La balsa de La Medusa en el Estrecho de Gibraltar


La balsa de la Medusa de Théodore Géricault

En 1816 La Medusa, fragata de la marina francesa, naufragó a 60 km de la costa, y los 147 supervivientes para los que no hubo botes salvavidas, construyeron una balsa con los restos del naufragio. De ellos, sólo sobrevivieron 15, tras un rescate que tuvo lugar 13 días después y tras verse obligados a alimentarse con los cuerpos de los compañeros fallecidos. Esta historia escandalizó a la opinión pública y el pintor romántico Théodore Géricault crearía la obra con la que inmortalizaría ese oscuro episodio de la historia de Francia.

El cuadro La balsa de La Medusa que se encuentra expuesto en el Louvre es visitado a diario por decenas de personas que, si conocen la historia se conmueven con ella, incluso, 206 años después. Sin embargo, todas las semanas, vuelve a revivirse el mismo drama en el Estrecho de Gibraltar y, a las costas andaluzas llegan los cadáveres de los jóvenes, hombres, mujeres y niños que se aventuran a cruzar el mar en busca del paraíso, del que han oído hablar.

Las mafias que trafican con las esperanzas y la vulnerabilidad de los que sólo aspiran a una vida mejor que la que dejan en sus países de origen, cuyo futuro estaba ligado a la pobreza o a la guerra, les prometen una corta y segura travesía. Pero es la muerte lo que encuentran en el mar. Una muerte. dibujada de diferentes formas. Una muerte a falta de ser expuesta en el Louvre para provocar la conmoción que, al igual que los supervivientes de La Medusa se merecen los supervivientes de las pateras que cruzan el Estrecho. ¿Hay que esperar a que se alimenten de los cadáveres antes de expulsarlos de las balsas para que oigamos sus gritos?

 

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