NIÑAS MALAS, MUJERES PERVERSAS



Carlos Ruiz Zafón escribió en su cautivadora novela “La sombra del viento” que no se escoge un libro sino que es el libro quien te escoge y, verdaderamente es así.
Cuando por el año 1990 mi amigo Juan Bonilla me regaló el recopilatorio de relatos titulado “Niñas  malas, mujeres perversas” fue  precisamente esa una elección no azarosa encaminada a despertar en mi una semilla dormida.
Ciertamente el libro me escogió y mi amigo no hizo más que dejarse llevar por esa mágica voluntad que haría que este libro me acompañase todos estos años de manera muy visible en mi librería.
No obstante, desde entonces, ha permanecido en silencio y ha sido precisamente ahora cuando he  escuchado las voces de esas niñas malas y esas mujeres perversas  clamando por que se desvelaran sus historias.
Y ha sido precisamente ahora el mejor momento para leerlas.
No es casualidad que en un  momento en el que, por desgracia, la violencia machista es  un     asunto de actualidad, caiga en mis manos este libro que describe, a veces con pasión, otras desapasionado, el  papel femenino en la    sociedad cualquiera que sea porque en todas tiene un denominador común: sus protagonistas no son niñas malas ni mujeres perversas como habitualmente el patriarcado las ha querido clasificar, sino niñas y mujeres luchadoras,  capaces de ingeniar sofisticadas soluciones a sus vidas que de otro modo estarían abocadas al  fracaso.
Son niñas y mujeres valientes, a pesar de los condicionamientos  sociales, dispuestas a arriesgar lo que haga falta por lograr la felicidad o soportar el mayor  sufrimiento ante un destino  marcado por su género que las  hace esclavas de una vida que no han elegido.
Esta antología de relatos de  mujeres sobre mujeres seleccionados por Angela Carter es una bella y profunda reflexión sobre la mujer a través de varias historias,   muchas de ellas alegorías sobre la fortaleza y la capacidad de          sufrimiento.
Destacan entre las autoras de  algunos de estos relatos, las norteamericanas Djuna Barnes o Jane Bowles; la francesa Colette, la  sudafricana Bessie Head o las     indias Frances Towers o Suniti Namhoshi.
Mujeres de diferentes nacionalidades, de diferentes culturas, con diferentes formaciones, pero todas ellas con el denominador común de querer destacar la valentía, el dolor y el compromiso de tantas y tantas mujeres castigadas y     apartadas de la vida y que además tuvieron que cargar con los descalificativos de malas y  perversas.
De los 18 relatos quizás el primero y el último de ellos sean los que con mayor sensibilidad e inteligencia desvelen la clave que da       verdadero sentido a la obra.
El primer relato escrito por la    australiana, Elizabeth Jolley, titulado “La última cosecha” logra sorprender al lector acostumbrado a estereotipos femeninos y logra convencerle ante el virtuosismo que en muchas ocasiones la mujer debe desarrollar para salir  adelante.
Y el último de los relatos publicados en esta antología y tan bien escogido por la periodista y novelista británica Angela Carter es el de la escritora china Luo Shu,      titulado “Tía Líu”. En él la protagonista asume su rol de sirvienta en una comunidad tradicional china que lejos de apiadarse de su    suerte le recrimina su mala vida ante lo cual  tía Liu es capaz de afrontar su  destino con la poca  libertad que se le otorga.
Angela Carter cuya obra ha sido calificada de poética subversiva por rechazar mitos sociales y literarios y por desmontar estereotipos de género señalando su     origen patriarcal y su calidad de mito, realiza con esta selección un auténtico trabajo de reivindicación de la otra cara de la mujer, de ese rostro oculto, maquillado de prejuicios masculinos y que sin embargo ha sobrevivido bajo el peso de cientos de años de sumisión y que es necesario sea sacado a la luz para que resplandezca.

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