Día de familia


Pinturas navideñas de Norman Rockwell
Como cada 25 de diciembre, nos reunimos en familia para conmemorar el nacimiento de Jesús de Nazaret, aunque a ciencia cierta desconocemos si realmente fue este día o nació en primavera como aseguran algunos especialistas. En el evangelio de Lucas se cuenta que los pastores recibieron del ángel el anuncio del nacimiento estando durmiendo a cielo abierto, algo poco probable si nos encontrásemos en pleno mes de diciembre. Muchas fueron las fechas que se barajaron para acordar el día de su nacimiento y siglos tuvieron que pasar hasta llegar a un consenso en el seno de la Iglesia y fijar tal efeméride el 25 de diciembre, precisamente el día en el que el mundo romano celebraba el solsticio de invierno bajo la denominación de Sol Invictus. Las antiguas tradiciones paganas se resistían a desaparecer y aunque los obispos se afanaban en represaliar a todos aquellos que en secreto las mantenían, fue inteligente la decisión de cambiarles el nombre y así consentir que se continuaran celebrando pero disfrazadas de cristianas. Las conmemoraciones de las antiguas diosas pasaron a ser los días de las vírgenes y las peregrinaciones a lugares sagrados convertidas en populares romerías. De este modo, los fieles continuaron adorando a sus antiguos dioses y festejando sus días importantes, aunque bajo denominaciones cristianas. Los obispos quedaron satisfechos por creer erradicar el paganismo de las tierras de Europa y así, todos contentos.
El 25 de diciembre es hoy un día de familia. Que naciera o no Jesús de Nazaret en esta fecha llega a ser casi anecdótico. Lo importante es que la familia se reúne en torno a un festín, como los antiguos romanos, celtas, vikingos o griegos, en cualquier caso, como nuestros antepasados y se comparten momentos de ansiada felicidad.

Que la navidad tal y como la conocemos hoy en día, la inventara Charles Dickens es igualmente una anécdota. El árbol de navidad rememora el tronco nórdico y los belenes los inventaron los italianos en el siglo XVIII. Pero no importa, nuestros hogares se convierten en una suerte de eclecticismo decorativo en el que lo verdaderamente importante no son ni las luces ni el espumillón, sino el hecho de que la tradición nos lleva a estar juntos, nos apetezca o no, haya kilómetros de distancia o existan incómodos desencuentros. El 25 de diciembre es el día de la familia y esto es lo que permanece tras siglos y siglos durante el día más corto del año que da paso al Sol Invencible.

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