PATOLOGÍAS

     
"Anatomia de la mujer". Grabado de Valverde Hamusco


Intentamos allanar, cada día, los desastres que el temporal del machismo ocasiona en nuestra sociedad, haciendo de ella un lugar de desigualdad y violencia contra la mujer. Sin embargo todos los esfuerzos parecen en vano a poco que se arañe la superficie de este modelo sin equilibrio ni equidad.

Brechas salariales, profesiones feminizadas a golpe de decretazo machista, arquetipos de género que dualizan a la mujer entre puta o madre, son algunas de las constantes vitales de esta sociedad, tan arraigadas y normalizadas que todavía existen quienes las defienden o ponen en duda su existencia.

La ablación del clítoris en ciertas culturas mutilan y ponen en peligro la vida de millones de niñas; los casamientos obligados de menores de edad con hombres mayores o la esclavitud de niñas como consecuencia de la prostitución nos parecen irreales porque hay muchos kilómetros de distancia entre esas prácticas y nuestras vidas corrientes.

Sin embargo, no porque miremos hacia otro lado esas violencias dejan de existir. Podemos guardar el telescopio en el desván y seguir con nuestra cotidaneidad, pero también podemos elegir mantener el telescopio abierto y tomar conciencia e incluso utilizar un microscopio y observar lo que está cerca.

La diferencia de género, o más bien la ausencia de diferencia de género se encuentra hasta en la medicina. Las mujeres han sido y son todavía invisibles en las investigaciones científicas, a pesar de que sus cuerpos responden de un modo distinto al de los hombres ante los mismos fármacos.

Según los doctores Pere Estupinya y Javier Sampedro, no se investigan las enfermedades femeninas, ni tampoco las razones por las que el cuerpo del hombre y el de la mujer enferma de manera distinta y no reaccionan de igual modo ante la misma medicina, ni siquiera se incorpora a suficientes mujeres en las pruebas de laboratorio. 1 de cada 3 pacientes en los ensayos clínicos son mujeres, sólo en un 30% de estudios cardiovascualres se incluyen mujeres en la investigación a pesar de que los problemas cardiovascuales son la principal causa de muerte femenina. En la década de los 80 las mujeres participaban en los trabajos y estudios clínicos en un 0%.

Incluso la cardióloga Berna Ray Kelly en 1990 denunció que en igualdad de patologías coronarias a las mujeres las enviaban a casa y a los hombre a operar.

En España se trabajó para paliar estos hechos, según la endocrina Carme Valls,  con la aprobación de la Ley de Igualdad de 2007 que modificaba incluso la Ley de Sanidad y dice que ha de tenerse en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres en las investigaciones médicas, que nunca se ha de investigar sin incluir mujeres o sin incluir las diferencias biológicas y sociales. No obstante, aunque está escrito, no se cumple.

A menos que en los estudios clínicos o ensayos de laboratorios las jefaturas estén en manos de mujeres o sean ellas las principales investigadoras, la mujer sigue sigue siendo invisible aunque sean el 50% de la población a la que van dirigidos los medicamentos o tratamientos médicos, con los consecuentes efectos secundarios e incluso muertes que puede producir el desconocimiento de las reacciones de los cuerpos femeninos.

Procuramos allanar la orilla de la playa, pero con cada ola volvemos al principio, al triste descubrimiento que entre hombres y mujeres sólo hay desigualdad, injusticia y desequilibrio, para perjuicio de todos y todas.

Agradecimientos al programa de “A vivir que son dos días” de la cadena SER  sin el cual hubiera sido imposible escribir este artículo.





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