Primera, pero no última

 

Judith decapitando a Holofernes de Artemisa Gentileschi


Nunca antes se había estado tan pendiente de las elecciones norteamericanas. Nunca antes un candidato había aunado un sentimiento global de esperanza en pro de la dignidad, la igualdad e incluso la democracia. Nunca antes un hombre había tenido tanta responsabilidad sobre sus espaldas. No se trataba de que Joe Biden ganara las elecciones, sino de que Donald Trump las perdiera.

Estos cuatro años de trumptismo pasarán a la historia como los más nefastos, violentos y soeces. Años en los que se dañaron las relaciones internacionales, aumentaron las desigualdades sociales y se presumió desde la Casa Blanca de misoginia, homofobia y racismo, mientras se instigaba a la violencia.

Pero el resultado electoral, ajustado (290 votos frente a 214) y conseguido a cuentagotas, ha logrado echar del despacho oval al indigno y peligroso intruso que lo ha ocupado durante estos últimos cuatro años. Y dará lugar a una nueva época, sobre todo porque permitirá que Kamala Harris se convierta en la primera mujer vicepresidenta del Gobierno de Estados Unidos.


Kamala Harris, exfiscal y senadora, además de mujer, es hija de inmigrantes, padre jamaicano y madre india, por lo que representa todo lo que Trump ha insultado, haciendo que su derrota sea doblemente humillante. Ya sea de forma orquestada o consecuencia de un guiño del destino, lo cierto es que nos encontramos frente a un hito histórico que nos puede colmar de gozo.


Kamala Harris, vicepresidenta electa podría dar un paso más y convertirse en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos, si Joe Biden decide más pronto que tarde cederle el paso. Y entonces será de nuevo el momento de creer en ser la primera, pero no la última.

 

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