ERASE UNA VEZ EN HOLLYWOOD


 
La amistad, las viejas glorias y el asesinato de Sharon Tate como trasfondo, son los ingredientes de la última película de Quentin Tarantino Erase una vez en Hollywood, que bien mezclados y en su punto de sal, consiguen una deliciosa cocina cinematográfica.
Tarantino escoge como actores principales a Brad Pitt y a Leonardo DiCaprio garantizándose así, el éxito de antemano, a pesar de que interpreten papeles de antihéroes.  Aunque Pitt ya había participado en películas anteriores como Malditos Bastardos, en esta ocasión, interpreta uno de los personajes de su filmografía más desgreñado, ajado y pasado de rosca y DiCaprio a un sentimental y semiacabado actor de películas de acción de televisión.
El film retrata con grandiosa naturalidad el Hollywood de los años 70, los luminosos de los cines, la circulación en coches descapotables y los estudios de cartón-piedra, con una banda sonora convertida en un extraordinario catálogo de música de la época. Y en torno a todo ello, la presencia de viejas glorias, como Al Pacino y Kurt Russell, interpretando papeles secundarios de talante sosegado.

De toda la filmografía de Tarantino, quizás sea esta película la única en la que la violencia no es también un personaje. Está presente y justificada, pero sólo al final y en memoria de Roman Polanski.

Tarantino con esta película nos descubre que se va haciendo mayor, al homenajear el mundo que le apasiona: el cine pero, observándolo desde la nostalgia y la distancia que otorga el tiempo. Por ello escoge la historia de un actor que teme encontrarse al final de su carrera profesional, junto a su doble y amigo con el que comparte aventuras y desventuras. Y, como subtrama, se van desgranando los hechos que conducen al fatal desenlace de Sharon Tate pero, como una propuesta de cuento, con final alternativo.

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