El prodigio

 


La fábula como medicina ha sido utilizada a lo largo del tiempo. El relato ha ayudado a olvidar incómodas vivencias. El cuento a volcar ilusiones y la narración de historias reales o de ficción a narcotizar momentos que hubiéramos querido evitar en nuestras vidas. A ello se debe nuestra irresistible atracción por la literatura y por el cine. Ambos, nos atrapan y nos evaden de la realidad para llevarnos a mundos que de ningún otro modo hubiéramos podido llegar.
La película El prodigio, exhibida en una de las plataformas digitales, comienza precisamente recordándonos que estamos ante un relato. Nos muestra las estructuras de madera del escenario, los focos y el atrezzo en un gesto de asombrosa sinceridad. Para poco, a poco con un zoom trávelling sumergirnos en la trama, ambientada en el siglo XIX en Irlanda.
Con una música embriagadora y una elección de planos largos con iluminación pictórica, alternados con cortos cuya composición recuerdan cuadros holandeses, la película versa sobre la cerrazón humana, los prejuicios, la hipocresía institucionalizada y el enfrentamiento entre la ciencia y la religión.
Una historia que, basada en hechos reales, lo que la hace aún más interesante, por lo que cuenta, ocultará un secreto inconfesable que ahogará a una niña de nueve años en una culpa que no le corresponde, pero que todos a su alrededor alimentan.
Una violencia silenciosa y consentida servirá de argamasa para las almas atormentadas y hambrientas de los personajes que girarán en torno a esa niña que, como un chivo expiatorio esa sociedad que la representa está dispuesta a sacrificar.
Hombres con autoridad y legitimación social, contra mujeres indefensas que simbolizarán la razón y la libertad será el trasfondo de este film, que tendrá un final pretendidamente feliz y en el que, incluso la monja, por ser mujer, terminará apiadándose de la víctima. No en vano, el guión ha sido escrito por Alice Birch en colaboración con el director Sebastian Lelio sobre la novela de Enma Donoghue.
El prodigio cuenta, además, con la espléndida interpretación de Florence Pugh en el papel de enfermera y Kila Lord Cassisy como la niña que milagrosamente permanece viva sin comer y es una de las mejores películas de los últimos tiempos.

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