RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

DE MEMORIA, PERDÓN Y OTROS CONJUROS


La escritora gaditana Alicia Domínguez nos embauca de nuevo con su maestría en el género del relato corto, en una obra que finalmente no es sino una novela, cuyos personajes interconectados transitan entre una narración y otra.
De memoria, perdón y otros conjuros es un compendio de historias en las que las emociones vibran y son protagonistas. Emociones que desgarran los secretos y cicatrizan las tragedias de las mujeres y también de los hombres que habitan un universo personal, localizado espacial y temporalmente.  Es la España contemporánea, la España que sobrevivió al franquismo, descubrió la democracia, conoció la Unión Europea y el nacionalismo vasco, sufrió el Golpe de Estado de Tejero, el atentado de Atocha y la covid.
Pero en este acontecer histórico el tiempo narrativo no es lineal. El pasado y el presente se conjugan en una atemporalidad que atisba las vidas de los personajes, desgranadas pausadamente, para embriagarnos en una atmósfera de añoranza y nostalgia.
El tiempo se confunde como las voces de las narradoras que, en ocasiones, es la hija y otras la madre, como en un anhelo de fundir dos existencias que estuvieron condenadas a estar separadas. Y es el dolor de la ausencia y el desarraigo del exilio el sentimiento que aglutina las historias que Alicia Domínguez rescata de su memoria ficticia o autobiográfica.
Es así, el más bello de todos los relatos el titulado Que siempre sea verano en el que la autora condensa el dolor por lo que no fue y la ingravidez que la ausencia provoca al arrebatar asideros. “Me duelen ya los párpados de apretar para que pase pronto el tiempo. O para que siempre sea verano” expresa Daniela anhelando continuar con su madre a quien buscará y rechazará simultáneamente en una tóxica relación de amor odio que culminará en el final del relato titulado Otro dolor, no ese, cuando la autora escribe: “No, jamás cerraré esa herida; porque mientras siga abierta, supurando, ella (su madre) seguirá conmigo”.
En este carrusel de emociones en el que convierte Alicia Domínguez su última obra, como en un ritual catártico, nos conduce desde el miedo hasta la sorpresa pasando por una lánguida tristeza que culmina con el perdón en un acto de redención que cierra todas las heridas.
Así, el miedo está presente en la memoria de los que crecieron en el régimen fascista de Franco, configurándoles personalidades amargas, rígidas y castrantes como la de la abuela Julia, de quien la autora expresará que llevaba el miedo “encostrado en el tuétano de los huesos” o “cristalizado en las pupilas con la necesidad de licuarse y derramarse al fin”. Pero el miedo también albergará en el alma del abuelo Quintana y del tío Pedro, ambos incapaces de reconocer su homosexualidad, sesgando la felicidad de sus vidas.
La sorpresa, agridulce emoción que nace al romperse el velo que envuelve los secretos, convirtiendo la sencilla cotidianeidad en realidad extraña, anida en cada relato, descubriendo la verdad que oculta la apariencia.
La tristeza, teñida de hermosura, impregna a estos personajes que no se resisten a repetir historias anteriores y que sólo cuando claudican y se niegan descubren que la vida les puede reconfortar.
Y la redención como sanación personal y colectiva cierra el círculo de la memoria, perdón y conjuro de estas mujeres y hombres, cuyas vidas, extraídas de un mundo imaginario o vivido, podemos llegar a sentirlas como nuestra propia estampa familiar.
Porque de memoria, perdón y deudas se configura nuestra existencia y depende nuestra felicidad, tan ligada al sentimiento con el que Alicia Domínguez comienza su obra y que, como a ella, nos sirve de liberación.
“Abuela, no es cierto lo que me decías:
Si ríes en viernes, llorarás en domingo.
Puedes reír en viernes, en sábado, en domingo …
Puedes reír, incluso, cuando la suerte se pone de culo
y la adversidad se agarra a tu sombra
y temes que nunca te suelte. 
Reír como forma de conjurar la nada que seremos,
la que ya somos.
Reír porque sí y sin miedo a llorar
como profecía autocumplida.
Puedes reír. Puedes llorar. Y puedes elegir.
Y por eso elijo honrarte, soltándote.
A ti y a esas frases que marcaron mi infancia,
la infancia de muchas hijas y nietas de dolientes mujeres
a las que no dejaron elegir”.
Es en este fragmento donde se condensa todo su trabajo minucioso y delicado, de búsqueda y reencuentro, de añoranza y voluntario desapego de las raíces que dan sentido a nuestra existencia, pero de las que también debemos aprender a renunciar.
4 de abril de 2024


NO TE VERÉ MORIR



Gabriel Aristu ha aprendido a vivir una vida ausente de sí mismo, una vida vacía a pesar del amor de su familia y del reconocimiento profesional. Mientras, Adriana Zuber construye su ausencia desde el dolor y la renuncia. Ambos personajes, víctimas de sus circunstancias, le valen a Antonio Muñoz Molina para crear una novela intimista, emocional y evocadora, magistralmente escrita.
En cuatro actos perfectamente diferenciados, el autor organiza lo que nos quiere contar y decide cómo contarlo, apostando en el primer capítulo por la arriesgada propuesta de hacerlo sin interrupción. Durante 73 páginas seguidas, Muñoz Molina nos deja sin aliento, en una narración continua, ininterrumpida y atosigante que no decae en ningún momento. Es aquí cuando conocemos al protagonista y lo hacemos por boca del narrador omnisciente que nos lleva, como en parihuela, del pasado al presente y del presente al pasado. La historia de su padre, su amor por la música y su vida sesgada por la guerra civil, nos hará comprender la deuda que Gabriel Aristu tendrá por su memoria y la renuncia a todos sus sueños.
Al protagonista también lo conoceremos a través del joven profesor recién llegado a Nueva York huyendo de un divorcio traumático, que a lo largo del segundo capítulo irá desvelando, pausada y sosegadamente su relación con él, para dejar el tercer y cuarto capítulo al último narrador que es, en ocasiones, el propio personaje. El propio Gabriel Aristu nos descubrirá las capas de su coraza, necesarias para soportar la vida que ha elegido, forzado por la deuda emocional que tenía con su padre y por su falta de valentía y conformismo.
Antonio Muñoz Molina en esta su recién publicada novela nos habla de la eutanasia, del olvido, la emigración, el desarraigo, la violencia sexual marital, la enfermedad y sobre todo la pesadumbre de la posguerra española que llega a todos los rincones de las ciudades y de los corazones de sus habitantes. Es tal que así que la sombra de la guerra civil lo transita todo.
No te veré morir es una dolorosa historia de amor en la que también el amor invade toda su atmósfera. El amor pasional, platónico, vocacional, paternal, maternal, filial. Un amor que, como la espera de Adriana, termina por desvanecerse, haciendo que los personajes recobren su postura cada uno de ellos entregado a esa porción del tiempo que les resta por vivir.  
7 de diciembre de 2023



