Putin el terrible

 


Fotograma de Iván el Terrible de Serguéi Eisenstein

La normalidad que nos da seguridad, en el tímido espacio que ocupamos del inmenso universo y a la que nos aferramos para vivir, se rompe cuando, por escasos minutos, despertamos de esa somnolencia en la que voluntariamente habitamos. Y es el estruendo de la terrible guerra de Ucrania la que azuza nuestra conciencia y nos recuerda la fragilidad del mundo, que entre todos y todas hemos creado.

Abandonar por unos instantes nuestro apreciado espacio de confort para acercarnos a imaginar una milésima parte del dolor que están sufriendo miles de familias de refugiados y cientos de miles de personas que han decidido seguir en su país soportando las bombas sobre sus cabezas, es un recomendable ejercicio de filantropía que nos ubica en el auténtico lugar que ocupamos, desprovisto de frivolidad y ornamentación.

En ese momento recuerdo las palabras de Antonio Jiménez Casero, cuando en su última obra e- laberinto nos advertía del nuevo zar ruso explicando, además, la razón de la existencia de esa frontera entre Europa y Rusia, a pesar de la tradición cristiana compartida y, sin cadena montañosa u océano que las separe: ocurrió en el siglo trece que "los cristianos ortodoxos rusos pidieron ayuda a los cristianos occidentales contra la invasión de los mongoles, pero sus peticiones fueron desoídas. La Europa católica abandonó a su suerte a sus hermanos ortodoxos frente a un enemigo feroz y organizado que los llevó a soportar, durante más de tres siglos, el dominio de aquellos pueblos belicosos que recababan impuestos leoninos". 
Así, aquel distanciamiento se tornaría en el convencimiento de que Europa era el enemigo, que les despreciaba y les ocupaba antiguas posesiones. Por ello Putin, según Boriobov, personaje de Jiménez Casero, "sueña de nuevo con el Imperio Ruso. Y para lograrlo aspira a debilitar al enemigo. El momento es bueno. Europa, el enemigo más cercano y uno de los más influyentes, está plagada de democracias decrépitas. Europa es un animal enfermo, con miembros gangrenados a los que no le llega ya la sangre. Y Putin, al instinto depredador, une también el instinto de un animal enfermo con carroñero" expresaba el ex general ruso de la novela.

Con la irrupción de los neo fascismos "Putin sabe que el viejo enemigo se está desmoronando", y de nuevo las presidenciales de Francia y las encuestas en España advierten buenos posicionamientos a la ultraderecha. Por lo que Putin, con una mano ordena los bombardeos de Ucrania y con la otra aplaude el parsimonio desplome de la Europa envidiada.

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