemoraciones que hemos domesticado, data de época remota, convirtiendo ese lejano origen en su arraigo y trascendencia.


El carnaval, periodo de colorido frenesí, antecede a la cuaresma, que comenzando el miércoles de ceniza conduce a los cristianos al recogimiento, a la moderación e incluso a la continencia. Por ello es durante los días de carnaval cuando se desata la locura que la razón oculta, cuando se abandona el dolor que nos acompaña y se revierte lo cotidiano en extraordinario.


Las normas de convivencia se distraen, la permisividad se implanta y el descontrol recorre las calles de las ciudades que se convierten en una eterna fiesta. 


Según Jacob Burckhardt, historiador suizo del siglo XIX, la etimología de la palabra carnaval haría referencia a carrus navalis, la procesión pagana en honor de la diosa egipcia Isis que inauguraría la apertura de la temporada de la navegación. Pero igualmente la festividad podría vincularse a las bacanales romanas o dionisias griegas en las que según el historiador romano Tito Livio se bebía sin control, o a las lupercales de Roma dedicadas al dios Fauno, lo cierto es que su desenfreno ha llegado hasta nuestros días.


En Badajoz, tierra de mis padres, se retomó esta antigua tradición en el siglo XIX con bailes de máscara, disfraces, actividades callejeras y espectáculos en la Casa Teatro. Ya en 1910 se organiza el primer concurso público de carnaval otorgándosele premios a la máscara y disfraz más original, al carruaje mejor adornado y al vecino o vecina que mayor cantidad de confeti hubiera tirado. Pero, como en el resto de España, durante la dictadura, el carnaval se prohibió, a excepción de en Cádiz, donde se permitió para aliviar la tragedia ocasionada en la ciudad tras explosión del polvorín de la Armada en 1947. Por lo que Badajoz replegó su entusiasmo y lo atesoró esperando mejores tiempos que llegaron en la década de 1980, fecha que significó el comienzo de una nueva singladura que demostraría que el fervor popular, la imaginación desmedida y el trabajo tenaz y minucioso tiene recompensa.


La participación ciudadana que llena las calles de diversión y talante; la espectacularidad del desfile que desvela el arte de las comparsas de la capital y de los pueblos de la provincia y el ingenio de las murgas desplegado en el Teatro López de Ayala primero y en los bares después, hace de Badajoz, una auténtica ciudad carnavalesca que, sin duda, sumará esta festividad a los anales de su Historia.


Comparsa Los mismos, vestuario de Salvador Bermudo y maquillaje de Soraya Lozano

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