 EL ASEDIO DE TROYA


De Theodor Kallifatides no había leído nada, hasta que cayó en mis manos El asedio de Troya, obra de 2020 sobre La Iliada, en la que el autor realiza un emotivo alegato antibelicista. Con una prosa sencilla y contundente, hermosa y beligerante, Kallifatides hace un paralelismo entre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Troya, entre la ocupación nazi de un pueblecito griego durante el año 1945 y el asedio, por parte de los aqueos a la ciudad troyana de Príamo y Hécuba en el siglo XII antes de Cristo.
Kallifatides expresa en el epílogo de su obra que “La Iliada es uno de los más firmes poemas antibelicistas jamás escritos” y que por eso a muchísimas personas les resulta difícil leerlo. Por lo que decide abordar esta épica con la intención de hacerla atractiva a un mayor público.
No obstante, Homero, probablemente no fuera conscientemente antibelicista, sería un hombre de su tiempo que recopiló relatos antiguos, posiblemente de tradición oral y transcribió como retratos de una sociedad que hoy vislumbramos lejos. Y también, como hombre de su tiempo, dejaría escrito en La Odisea, uno de los episodios más clarividentes de la tradición literaria occidental de silenciar a las mujeres, cuando Telémaco manda callar a Penélope y le dice: “madre, vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca, y ordena a las criadas que se apliquen al trabajo. El relato estará al cuidado de los hombres, y sobre todo al mío. Mío es, pues, el gobierno de la casa”.
Sin embargo, Kallifatides sí es conscientemente antibelicista y su sentimiento lo va desgranando en cada página, en cada párrafo, en cada frase. Y es también este escritor griego, afincado en Suecia, un hombre de su tiempo y, por tanto, feminista convencido, que da voz a las mujeres troyanas Hécuba y Andrómaca, a Helena de Esparta y a Briseida de Linerso. Pero también da la palabra a la señorita Marina que conduce el relato entre el dolor de la ocupación nazi y el del asedio de Troya, entre el público lector y el público diegético infantil que escucha expectante el relato homérico. Y, además, da protagonismo a la joven Dimitra quien dirá: “odio ser una chica. Voy a acabar como mi madre. Jamás estudiaré, me casaré con un borracho y me quedaré embarazada dos veces al año”. Dimitra también será quien cuente la tragedia del embarazo de Katerina, a quien su padre asesinará para proteger la honra de su familia, como Agamenón, asesinará a su hija Ifigenia en busca de la gloria que le otorgaría la victoria sobre Troya. Ante sus dudas, Menelao y Ulises dirán “¿O es que vamos a estar aquí esperando durante años por el bien de una muchachita?”.
Porque, como también expresará Kallifatides, “el cuerpo de la mujer es el campo sobre el que los hombres se pisan, unos a otros, el honor y la gloria”. Y para justificar esa apropiación patriarcal del cuerpo femenino, ese desigual reparto de roles, ese desprecio hacia las funciones culturalmente asignadas a la mujer hubo que inventarse a Eva en Oriente y a Helena en Occidente. Para que ellas cargasen con todos los males del mundo, para justificar todas las violencias sobre las mujeres que Kallifatides se encargará de plasmar, más allá de la primera línea de batalla, incluyendo en su narración también el valor de las partisanas, sepultadas bajo la tozudez del olvido. 
“Ganara quien ganara la guerra, ella siempre sería la derrotada”.
11 de septiembre de 2023


 LA MANO INVISIBLE


Abordar la concepción del trabajo que entendemos hoy, recordando de dónde venimos y advirtiendo de los retos de futuro, se me antoja una tarea, como mínima, comprometida. Y es también una apuesta arriesgada, por la dificultad que supone desarrollar un posicionamiento sin fallas, sobre un asunto colmado de complejidad. Sin embargo, Isaac Rosa lo logra en su obra La mano invisible, una distopía en la que realiza una tomografía del mundo laboral actual para invitarnos a una profunda reflexión llena de interrogantes. 
La novela, cuyos capítulos se configuran en virtud de los diferentes trabajadores que escoge el escritor para describirnos el universo laboral individual y colectivo en el que cada uno somos una pieza de un gran engranaje superior, representa en sí misma, otro producto más del mercado capitalista en el que estamos inmersos. Mercado que abarca todas las tareas consideradas de menor cualificación hasta las que ingenuamente se creen estar liberadas de las connotaciones negativas adheridas al concepto de trabajo.
Así, el autor utilizará las palabras, la gramática y la sintaxis como ladrillos, piezas de metal o de costura, o animales convertidos en filetes, para compartir con los lectores la atmósfera de alienación que respiran sus personajes, que tras firmar un contrato con una empresa invisible exhibirán sus esfuerzos ante la mirada expectante de un público que acude a diario al espectáculo.
Cada personaje, como los de Antoine Saint-Exúpery representarán una idea, pero a diferencia de los que irán llegando al planeta de El Principito, en la novela de Isaac Rosa estarán todos al unísono sobre el escenario, mientras que el foco del relato omnisciente del autor irá, de uno en uno, desvelándonos sus secretos.
Los relatos de estos personajes desgranarán asuntos como la invisibilidad del trabajo y la invisibilidad de los trabajadores; la importancia del trabajo por encima del individuo, su mística y su esclavitud; la tradición laboral como condena; la usurpación de la vida privada y personal; el valor del tiempo y la pérdida del valor del tiempo; el no trabajo al ser considerado arte y el trabajo como explotación, serán algunas de las cuestiones que el autor tratará con exquisita meticulosidad, inmersas en una narración que atrapa, como en un bucle infinito.
Y ello aderezado con la pátina de la frivolidad de convertirlo todo en espectáculo, en exposición permanente, en la que el pudor desaparece tras las paredes del panóptico en el que se nos mira y vigila a la vez. Así, el espacio en el que se desarrolla la exhibición también adquiere categoría de personaje, junto a la marginalidad que participa del sistema, como el público, entre el que nos encontramos como lectores y lectoras, e incluso los reflectores que no dejan ver la realidad que habita tras su frontera.
Isaac Rosa, en esta obra publicada en 2011 que, como él mismo menciona hay huellas de Bentham, Bretch, Chaplin, Engels, Foucault y Adam Smith entre muchos otros, nos da un baño de humildad, un azote a nuestras conciencias al dirigir nuestra mirada hacia la incomodidad de lo invisible.
En 2016 David Macian dirigió y escribió junto a Daniel Cortazar la adaptación cinematográfica de esta novela sin lograr transmitir la profundidad de la obra literaria. El guion alcanza únicamente a rozar la cáscara del pensamiento que despliega Isaac Rosa quedándose en la anécdota, independientemente del bajo presupuesto con el que desgraciadamente contaran. Sin embargo, la interpretación de los actores es extraordinaria. Una lástima haber tenido tan buenas intenciones en una adaptación que no logró estar a la altura de la novela.
25 de mayo de 2023



TENDIENDO SECRETOS


Como dijera Virginia Wolff, "en la mayor parte de la historia, anónimo era una mujer" y por ello, son mujeres quienes están tras los íntimos relatos que la artista Belleda López ha recopilado e ilustrado en su obra Tendiendo secretos, que acaba de publicar.
Todo comenzó en Frigiliana, cuenta Belleda, en una postal que mostraba un tendedero con bragas colgadas, sugiriendo historias inconfesables. Y aquella imagen despersonalizada tomó vida, robándola de los recuerdos de decenas de mujeres que anónimamente los fueron regalando junto a las bragas que protagonizarían aquellos atesorados momentos.
Así, Tendiendo secretos es una atrevida recopilación de fábulas eróticas que, bajo el velo de la ficción, de quien cuenta lo que le contaron, esconden vivencias reales o quizás deseadas, que habían sido guardadas bajo el candado del tiempo y de la discreción, pero que, esperaban ansiosas ser descubiertas.
Belli López acompaña a cada una de las quince historias, escogidas de entre las casi cuatrocientas que recibiría, de fotografías e ilustraciones realizadas con la técnica del collage, cubriendo a la obra, editada por ella misma, de un halo de preciosismo sicalíptico preñado de sororidad.
Amar por los oídos, Cartas de amor, 7 de julio San Fermín, Y sin bragas te quiero, El poder del vino, La sonrisa vertical, Vive, deja vivir, haz sexo, Las bragas del olvido, Diario de un sex-shop, Viaje a la pasión, Soy mujer sin complejos, El mejor amante, Sin miedo, Con nocturnidad y alevosía y Sexo sólo sexo serán los títulos de estos secretos que sigilosamente han sido tendidos sobre la invisible cuerda de la complicidad.
9 de mayo de 2022



