De vuelta al silencio o al baile de salón



La costumbre de otorgar a los días importancia en virtud de una u otra conmemoración ha llevado a hacerlo extensible a los meses del año, y es el mes de marzo el de la mujer. Sin embargo la relevancia  de la mujer es constante en cada uno de los 365 días, desde el comienzo de los tiempos, aunque la Historia, hecha por hombres,  haya pretendido ocultarla.

Que ha habido mujeres destacables en todas las disciplinas es hoy indiscutible, e incluso es materia de estudio en ciertos currículos escolares, no obstante sabemos todavía muy poco. Los cánones machistas siguen anclados en buena parte de la población y con las nuevas propuestas legislativas del Gobierno, mucho de lo avanzado en los últimos años se perderá. A este objetivo absolutamente deliberado se han entregado los ministros más retrógrados de la Historia de España, Gallardón y Wert. Ambos pretenden hacer de la mujer lo que el franquismo hizo, tras pisotear los avances en igualdad que promovió la II República: convertirla en la parte sumisa de la sociedad, en una simple abastecedora de alimentos en la única familia legítima que es la tradicional y en una gestora de los residuos generados en el entorno familiar.

Se ha pasado de silenciar y ocultar a las mujeres a arremeter contra ellas. El Proyecto del Ministerio de Sanidad que reduce el acceso a la reproducción asistida y la ley De “Protección de la vida del concebido” son dos auténticos atentados contra la libertad y los derechos de las personas. Mientras el primero niega la posibilidad de ser madre a mujeres por su condición sexual o estado civil, la segunda obliga a serlo a quien no puede o no quiere, obviando las circunstancias económicas o sociales de las que, por responsabilidad, plantean acudir al aborto como una solución a un problema. Esta ley ni siquiera tiene en cuenta la malformación del feto, pues los trámites burocráticos exigidos harán imposible cumplir los plazos para poder interrumpir el embarazo. A pesar de la oposición de más de 100 sociedades científicas que han pedido su retirada y de la alarma de los expertos que consideran que provocará 50.000 abortos ilegales, poniendo en peligro la vida de 2.700 mujeres, la ley se aprobó únicamente con el apoyo del grupo parlamentario del PP, en el que se encuentra un número considerable de mujeres que, inauditamente, además de obedecer a la disciplina de partido votando a favor, aplaudieron incluso la intervención del que proponía el atentado a sus derechos y libertades.

Las agresiones a la mujer también pueden ser sibilinas, de modo que con sólo rascar un poco la corteza de la sociedad podemos sacar a la luz. Es por ejemplo el caso de la Real Academia de la Lengua Española que rechazó el ingreso de mujeres a lo largo de sus 300 años de historia, habiéndoselo permitido desde hace sólo 34 años.

Es por esto, por lo que se hace importante seguir reivindicando el mes de marzo como el de la mujer. Conmemoración que lleva consigo desde sus orígenes reivindicaciones como el derecho al voto, al trabajo, a la formación profesional, a la no discriminación laboral o a ocupar cargos públicos. Fue durante la celebración de la II Internacional Socialista en 1910 cuando Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo plantearon la importancia de dedicar un día a la Mujer, y es que el marxismo ya había señalado con anterioridad la problemática de la mujer en la sociedad moderna, enfatizando su doble opresión como trabajadora y como mujer.
  
Con anterioridad, en los prolegómenos de la Revolución Francesa unas seis mil mujeres hambrientas, ante la escasez de pan en Paris y las acusaciones de que los nobles lo habían acaparado, se armaron con palos, cuchillos, horcas, fusiles y se dirigieron hacia el Palacio de Versalles.  A partir de entonces las mujeres acompañarían a los hombres en todos los acontecimientos que se produjeron en dicha revolución pero llegado el momento de la verdad se las apartó de la toma de decisiones y de la participación en política, a pesar incluso de la opinión del ilustrado Condorcet que comparaba la situación social de las mujeres con la de los esclavos.

En la Guerra de la Independencia española muchas mujeres ocuparon el lugar de sus maridos o familiares caídos en la batalla, como fue el caso de la sevillana Manuela de Luna, recientemente descubierta gracias a una carta conservada en el archivo de Medina Sidonia. Esta silenciada heroína presenció la muerte de su marido en las últimas refriegas de Zaragoza y decidió dejar a su hijo sobre el cadáver de su padre y coger el cañón. Era la única superviviente de toda la compañía de artilleros y estuvo haciendo fuego con el fusil durante 12 horas seguidas hasta resultar herida.

En 1917 las mujeres trabajadoras de San Petersburgo salieron a las calles a protestar contra la guerra, la carestía de vida y la autocracia, y a los gritos de “pan” lograron que cerca de 90.000 obreras y obreros se declararan en huelga actuando como detonante de la revolución. León Trotsky expresaría en la “Historia de la Revolución Rusa”: “(…) la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil (…)”

Y durante la Primera Guerra Mundial fueron las mujeres las que sacaron adelante las economías de los países esquilmados por la guerra al ocupar los puestos de trabajo que abandonaban los hombres que acudían al frente. En Gran Bretaña el número  de  mujeres que trabajaban en los bancos aumentó de 9500 a casi  64.000 y el número de mujeres en el comercio se incrementó de medio millón a casi un millón. En total 1.345.000 mujeres obtuvieron nuevos trabajos o sustituyeron a los  hombres durante la guerra y se las contrataba para trabajos que antes se consideraban más allá de su “capacidad”. Incluían ocupaciones como deshollinadoras, conductoras de camiones agrícolas y, sobre todo, obreras industriales. En Francia, por primera vez 684.000 mujeres trabajaron en las fábricas de armamento; en Gran Bretaña, la cifra fue de 920.000 y en Alemania el 38 por ciento de los trabajadores de la fábrica de armamentos Krupp estaba compuesto  por mujeres en 1918. Pero al finalizar la guerra, los gobiernos apartaron a las mujeres de los trabajos que les habían alentado a asumir y en 1919 había ya 650.000 mujeres desempleadas en Inglaterra y los salarios de las que aún trabajaban disminuyeron.

Las mujeres han sido olvidadas a lo largo de la historia, se las ha relegado a un papel secundario, se las ha silenciado e incluso ocultado. Y ahora parece que todo ha resultado poco. Las últimas leyes del Gobierno son un ejemplo de ello. Y es por eso que hoy más que nunca hay que mostrar una contundente oposición a los atropellos con los que pretenden nuevamente que vuelvan al más retrógrado Estado predemocrático en el que la mujer sólo podía “figurar” por ser perteneciente a alguna élite de rancio abolengo y sólo como figura decorativa adecuada fundamentalmente para los bailes de salón.





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