Heterotopías

 

Q. Train de Nigel Van Wieck

Michelle Foucault en el año 1966, durante una conferencia radiofónica, acuñó el término “heterotopía” para referirse a “esos espacios diferentes, esos otros lugares, esas impugnaciones míticas y reales del espacio en el que vivimos”, concepto que desarrollaría en 2008 en un texto titulado Utopías y heterotopías, publicado en el numero 48 de la revista mexicana Fractal.

Para Foucault, entre esas heterotopías o contraespacios donde ocurren experiencias imaginadas o reales se encuentran los prostíbulos, a los que iguala desde su perspectiva heterotópica a los jardines, los cementerios, los asilos y las prisiones, naturalizando, de ese modo, esos espacios de esclavitud, maltrato e incluso muerte en ocasiones.

Pero la naturalización de la prostitución es muy antigua, coincide con la creación del patriarcado y la cosificación de la mujer. Se personifica en la religión cristiana con María Magdalena y alcanza su punto álgido con el capitalismo. Como expresa Rosa Cobos en su obra La prostitución en el corazón del capitalismo “la prostitución es una forma extrema de desigualdad y explotación hasta el punto de convertirse en una de las nuevas barbaries del siglo XXI. (…) La prostitución se alimenta de mujeres con pocos recursos materiales y culturales que son expulsadas de sus hogares, de sus entornos sociales y también de sus propias expectativas de vida. Sin embargo, la expulsión tiene destino: clubs, pisos, macroburdeles, calles, barrios, polígonos a las afueras de las ciudades o zonas acotadas que están preparados para la comercialización de sus cuerpos. La violencia de la expulsión se completa con otra violencia, aquella que vulnera el derecho de las mujeres a la soberanía de sus cuerpos (Cobos, 2017, 13-14).

Así, que Foucault incluyera entre sus espacios heterotópicos a los burdeles, aunque con ello no quisiera decir que estuviera a favor de la prostitución, coincide con la “hegemonía ideológica patriarcal y neoliberal que tiene la pretensión de normalizarla y anclarla en el imaginario colectivo, según Cobos, para que aumente su legitimación social”.

Entre los argumentos que han contribuido a esta naturalización y aceptación social se encuentra el relato de que es el oficio más viejo del mundo, haciendo de la mujer un sujeto activo, cuando se debería invertir y entender cómo una actividad que responde a la demanda más antigua del mundo: la de un hombre que quiere acceder al cuerpo de una mujer y lo logra a cambio de un precio. Otro de los falsos relatos esgrimidos para armar su justificación social hace referencia a la supuesta necesidad sexual de los varones y otro sería el perverso argumento que disfraza y equivoca la prostitución con la libertad sexual, cuando sólo el 0.44% de la prostitución es voluntaria. Pero, también y enfrentando a mujeres contra mujeres en una pirámide de desigualdad se encuentra, en la apología patriarcal a favor de la prostitución, la idea de que es una barrera que protege a las otras mujeres de las violaciones y agresiones masculinas, reconociendo además lo supuestamente inevitable de estas violaciones. Porque “no es lo mismo decir que la prostitución es un trabajo libre que es una forma de subordinación patriarcal, una forma de explotación económica al extremo de convertirse en una de las nuevas formas de servidumbre del siglo XXI (Cobos, 2017, 21)".

La redacción de la ley encaminada a abolir la prostitución, liderada por el Gobierno de España y que se tramitará en el Congreso gracias al apoyo del PP, es un auténtico acontecimiento histórico por poner en la diana del problema, por primera vez al proxeneta, extendiéndolo al putero con multas e incluso cárcel si se trata de haber prostituido a una menor.

Este proyecto de ley, rodeado de polémica desde los inicios, habida cuenta de que trata de abolir una forma de violencia patriarcal y capitalista, fuertemente arraigada y justificada socialmente, posiblemente requiera mejoras que podrán ir incorporándose en su desarrollo, pero ya está en camino y eso es lo importante. Porque será una utopía hecha realidad: abolir la prostitución y eliminarla de las heterotopías de Foucault.

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