TRAZO DE TIZA


Escribiendo sobre el cuento La enlutada de Eduardo Zamacois de 1906, en el que el periodista y corresponsal de guerra sintetizaba la esencia del cinematógrafo como dispositivo de inmortalidad, encontré similitudes con la obra de Bioy Casares La invención de Morel. El tiempo en suspenso y la delgada línea existente entre realidad e ilusión, presente en ambos textos, también serviría de inspiración al cineasta Alain Resnais y al dibujante Miguel Ángel Prado en sus obras, El año pasado en Marienbad y Trazo de tiza respectivamente, hermanando cine y comic en un universo literario en el que irrealidad y ficción caminan de la mano. Lo escrito sobre la interrelación de estas cuatro obras verá la luz próximamente en la revista Confluencia, pero aquí querría destacar la novela gráfica de Prado que logra transmitir, con plenitud, la atmósfera agobiante en la que desarrollarán sus historias la marquesita enlutada, el naufrago fugitivo y el hombre sin nombre de Marienbad.
Trazo de tiza relata la aventura de Raúl, patrón de un velero perdido que arriba a una pequeña isla inexistente en las cartas náuticas y en la que conocerá a una mujer a cuya existencia se aferrará, inmerso en un bucle de recuerdos inconsistentes. Como en un deja vu los personajes actúan en un espacio de ingravidez, cuyo comienzo y final se confunden en un interminable juego de espejos. No son dueños de sus vidas, sin embargo, sienten el peso de la existencia, cargada de las experiencias de las que no tienen conciencia por no recordarlas. Como los ratones de laboratorio de Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia de Pío Baroja, los personajes de Miguel Ángel Prado están atrapados, esperando el circular paso del tiempo. 
En la historia, todo ya ha ocurrido y no, como en la física cuántica, como el gato de Schrodinger que está y no está y, el autor va introduciendo pequeñas variaciones, como en una polifonía, para construir, sin embargo, una única voz. Ana expresará: "Se diría que todo aquí, tras una apariencia real, encubre una esencia peculiar, como inmaterial, que nosotros ajenos a la isla no acertamos a entender. A penas alcanzamos a intuirla a presentirla". Así,  la relatividad de la realidad será el meollo de la narración, que el autor adelantará, a modo de advertencia, al comienzo de la obra: "Tú has visto y oído lo mismo que yo, únicamente que interpretamos los hechos de modo diferente" frase extraída de la novela El caso del secuestro de S. S. Van Dine. Y la isla concentrará todo el propósito de la obra resultando ser en palabras de la protagonista de la novela: "un límite blanco e incierto entre lo tangible y lo posible, dividido así el universo en dos, por un trazo de tiza en mitad del océano.
Miguel Ángel Prado, cuya exitosa trayectoria profesional iniciaría en 1983 con Fragmentos de la enciclopedia délfica, a la que le seguirían Stratos, Crónicas incongruentes o Quotidanía delirante, publicará en 1993 Trazo de tiza y, posteriormente, The Sandman, La Mansión de los Pampin, Bello Horizonte, La orden de la piedra, Papeles dispersos, Ardalén y El pacto del Letargo, convirtiendo su trabajo en un prolífico legado gráfico.
Prado, con Trazo de Tiza, como antes que él Resnais con El año pasado en Marienbad y con anterioridad Bioy Casares con La invención de Morel recordarán, sin pretenderlo, a Eduardo Zamacois, quién a tan sólo 11 años de la invención del cinematógrafo, intuirá con asombrosa claridad su magia como hacedor de inmortalidad.
18 de febrero de 2022


MEDEA MURIÓ EN CORINTO


“Un grupo de muchachas humanistas, rebeldes, curiosas, divertidas, me impulsaron a acometer este relato en una clase de Literatura Griega” escribe Antonio Jiménez Casero a modo de introducción. Y es que, en varias ocasiones, durante sus clases de griego había defendido a Medea, a la que consideraba una de tantas mujeres denostadas por la Historia escrita con letras de varón. Ante sus insistentes alegatos feministas las alumnas le retaron a que inmortalizara esa nueva Medea y así surgiría el lazo que vincularía eternamente al autor con su personaje.
“Mi Medea”, como me confesó en secreto y entre susurros, era su obra preferida. La primera de ellas fue El morador Insomne, premio Felipe Trigo en 1988, reeditada en 2018 y, desde que se jubiló en 2016, publicaría Medea murió en Corinto, No vuelvas Odiseo y eLaberinto presentada en marzo de 2020. Entregado en cuerpo y alma a la escritura después de décadas dedicado a la enseñanza clásica en institutos de secundaria sólo pudo regalarnos estas cuatro hermosas obras, dejando inconclusa la novela en la que estaba trabajando sobre la Sevilla del Renacimiento. Antonio Jiménez Casero, como Svetlana Sokolova, protagonista de eLaberinto, tuvo nostalgia del futuro, y como en una trágica premonición, falleció en junio de 2020.
Transitó entre el mundo clásico y un mundo soñado, igualitario, tolerante, sin fronteras ni discriminaciones, justo y sincero, pero aún inalcanzable. Se rebeló ante la injusticia, la frivolidad y la mentira siempre recordando a los desheredados, a los marginados y como no, a la mujer. Desde las páginas de sus obras defendió la dignidad de los hombres y mujeres del campo, aquellos zagales con los que compartió lecturas al calor de la lumbre en su infancia extremeña y criticó el poder y la soberbia de los señoritos que condenaron al pueblo a la pobreza y a la servidumbre durante los años del franquismo en España. Jiménez Casero vivía por y para las palabras y Medea murió en Corinto sería su mayor homenaje a la fábula.
“Aedo mentiroso, aedo mentiroso”, fueron las palabras con las que Medea se dirigía a Kión, el poeta jorobado y maltrecho que Jasón escogió para que inmortalizara sus aventuras. “Aedo mentiroso” son las palabras que todavía retumban en mi memoria y no dejan de martillear mi alma, incluso después de haber terminado la lectura de esta hermosa obra poética.
 “Las mentiras de un poema describen el pasado que quisimos vivir y no pudimos, e insinúan las esperanzas en un futuro que queremos apresar y no podemos vislumbrar” son los pensamientos que Antonio Jiménez, autor de esta novela, pone en boca de Kión, para invitarnos a reflexionar sobre cómo la Historia es propiedad de los vencedores y está llena de mentiras. Pero da igual. Lo cierto es que la verdad no interesa, importa lo que la gente cree. Y la gente creyó durante cientos de años que Medea fue una bruja que se comió a sus hijos en venganza por el abandono de Jasón.
Ante este bucle de creencias malintencionadas, el autor, que fue profesor de latín y griego en un instituto público de Sevilla, se atreve a romper el arquetipo que poetas de la antigüedad construyeron en torno a la figura de Medea. Arquetipo de mujer vengativa, rencorosa, conocedora de malas artes y llena de defectos de los que una mujer “de bien” debe huir y que, sin embargo, en esta nueva Medea se legitiman, experimentan un empoderamiento como reivindicación de la lucha de una mujer que, como tantas otras, ha sido víctima y denostada por el patriarcado. “No hagáis como Medea. Una griega decente prepara su ajuar, toma su dote y acude a la casa del marido que su padre eligió para ella (…). Pero, “esa Medea obró de una manera que conduce al desastre; ella compró un marido con el tesoro de su padre y le impuso sus condiciones (…)”. Ese fue su delito. Quiso ser como un hombre y la condenaron por ello.
La novela Medea murió en Corinto editada por Chiado Books es la reinvención de un mito, un canto feminista y matriarcal, que incluso otorga a la madre la valentía de enfrentarse a los dioses y al destino que le tenían asignado a su hijo Kión, venciendo, precisamente gracias a la palabra, a la fábula.
Pero también es un homenaje a los desheredados de la tierra, a los campesinos, al pueblo, encarnado en la figura de ese jorobado que inventa a la malvada Medea y luego se arrepiente.
Es una crítica al enriquecimiento de pueblos a costa del empobrecimiento de otros, una apología en contra de la guerra y una ventana a la esperanza, aludiendo a la utopía como lo hacían los autores antiguos, no ubicándola en el futuro, sino en un lugar concreto, en este caso la Grecia Euxina donde no hay dioses, reyes, ni tiranos, ni mendigos, sino hombres y mujeres libres en igualdad. “Un pueblo prisionero de sus miedos es un pueblo sin futuro, un pueblo que teme aprender cosas nuevas, es un pueblo con vocación de esclavo (…) Es un error ver como enemigo al forastero. El lugar que recibe bien a los extraños acaba por convertirse en una tierra rica”.
Con una prosa depurada, cuidada hasta lo inimaginable, nítida, sencilla y bella, construye imágenes que nos trasladan al mundo antiguo. Detalla sus costumbres, sus sueños y sus debilidades para recordarnos que, a pesar del paso de los años, no ha cambiado nada.
La ambición desmesurada de Jasón es el hilo conductor de esta novela que se narra con perfil cinematográfico. “El oro no debiera ser la razón para emprender ningún viaje”, le recrimina el viejo Ireneo a Jasón, y le increpa: “eres un hombre simple, incapaz de comprender el mundo, tu simpleza te convierte en un hombre peligroso, porque no ves en los demás a tus iguales. Una soberbia ciega y enfermiza te impulsa a ver en ellos sólo instrumentos de tu ambición o víctimas de ella si es preciso”.
Y es, sobre todo, un homenaje a la fábula. Historias dentro de historias que borbotean en el interior del caldero que oculta todos los secretos y es capaz a la vez de extraer la esencia de la vida.
La clave de bóveda: la última frase que condensa todo el propósito de la obra.
3 de febrero de 2022


