Ni una mentira más


Dante y Virgilio en el Infierno (William Bouguereau)

Una mentira más, y probablemente no la última es el discurso en torno a la insostenibilidad del sistema de pensiones. Las pensiones ligadas al Sistema de la Seguridad Social, como todo lo público, les da urticaria y, al igual que la educación y la sanidad, pretenden hacerla de pago para que los que puedan las contraten con una compañía de seguros y, los que no, se conformen con las migajas de lo público. Tal y como nos presentan la realidad, una vez más quieren hacernos comulgar con ruedas de molino y sustituir el actual sistema solidario de jubilación por el del negocio desalmado y lucrativo.
Ese “sesudo” informe, de “sesudos” expertos, por cierto, dependientes de importantes financieras y aseguradoras, oculta su verdadero objetivo, que no es otro que privatizar, también, nuestra vejez. Lo están haciendo con nuestra educación, a partir de ahora dirigida desde la Conferencia Episcopal; lo están consiguiendo con nuestra salud, ahora más vulnerable que nunca, porque al temor de la enfermedad le sumamos el pánico a no poder pagar el tratamiento; y además lo quieren hacer con nuestra senectud, a la que tendremos que añadirle el pavor de no poder ser independientes económicamente y convertirnos en una carga para nuestros hijos.
Pero, ¿a quién le importa nada de esto? Le importa a las financieras y aseguradoras que se frotan las manos con el símbolo del dólar en los ojillos cuando escuchan decir al gobernador del Banco de España, Luis María Linde, que hay que complementar las pensiones públicas con las privadas. El mismo “sesudo experto” que no hace mucho dijo que determinados trabajos pueden pagarse por debajo del salario mínimo interprofesional y que desde ya nos jubilemos a los 67 años. Para hacer honor a su apellido, estas lindezas no son más que un botón de muestra de todas las que corretean por las azoteas de nuestros gobernantes financieros e incluso religiosos a los que sólo les preocupa incrementar las desigualdades y eliminar el Estado Social. Y para ello, encargan farragosos informes que falsean datos, crean pantomimas de comités de expertos que obedecen a sus intereses o publican estadísticas que resultan tener fallos de excell.
Es fácil desde el pódium, decidir la vida o la muerte de los que están en la arena. El entusiasmo por el espectáculo y el enriquecimiento desbordado les ha llevado a cambiar gladiadores por ciudadanos y ciudadanas amedrantados por la falacia del poder. Pero la diferencia entre aquellos esclavos y los que hoy busca el poder financiero es el conocimiento de la Historia que los separa.
La acción lleva a la reacción y sólo el despertar le quitará la razón a Candy, el negrero, cuando le explica a Django que los negros no se sublevaban porque tenían en su cerebro la cavidad que albergaba la sumisión.


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