Trazo de tiza de Miguel Ángel Prado

 

Escribiendo sobre el cuento La enlutada de Eduardo Zamacois de 1906, en el que el periodista y corresponsal de guerra sintetizaba la esencia del cinematógrafo como dispositivo de inmortalidad, encontré similitudes con la obra de Bioy Casares La invención de Morel. El tiempo en suspenso y la delgada línea existente entre realidad e ilusión, presente en ambos textos, también serviría de inspiración al cineasta Alain Resnais y al dibujante Miguel Ángel Prado en sus obras, El año pasado en Marienbad y Trazo de tiza respectivamente, hermanando cine y comic en un universo literario en el que irrealidad y ficción caminan de la mano. Lo escrito sobre la interrelación de estas cuatro obras verá la luz próximamente en la revista Confluencia, pero aquí querría destacar la novela gráfica de Prado que logra transmitir, con plenitud, la atmósfera agobiante en la que desarrollarán sus historias la marquesita enlutada, el naufrago fugitivo y el hombre sin nombre de Marienbad.

Trazo de tiza relata la aventura de Raúl, patrón de un velero perdido que arriba a una pequeña isla inexistente en las cartas náuticas y en la que conocerá a una mujer a cuya existencia se aferrará, inmerso en un bucle de recuerdos inconsistentes. Como en un deja vu los personajes actúan en un espacio de ingravidez, cuyo comienzo y final se confunden en un interminable juego de espejos. No son dueños de sus vidas, sin embargo, sienten el peso de la existencia, cargada de las experiencias de las que no tienen conciencia por no recordarlas. Como los ratones de laboratorio de Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia de Pío Baroja, los personajes de Miguel Ángel Prado están atrapados, esperando el circular paso del tiempo. 

En la historia, todo ya ha ocurrido y no, como en la física cuántica, como el gato de Schrodinger que está y no está y, el autor va introduciendo pequeñas variaciones, como en una polifonía, para construir, sin embargo, una única voz. Ana expresará: "Se diría que todo aquí, tras una apariencia real, encubre una esencia peculiar, como inmaterial, que nosotros ajenos a la isla no acertamos a entender. A penas alcanzamos a intuirla a presentirla". Así,  la relatividad de la realidad será el meollo de la narración, que el autor adelantará, a modo de advertencia, al comienzo de la obra: "Tú has visto y oído lo mismo que yo, únicamente que interpretamos los hechos de modo diferente" frase extraída de la novela El caso del secuestro de S. S. Van Dine. Y la isla concentrará todo el propósito de la obra resultando ser en palabras de la protagonista de la novela: "un límite blanco e incierto entre lo tangible y lo posible, dividido así el universo en dos, por un trazo de tiza en mitad del océano.

Miguel Ángel Prado, cuya exitosa trayectoria profesional iniciaría en 1983 con Fragmentos de la enciclopedia délfica, a la que le seguirían Stratos, Crónicas incongruentes o Quotidanía delirante, publicará en 1993 Trazo de tiza y, posteriormente, The Sandman, La Mansión de los Pampin, Bello Horizonte, La orden de la piedra, Papeles dispersos, Ardalén y El pacto del Letargo, convirtiendo su trabajo en un prolífico legado gráfico.


Prado, con Trazo de Tiza, como antes que él Resnais con El año pasado en Marienbad y con anterioridad Bioy Casares con La invención de Morel recordarán, sin pretenderlo, a Eduardo Zamacois, quién a tan sólo 11 años de la invención del cinematógrafo, intuirá con asombrosa claridad su magia como hacedor de inmortalidad.

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