CALIBAN Y LA BRUJA


23 de junio, la noche más larga del año. Sólo dos días después del solsticio de verano, comienza el declive del sol, porque desde hoy los días serán mas cortos, hasta alcanzar el solsticio de invierno. 23 de junio, noche de San Juan, noche en la que las hogueras tomarán protagonismo y nos recordarán el paganismo al que rendimos culto durante cientos de años. Hogueras que también serán reminiscencias de aquellas en las que cientos de miles de mujeres fueron quemadas durante los siglos XVI y XVII, en un contexto de capitalismo incipiente para el cual esa práctica se hizo necesaria. Como analiza Silvia Federici en su trabajo Calibán y la bruja la ejecución de aquellas cientos de miles de mujeres a comienzos de la era moderna coincide con el nacimiento del capitalismo y es la destrucción del control de las mujeres sobre su función reproductiva lo que serviría para construir  los roles sexuales en la sociedad capitalista,  redefiniendo las tareas productivas y reproductivas y de las relaciones hombre-mujer con las máxima violencia contra la mujer e incluso con intervención estatal.
Bajo la luna de esta noche de brujas y con la intención de dar a conocer, el trabajo de Federici, desde aquí y desde hoy iré desgranando su meollo invitando a su lectura completa y en el peor de los casos a los fragmentos que iré destacando.
En la obra Caliban y la bruja se aborda la idea de cómo en la sociedad capitalista, el cuerpo es para las mujeres lo que la fábrica es para los trabajadores asalariados varones: el principal terreno de su explotación y resistencia, en la misma medida en que el cuerpo femenino ha sido apropiado por el Estado y los hombres, forzado a funcionar como medio para la reproducción y la acumulación de trabajo.
Calibán y la bruja corrobora también el saber feminista que se niega a identificar el cuerpo con la esfera de lo privado y en esa línea habla de una política del cuerpo. Más aún, explica cómo para las mujeres el cuerpo puede ser tanto una fuente de identidad como una prisión y por qué tiene tanta importancia para el feminismo y a la vez resulta tan problemática su valoración. Una vez más, mucha de la violencia desplegada está dirigida contra las mujeres, porque en la era del ordenador, la conquista del cuerpo femenino sigue siendo una precondición para la acumulación de trabajo y riqueza, tal y como lo demuestra la inversión institucional en el desarrollo de nuevas tecnologías reproductivas que más que nunca, reducen a las mujeres a meros vientres de alquiler. Y también la feminización de la pobreza que ha acompañado la difusión de la globalización adquiere, según Federici, un nuevo significado cuando recordamos que este fue el primer efecto del desarrollo del capitalismo sobre las vidas de las mujeres.
Contra la ortodoxia marxista que explicaba la opresión y la subordinación a los hombres como un residuo de las relaciones feudales, Dalla Costa y Selma James defendieron que la explotación de las mujeres había tenido una función central en el proceso de acumulación capitalista, en la medida en que habían sido las productoras y reproductoras de la mercancía capitalista más esencial: la fuerza de trabajo o mano de obra. Era el efecto de un sistema social de producción que no reconoce la producción y reproducción del trabajo como una actividad socio-económica y como una fuente de acumulación del capital y en cambio la mistifica como un recurso natural o un servicio personal al tiempo que saca provecho de la condición no-asalariada del trabajo involucrado.
Por otra parte, el análisis de Foucault sobre las técnicas de poder ignora el proceso de reproducción, funde las historias femenina y masculina en un todo indiferenciado y se desinteresa por el disciplinamiento de las mujeres, hasta tal punto que nunca menciona uno de los ataques más monstruoso contra el cuerpo que haya sido perpetrado en la era moderna: la caza de brujas. Brujas quemadas en hogueras que, desde esta noche recordaremos para no olvidar.
23 de junio de 2021


