EL GUSANITO MIGUEL

Eled, el domador de gusanos. Brian Froud

Los mitos, entre otras funciones tienen la de dar explicación a fenómenos de la naturaleza o a comportamientos humanos. Así el complejo de Edipo, de Electra, de Ícaro o el síndrome de Casandra, dan respuesta a situaciones emocionales humanas que provocan conductas concretas con resultados más o menos soportables.

Estas representaciones de la psique aluden a la mitología griega, sustrato de nuestra civilización, y a pesar del transcurrir del tiempo, siguen de actualidad.

No obstante, como defendía Umberto Eco en su obra “Apocalípticos e integrados” existen también otros iconos contemporáneos que dan respuesta o guían nuestros comportamientos. En este sentido me gustaría destacar el personaje del Gusanito Miguel,  protagonista de un breve relato de Terry Jones incluido en su libro  “Los Goblins”.

Este antihéroe, aun no catalogado como icono del inconsciente colectivo, pero démosle tiempo al tiempo, simboliza al corto de autoestima pero de gran ambición que cegado por ansias de poder se atreve incluso con lo que no le corresponde.

Como el Gusanito Miguel que quedó para la eternidad sometido a los garrotazos de su domador Eled por haber cometido la insensatez de querer ser lo que no podía ser, ya que era sólo un gusano, los que conocemos con similares perfiles terminan también de similar manera.

Era la condena del Gusanito Miguel, la de saberse gusano y pretender erróneamente convertirse en goblin para domar a sus congéneres. La apuesta le salió mal como se preveía, al igual que a algunos conocidos que se empeñan en emular con grandioso virtuosismo al Gusanito Miguel.

Ya sea tras garrotazos o con amonestaciones más o menos duras, el gusano seguirá siendo gusano y los demás seguiremos viendo sólo su auténtica identidad: la de un anélido platelmintos o nemátodos que lo mismo da.



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