Elvis

 



El cine, de vez en cuando, nos regala joyas inolvidables que compensan los insulsos títulos que abundan en las parrillas digitales y nos retrotraen a aquellos primeros tiempos en los que la magia de la cinematografía conquistó la ciudad. Este cine de calidad, inmersivo y ecléctico nos arranca de la realidad y nos lleva allí donde el mago señala con su varita. Y es Baz Luhrmann uno de estos prestidigitadores cuyas fábulas nos transportan a universos encandilados por la música y el amor.

Elvis, su última creación sobre la vida del artista, esclavo de su talento y de su circunstancia, es el último tesoro de este cineasta que ya nos deslumbró con Moulin Rouge, Australia o El Gran Gastby y que se vale en esta película de un montaje estridente y personal, exquisito y veraz, como las propias tribulaciones de su protagonista.

La elección del actor Austin Butler para encarnar desde el corazón a Elvis Presley, que no para imitarlo, ha sido otro de los aciertos del film, que junto a una narración contada en primera persona y a modo de confesión, a cargo de Tom Hanks hacen de la película una excelente propuesta entre el biopic, el comic, el musical y el documental.

Pero nada de esto hubiera sido posible si Luhrmann no hubiera contado con la historia del joven artista que fusionó el gospel y el blues con un country de ritmos atrevidos, y cuya puesta en escena irreverente y reivindicativa, provocaría un zumbido en la mojigata moral americana. Porque su vida transcurrirá durante la América segregacionista, racista y pacata que se recordará por el asesinato de Martin Luther King y J.F. Kénedy.

Elvis Presley despertará en el público femenino una sexualidad prohibida que, sin embargo, sí se le permitirá al hombre, cuando es una mujer la que sobre el escenario transmite sensualidad, como Marilyn Monroe ante las tropas en la guerra de Vietnam.

Que el movimiento de caderas de Elvis fuera motivo de censura nos recordará la ideología dominante en la que la representación del objeto de deseo sólo puede ser femenina y, por lo tanto, poco decoroso que las jóvenes americanas vibraran a su son. 

Luhrmann remarcará este detalle para contextualizar al protagonista sobrepasado por unos acontecimientos que determinarán su futuro. Y dibujará su vida con escogidisimas imágenes que, acompañadas de la música original, colmará de profundas emociones una historia, que no por conocida dejará de ser atractiva e interesante.

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