CANCIÓN DE NAVIDAD


Charles Dickens escribió Canción de Navidad en 1843, en plena época industrial, agitada por los vientos de los primeros movimientos obreros y anclada en los principios de utilitarismo de Jeremy Bentham. Sin embargo, Charles Dickens, a pesar de su origen burgués, como tantos otros escritores, filósofos o intelectuales, supo ver el daño que el incipiente capitalismo hacía en la sociedad y trasladó su crítica a su obra literaria. Así, Canción de Navidad no es sólo un cuento con moraleja es también una crítica, tímida, pero contundente, a la política y al sistema económico del momento.  De hecho, al comenzar la novela, el propio autor pide disculpas a los lectores del siguiente modo: “He pretendido que, en este relato fantástico, los espectros nazcan de una Idea [sic] que no ponga mal humorados a los lectores consigo mismos, ni con otras personas, ni con la época navideña, ni conmigo. Desearía que este libro hechizase amablemente sus hogares y que nadie quisiera abandonar su lectura”. “Excusatio non petita, accusatio manifesta” sería la conclusión a este párrafo introductorio.
Charles Dickens rechazó el pensamiento utilitarista que planteaba la cuestión moral de acuerdo con la cual una acción estaría bien si y solo si está de acuerdo con el principio de utilidad y que centraba la toma de decisiones sobre actos humanos a un “cómputo de felicidad” mediante el cálculo del beneficio, la utilidad, la conveniencia, ventaja, emolumento y felicidad que se obtendría de la acción contra la desventaja, el daño, la inconveniencia, la pérdida y la infelicidad que también conllevaría[1]. Todo lo que sobre el papel pudiera parecer socialmente beneficioso, sobre la realidad se tornó nefasto. Stuart Mill describirá en su autobiografía su educación bajo los principios utilitaristas y su consiguiente insatisfacción con ellos, humanizándolo e inspirando el movimiento socialista de fines de siglo. Dickens ridiculizará al utilitarismo en las frases del señor Scrooge al pretender dotar de interés cuantificable la felicidad de su sobrino: “¿qué motivos tienes para ser feliz?”, le incrimina. A lo que el sobrino le responde con una crítica solapada al capitalismo a la vez que describe el pensamiento del propio autor: “Hay muchas cosas de las que habría podido sacar provecho y me atrevo a decir que no me he beneficiado de ellas.  La Navidad entre otras, pero estoy seguro de que al llegar esta época del año y dejando aparte la veneración debida a su nombre y origen sagrados (si es que se puede dejar aparte algo que le es tan propio) siempre he pensado que la Navidad era una buena época, una época amable, benévola, caritativa, placentera; la única época, que yo sepa, del largo calendario del año en la que hombres y mujeres parecen abrir de común acuerdo sus corazones cerrados y considerar a las gentes humildes como verdaderos compañeros de viaje hacia la tumba, y no como criaturas de otra raza que viajan hacia destinos diferentes. Y por eso tío, aunque la Navidad nunca me ha metido una migaja de oro o de plata en el bolsillo, creo que me ha hecho bien y que seguirá haciéndolo, y digo: ¡Bendita sea!”. En este párrafo, Dickens  confiesa su identificación política en la apología de la igualdad y en la defensa de los más desfavorecidos junto a los que prefiere caminar hacia la tumba y no hacia destinos diferentes. En otro pasaje de la novela se referirá como “ominosa” a la palabra “liberalidad” que definía el negocio de Marley y de Scrooge, y también describirá como “principios prosaicos” a la compra y venta.
Dickens se oponía a la filosofía de la conveniencia al creer que menoscababa los derechos y los sentimientos de los individuos, resultando además opuesta a la fantasía y a la imaginación. En este sentido en Canción de Navidad expresará que “Scrooge poseía tan poco de eso que se llama imaginación como cualquier otro hombre de la City, incluyendo, y son palabras mayores, al cabildo, a los concejales y a los gremios”. De este modo el autor meterá en el mismo cajón a los ricos empresarios junto a la iglesia, los gremios y a la política, a la que ya había criticado con anterioridad al contar que el alcalde de Londres disponía de 50 cocineros y despenseros y a la que criticará más adelante al decir que los fantasmas que como Marley llevaban cadenas “debían ser ministros de gobiernos culpables”.  Sobre la iglesia o las personas religiosas volverá más adelante y pondrá en boca del espíritu de las navidades presente lo siguiente: “Hay gente en este mundo vuestro que alardean de conocernos y que llevan a cabo en nuestro nombre actos de pasión, de orgullo, de mala voluntad, de odio, de envidia, de intolerancia y de egoísmo; gentes que son tan ajenas a nosotros y a nuestros parientes y amigos como si nunca hubiera existido.”
Dickens acusará al utilitarismo y a la industrialización deshumanizada de oprimir a las mujeres y a la clase trabajadora y de negar a los niños una época especial de su vida, su niñez, siendo esto último, por lo que en Canción de Navidad, cobre tanto protagonismo el personaje de Tiny Tim.
Dickens consideraba que la sociedad necesitaba comprender los sentimientos humanos y reconocer la importancia de la emoción humana y por ello también criticará al método científico que predominaba en el pensamiento liberal de la época en la figura del señor Scrooge quien invitó al espíritu de la navidad pasada a sentarse sólo para comprobar si podía hacerlo y que tuviera que explicarlo. También lo hará cuando se le aparecerá el espíritu de la navidad presente y creerá que la luz que emitía era fruto de una combustión espontánea de lo que se lamentará por no poder verificarlo.
Aunque esta obra se haya convertido en símbolo de la Navidad cristiana con motivos de sobra para ello, es también una alegoría en contra del capitalismo y la industrialización. El personaje del señor Scrooge simboliza esas políticas económicas descarnadas que enriquecen a unos pocos a cambio de la miseria de muchos. Jacob como Ebenizer hicieron negocios “con la humanidad entera, con el bien común, con la caridad, la piedad, la clemencia y la benevolencia”. Jacob dirá “con todas ellas hice negocio. ¡Mis operaciones comerciales no fueron sino una gota de agua en el extenso océano de mi negocio!” y Ebenezer defenderá que ser juicioso es querer ganar dinero.
Y para concluir su comprometida defensa del ser humano ante las afiladas fauces del capitalismo, y de la educación como fuente esencial para la vida, el tercer y último espíritu, el espíritu de las navidades futuras mostrará al señor Scrooge a dos niños de los que dirá que son la “ignorancia y la indigencia”. Dickens expresará: “este niño es la ignorancia, esta niña es la indigencia, guárdate de ambos y de toda su especie, pero sobre todo guárdate de este niño pues en su frente veo escrita a menos que alguien la borre la palabra Condenación [sic].  ¡Atrévete a negarlo! -gritó el espíritu, extendiendo su mano hacia la ciudad-. ¡Mienten quienes lo niegan! ¡Admítelo para tus perversos fines, y empeóralo aún más! ¡Y espera el fin! Esta es la advertencia que recibirá Abenezer Scrooge en 1843, en plena época industrial, agitada por los vientos de los primeros movimientos obreros y anclada en los principios de un incipiente capitalismo. En este sentido Canción de Navidad, por desgracia, no ha envejecido y lo que simboliza es perfectamente extrapolable a nuestra realidad en la que el espíritu navideño se encuentra cada año con los señores Scrooge que ni se molestan en buscar la redención.  
11 de diciembre de 2020



El abuelo que saltó por la ventana y se largó



La literatura escandinava, nos suele quedar lejos, a menos que te caiga en las manos en forma de regalo de cumpleaños. Es el caso de la novela, El abuelo que saltó por la ventana y se largó del escritor y periodista sueco Jonas Jonasson.
Este éxito de ventas en el año 2009, fecha de su publicación, que alcanzó la cifra de más de 3 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo en 2012, sigue recorriendo librerías e incluso la parrilla de Netflix en donde ha aparecido recientemente, curiosamente, con poca repercusión.
Como en su día hiciera Umberto Eco, salvando las distancias, con su obra Baudolino, Jonasson le otorga a su protagonista Allan Karlsson la habilidad de haber estado en cada uno de los momentos más significativos del siglo XX siendo, además, artífice de los hechos que se recogerían en los manuales de  historia de nuestra contemporaneidad.
Con un tono irónico y desenfadado, el autor nos presenta a sus personajes, con los que nos es muy fácil empatizar, a la vez que nos narra su relación con esas figuras políticas de diferente signo y condición que marcaron las líneas por las que transcurrirían los acontecimientos de nuestro pasado más inmediato.
El protagonista principal, Allan Karlsson, descreído apolítico y antirreligioso se verá inmerso en una trama surrealista de sucesos cada vez más esperpénticos que, sin embargo, no le alejarán ni un ápice de su actitud vital, estoica, sincera e inteligente.
El resto de personajes, cada cual más excéntrico y extravagante, se irán sumando a su alocada aventura, cuyo desenlace es inimaginable pero que sin embargo, responde a la tónica cómica general de la novela.
El abuelo que saltó por la ventana y se largó es una fábula llena de escondrijos preñados de historias fantásticas que bien podrían haber sido verdad. Es una atrevida e irreverente propuesta de viaje iniciático al final de una vida que, a su vez, resultaría ser un paseo relevante por nuestra historia contemporánea.
Humor, ironía y sarcasmo se entrelazan en esta obra divertida que se presenta con el objetivo de mostrarnos que las Historias con mayúsculas bien pudieron ser escritas por hombres minúsculos como Baudolino que según Eco inventaría la Edad Media o Karlsson que según Jonasson tejería el siglo XX. 
25 de agosto de 2020


MUJERES EN LA CIUDAD


La división de espacios destinados a hombre y mujeres ha sido analizada con frecuencia en los estudios de género y la obra Mujeres en la ciudad de la teórica feminista Michelle Perrot es un ejemplo de ello. No obstante, la particularidad de esta publicación es que reproduce una entrevista realizada por el periodista Jean Lebrun a Perrot en la que se va desgranado su pensamiento y plasmando, poco a poco, sus clarividentes reflexiones.
Michelle Perrot, profesora emérita de historia en la Universidad Paris-Diderot y pionera del estudio de la historia de las mujeres en Francia, aborda en esta entrevista el escaso y furtivo papel de la mujer en el espacio público de la ciudad, lugar organizado y dominado por los hombres. Para señalar cómo el pensamiento simbólico de la diferencia de los sexos atraviesa el tiempo y arraiga en el inconsciente colectivo de todas las ápocas, adoptando diferentes formas y maneras de consolidación.
Esta entrevista, acompañada de magistrales obras pictóricas y publicada en forma de libro trata de hacernos comprender la intencionada diferencia de “sexos” que se manifiesta abiertamente en la ciudad, espacio configurado desde la Grecia antigua como núcleo de la política y de decisión de poder. Lo público y político será el santuario de los hombres y lo privado y la casa, de las mujeres. Incluso el panteón griego haría también ese reparto de espacios y tareas, asignando a las diosas Démeter, Hestia, Artemisa, Hera, Afrodita y Atenea, la agricultura, el hogar, los nacimientos, los celos, el erotismo y la virginidad, respectivamente. Mientras que a los varones Zeus, Poseidón, Hades, Ares, Hermes y Apolo les corresponderían los ámbitos de la paternidad de la humanidad, el mar, el infierno, la guerra, el comercio y las artes respectivamente. Caramba que coincidencia.
Perrot utilizará tres significativas perspectivas: las imágenes, los lugares y las palabras, para describir el tipo de presencia que la mujer del siglo XIX tuvo en la ciudad y cuya influencia llegaría hasta nuestras madres.
Desde el enfoque de las imágenes, Perrot indica que “la marca del siglo XIX es una decoración urbana saturada de figuras femeninas. Las mujeres tienen una función de representación. Su elegancia, su lujo, su belleza misma, manifiesta la riqueza o el prestigio de sus maridos o de sus compañeros”.
A las naciones y a los regímenes políticos con frecuencia se los encarna en una mujer. Así, Germania simboliza la unidad alemana conseguida en 1871, Marianne a la República francesa y Mariana a las dos Repúblicas españolas. Pero, “no se trata de mujeres a quienes se desea, son mujeres sublimadas y míticas. La mujer ideal, musa y madona, es inaccesible” mientras se reserva a la mujer real  las labores de la casa y, cuando la violencia conyugal no se admite, se recurre a la prostitución. El burgués puede tener varias mujeres en su vida: la mujer de sus sueños, idealizada o erotizada; la esposa que mantiene en casa; la amante de sus salidas en la ciudad, discreta y buena amiga y la prostituta. Por ello en el espacio público, las mujeres no deben deambular y si lo hacen será a la luz del día con el deber de la belleza y de la ostentación del lujo en caso de pertenecer a la burguesía o a la aristocracia.
En relación a los lugares Perrot expresará que hay espacios prácticamente prohibidos a las mujeres, políticos, militares, judiciales, intelectuales, incluso deportivos, y otros que se les reservan casi con exclusividad como grandes tiendas, salones de té e iglesias.  Los hombres se reúnen en círculos y cafés en Francia, en clubes y pubs en Inglaterra y las mujeres estarán excluidas de estos lugares que se suponen politizados. Sin embargo, las mujeres de las clases populares circularán con mayor libertad que las burguesas y podrán reunirse en la calle, en el mercado y en el lavadero.
Hasta los hábitos alimenticios estarán sexuados. La norma alimentaria masculina será de carne y vino, mientras que la mujer deberá ser recatada hasta en el modo de comer por lo que se le exigirá que su alimentación sea liviana y discreta. Los gestos obedecen a códigos de civilidad que dictan lo que una mujer debe evitar, obligando sobre todo a las mujeres de las clases más adineradas por cumplir además una función representativa. Así, las mujeres no podrán usar pantalones, ni  fumar, tendrán que usar sombrero en la burguesía y cofia en las clases populares para ocultar el cabello, deberán caminar pausadamente, no elevar la voz ni los ojos, pues puede cruzar la mirada de un hombre. En este sentido la mujer casada es más libre como la mujer de edad, porque carecen de atractivo sexual y su deambular por la ciudad importa menos. Y las mujeres de pueblo podrán salir a la puerta de su casa a coser y tejer y a conversar con sus vecinas mientras la mujer burguesa no podrá ni asomarse al balcón, a menudo cubierto por cortinas, costumbre que se extiende en el siglo XIX y sobre todo en el XX para proteger la intimidad de la familia.
Por último, y en relación a las palabras, Perrot manifiesta que “la discriminación sexual más fuerte se da en torno a la política. Las mujeres se retiran de las “chambrettes” provenzales en la misma época en que lo hacen sus hermanas inglesas de las inns y de los pubs, mientras aumenta la politización de esas células de la conversión republicana meridional en el siglo XIX. Es decir que la palabra y su circulación importan más que el espacio material. Es la palabra la que modela la esfera pública, la que teje la opinión pública y el arte oratorio, que culmina en la Revolución, ostentará la virtud viril y la elocuencia masculina, sobre el afeminamiento de las conversaciones de salón. “Hay diversos modos de expresión pública. Pero el del jacobinismo o el de la República triunfante se inspiran en el foro romano y en las arengas de Cicerón. Al servicio de una retórica varonil, se necesita de una voz fuerte, gestos declamatorios, toda una dramaturgia que se niega a las mujeres, a las que se prohíbe la tribuna, se encuentre ésta en la cátedra, el pretorio, el Parlamento, los clubes o los partidos.”
No obstante, y a pesar de todos estos impedimentos sociales se escucharán voces femeninas que reclamarán derechos e igualdad. Y de entre todas ellas, Perrot, destacará a Flora Tristán, George Sand, Adelheid Popp, o Caroline Remy quienes, desde sus diferentes ámbitos, los manifiestos, la literatura, el activismo político y el periodismo, intentarán derribar los muros que durante milenios han tenido aprisionada a la mujer de todos los tiempos.
Mujeres en la ciudad es una interesante y atractiva oportunidad de realizar una discreta aproximación a los estudios de género, que con más profundidad han desarrollado historiadoras y teóricas feministas como la propia Perrot en otras publicaciones.  Es un paseo por el siglo XIX, ilustrado con obras pictóricas de la época que dan mayor visualidad a los conceptos tratados. Y es Mujeres en la ciudad el resultado de una inteligente entrevista que desvela parte de los mecanismos con los que el patriarcado cuenta en su eterno afán por mantener y justificar la diferenciación sexual que sostiene el sometimiento y el apartheid que han sufrido y aun sufren muchas mujeres del mundo. 
de agosto de 2020
 


eLABERINTO


“Hay mucha gente en Rusia que siente nostalgia del pasado. Yo afirmo que esa gente se equivoca. El pasado nunca retorna. Y si retorna, no será el mismo. Yo quiero que sintamos nostalgia del futuro. La única patria decente que tiene mucha gente es el futuro, porque el pasado está ya en los cementerios de la historia y el presente es una mala patria que no nos trata con respeto. Echar de menos el pasado es como pedirles a los que ya están muertos que nos resuelvan el futuro. Pero resolver el futuro es la obligación de los que estamos vivos.”
Con esta reflexión, que Antonio Jiménez Casero pone en boca de Svetlana Sokolova, protagonista de su última obra eLABERINTO, el autor nos sitúa en el epicentro de los pensamientos que no dejarán de fluir a lo largo de la novela. Porque eLABERINTO es un tratado de filosofía, de humanismo y sobre todo de política. Una excusa para verter sobre el papel sus anhelos y desesperanzas. Así, la política con mayúsculas y con minúsculas será el gran asunto en torno al cual giren los diálogos intensos y hermosos, demoledores e inteligentes que protagonizan esta gran obra.
La política lo es todo en el ser humano, precisamente es ella, la que nos hace diferente del resto de especies que habitan la tierra. Y por ello Jiménez Casero hará brotar de los labios de cada uno de los personajes su propio pensamiento y su ideología apuntalada por profundos sentimientos y enriquecedoras experiencias vitales.
Es esta obra una descripción fatalista de la actualidad con una única oportunidad a la esperanza que ya en las primeras páginas aparece muerta. “El verdadero motor de la sociedad actual es la frustración (…) El motor de estos tiempos es el miedo al futuro”, comenta la protagonista, porque  eLABERINTO es una crónica de nuestros días en la que se disecciona cada puntal social, político y económico para descubrir que tambalean poniendo en riesgo la estabilidad de la sociedad. Y también es una sincera apología del europeísmo, de la idea de Europa con la que se forjó la unión de los países europeos.
Aunque aparentemente, esta novela diste mucho de las anteriores por localizarse en la Rusia actual y desarrollarse a modo de thriller, en el fondo comparte con ellas las mismas preocupaciones, el papel de la mujer en el patriarcado, la vulnerabilidad de la pobreza, la intolerancia, los falsos mesías y la mentira. “Las mentiras han sido siempre un sustento del poder (…) el problema es que la red ha democratizado la capacidad de manipular a los demás. La mentira alimenta el miedo, la frustración y el odio” expresa la joven idealista Sokolova.
Y Antonio Jiménez, a pesar de igualar en número a sus personajes masculinos y femeninos, como en sus otras novelas dotará a sus mujeres protagonistas de carisma, fuerza y ternura, redimiéndose como hombre ante las indignidades que el patriarcado ha ejercido sobre la mujer. “Los talibanes, comentaba Mia Beaulieu, para las mujeres, servidoras y ocasión de pecado que Dios ha dejado al alcance del varón para poner a prueba la consistencia de su fe, establecieron rígidas reglas bajo pena de encarcelamiento domiciliario, azotes públicos o lapidación, según la gravedad de sus pecados”.
Así la tímida luz que se entrevé en el mundo cruel, hipócrita y ambicioso, que, aunque situado en Rusia, bien podría extrapolarse a cualquier otro país del occidente que conocemos, proviene del humanismo y la conciencia social de sus dos principales protagonistas femeninas. Svetlana Sokolova representa la esperanza que se resiste a morir en un mundo abatido por la frustración y el desaliento. Mia Beaulieu simboliza el impulso sincero y comprometido por acabar con las injusticias, pero que resulta inacabado por los seductores e hipnóticos encantos que el capitalismo interpone. Y la tercera protagonista femenina Amira, reflejará la realidad a la que ya aludió  Antonio Jiménez en su obra Medea murió en Corinto, a la desgracia de nacer mujer se le une la de ser pobre. La devastación del cuerpo femenino que el hombre realiza a la vez que sobre el planeta está representada en la historia de Amira, aquella niña afgana de 10 años que fue titular en muchos periódicos de Occidente en 2014 y a la que el autor cambia el nombre.
Los protagonistas masculinos personifican al Estado, los poderes coercitivos, el del orden público,  el ejército y la informática que a fecha de hoy constituye igualmente el control y el sometimiento de la sociedad.
El comisario Gaël Fournier y el coronel Golubev, fieles guardianes de los secretos del alcantarillado estatal son, sin embargo, aparentemente íntegros e incluso llegan a empatizar con las causas perdidas demostrando el autor cierta condescendencia con ellos. Y por último Valentín Borobiov, el joven informático descreído que se enamora en tiempos en los que el amor se escribía con letras de luto, se convertirá en Teseo a quién Ariacna dejó un hilo irrompible para que caminara a través del laberinto de las mentiras y las falsas apariencias. A diferencia del héroe clásico, Borobiov es también como Dédalo, constructor del laberinto, por lo que no le será difícil encontrar los recovecos para aguardar su venganza.
Con una estructura bien construida y un despliegue de documentación conseguida a partir de las lecturas de los diarios de guerra de corresponsales de periódicos de tirada nacional, eLABERINTO es una novela en la que el autor se sincera y confiesa consigo y con sus lectores, como ya lo venía haciendo a través de su blog Crónicas de la Indignidad del que se nutre en muchos casos. Y en eLABERINTO el autor también se reconocerá en su formación clásica, al no evitar hacer alusión, aunque sólo sea desde un tímido párrafo, a un texto de la Eneida para ilustrarnos lo poco que ha cambiado el mundo a pesar de 2000 años de historia.
Como telón de fondo las presidenciales en las que Vladimir Putin alcanza el poder y, entrelazando historias que viajan desde Moscú a París, pasando por Afganistán y Barcelona, eLABERINTO es una novela comprometida en la que Antonio Jiménez Casero, a pesar de pretender alejarse de su pasión por la Grecia clásica, quizás sin pretenderlo vuelve a ella, porque Svetlana Sokolova es Ítaca y Valetín Borobiov el Ulises que cruzó un laberinto de mares procurando llegar a casa.
20 de abril de 2020


ARS MÁGICA


El amor y la amistad incondicional de una mujer, el horror de un mundo de intolerancia y superchería y la pérdida de la fe, son las líneas maestras  de esta obra próxima en su universo a Los Pilares de la Tierra de Ken Follet y a El Nombre de la Rosa de Umberto Eco. Incluso, la duda dogmática de San Manuel Bueno Mártir de Unamuno y de Fermín de Pas en La Regenta de Clarín, sobrevuelan sobre el personaje central de la historia, un inquisidor español que amó en silencio a la reina Margarita de Austria.
Nerea Riesco nos regala en esta obra, una intriga con trasfondo historicista que nos descubre unos terribles hechos cuya documentación estuvo oculta en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y que significaron el terror para los pueblos navarros de Zugarramundi y Urdax. Lo que se conoció como el “auto de fe de las brujas” llevó a la hoguera el 7 de noviembre de 1610 a 11 personas, hombres y mujeres acusados de tener tratos con el demonio. Y es, en torno a este suceso, sobre el que gira la trama en la que los personajes femeninos destacan por su sabiduría, comprensión y generosidad. La curandera Ederra y su protegida Mayo nos llevarán de hechizo en hechizo por un mundo que nos puede resultar lejano y que sin embargo, se resiste a desaparecer por completo. Un mundo en el que la pobreza se adueña de la bondad y la esconde bajo la escoria. Un mundo en el que los poderosos tiñen de verdad la mentira.
Con una narrativa que fluye liviana, mezcla de sensibilidad y fuerza, la autora, en esta obra del año 2007, logra nuestra inmersión, involuntaria e irresistible, en la historia que nos propone que,  unida a las intrigas palaciegas del duque de Lerma durante el reinado de Felipe III, hacen de ella una deliciosa y sentimental lectura.
Ars Mágica es así un hermoso homenaje a los hombres y, sobre todos a las mujeres, que sufrieron la intolerancia, la represión y el olvido de una sociedad cruel y deshumanizada, que en pleno siglo XVII seguía quemando en la hoguera a quienes interesaba con tal de mantener su ideología, su estatus y su poder.
13 de septiembre de 2019


EL MORADOR INSOMNE

Por fortuna, mi generación ha estado exenta del horror de la guerra y la postguerra española, en la que los señoritos pavoneaban su poder y soberbia sobre la pobreza y servidumbre obligada de aquellos que aprendieron, desde la cuna, que la sumisión era su único destino. Por fortuna, de todo aquello sabemos  gracias a novelistas  como Antonio Jiménez, Alberto Méndez o Almudena Grandes que han inmortalizado en sus obras aquel tiempo, que debemos conocer para evitar que se repita.
La obra de Antonio Jiménez, El morador Insomne, por la que recibió el premio Felipe Trigo en 1988,  ha sido reeditada por Extravertida, antes Arma Poética, rescatando así,  la historia de unos personajes atormentados, que luchan en vano por cambiar su destino implacable de sufrimiento. Personajes, que recuerdan los claroscuros de aquellos que pasearon por la Regenta de Clarín, en un ambiente asfixiante como el de La Casa de Bernarda Alba de Lorca, con relaciones que evocan a Macondo de García Márquez, recrean los pasajes de esta novela en la que su protagonista representa a esa España tirana y cainista.
Antonio Jiménez Casero que, durante los dos últimos años nos ha embelesado con las novelas Medea murió en Corinto y No vuelvas Odiseo,  ahora lo hace, de nuevo, con esta reedición de su obra primera que, aunque muy diferente a las antes mencionadas, comparte con ellas la pasión por los cantares de gesta. Si en Medea es el aedo Kión quien nos narra la historia y en No vuelvas Odiseo, la propia Penélope nos cuenta la Odisea,  enmendándole la plana al mismísimo Homero, en El morador Insomne  es el pregonero  Panarra y el propio autor quien nos descubre lo absurdo de luchar contra el destino.
Como las parcas del mundo antiguo que adivinaban a ver el futuro sin capacidad de intervención, el relator omnisciente va desgranando poco a poco el meollo de la novela: la intención del autor de mostrarnos un mundo sin redención, un laberinto de almas rotas cuyas historias sirven de nexo para realizar un homenaje a los desheredados y una hipérbole del  dolor. No hay salvación, como si el negro destino no lo permitiera, como si el drama de las mismas historias fuera más fuerte que la voluntad del autor.
En un lugar imaginario, pero que el autor describe perfectamente como su Extremadura natal y en un momento de la historia de España que sin mencionarse nos traslada a los primeros años de la guerra civil, el tiempo no es lineal, va y viene, se entrecorta como si fuera todo y uno a la vez. Y en ese tiempo, en el que todo sucede al unísono, también lo hacen pasajes del Nuevo Testamento. Pura Expósito como la Virgen María recoge el cuerpo sin vida de su hijo y el mismo Diego Expósito como Jesucristo, espera entre los olivos la llegada de la muerte.
La antítesis de personajes como hipérbole del maniqueísmo de aquella terrible España la simbolizan las almas de Pura Expósito y Segundo Soria. De ella, el autor dirá: “la culpa principal era nacer mujer, hermosa, pobre, armada de paciencia” y al segundo le otorgará el poder de destrozar todo aquello que toque, al igual que el Rey Midas, pero en lugar de convertirlo en oro, Segundo Soria lo maculará. Destruirá la inocencia de Pura y la santidad de su propia esposa.
En esta desgarradora obra, Antonio Jiménez no puede evitar plasmar, una vez más, el sufrimiento, la injusticia y el egoísmo que habita en el ser humano que, como un capricho de los dioses, además no tiene redención.
16 de julio de 2019
 

LA INVENCIÓN DE MOREL

 
Jorge Luis Borges dijo que la novela “La invención de Morel” era perfecta y no debía estar equivocado cuando ha sido considerada obra maestra e inspiración para cineastas como Alain Resnais y dibujantes de comic como Miguel Angel Prado. 
Escrita por  Adolfo Bioy Casares en  1940 y convertida ya en un clásico de la ciencia ficción argentina, “La invención de Morel” es la obsesión por la inmortalidad y el juego de ser Dios. Pero estas dos obsesiones no serán las únicas que concentren la trama de la narración. El temor obsesivo del fugitivo, escondido en una isla abandonada por el bulo de estar infectada de una enfermedad fatal y contagiosa, a ser encontrado. La obsesión por la ciencia y los avances tecnológicos y el deseo obsesivo a ser amado y el amor obsesivo e incondicional que lleva hasta la propia muerte, también están presentes en esta obra angustiosa y original.
Casares, pone su voz y su alma en la de un náufrago sin nombre, huido de la justicia que deja pasar los días empleados en la mera supervivencia que, sin embargo, van poco a poco descubriendo detalles sorprendentes que darán un nuevo sentido a su existencia.
Bioy Casares otorga a Morel la capacidad de inventar la máquina que consigue la inmortalidad y pondrá en el pensamiento de su protagonista: “tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida para no arriesgarla, darse por muerto para no morir”  y con estas palabras subraya el trasfondo de su obra en la que sus héroes y heroínas mueren para vivir eternamente.
Casares expresará en boca de su personaje “creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea, rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Sólo había que buscar la conservación de lo que interesa, la conciencia”.
No obstante, además de la permanencia del alma, es necesaria la repetición de los hechos para que la inmortalidad sea posible. Así la reiteración constante como el tic-tac de un reloj retumba en el devenir del personaje angustiado de interrogantes sin resolver y que, sin embargo, le dan fuerza para afrontar cada día.

NO VUELVAS, ODISEO
 “No vuelvas, Odiseo” es un poema en prosa sobre la soledad, el despecho y el amor. 
Su autor, Antonio Jiménez, como en su anterior obra “Medea murió en Corinto” vuelve a recrear el mundo clásico para reivindicar, una vez más, la injusticia que pesa sobre la mujer.
Así, esta prosa poética cuya belleza sonora la hace exquisita e inolvidable aborda la soledad de Penélope, apartada del mundo y presa en su casa, en el gineceo; el despecho, el enfado y la resignación de tantas mujeres abandonadas por sus maridos entregados a “causas mayores” y el amor nunca comprendido por los hombres y que Penélope descubre en el otoño de su vida.

“No vuelvas, Odiseo” es un canto feminista en el que a través de los pensamientos y, sobre todo, los sentimientos de Penélope se va desgranando la epopeya de Homero. Es la historia de Ulises narrada desde el corazón de una mujer, de Penélope, reina de Ítaca, abnegada y resignada, como todas las mujeres de su tiempo y de todos los tiempos a ser esclava de un destino que no ha elegido.

En el comienzo de la obra, el autor, hace ya una sincera declaración de intenciones al reproducir un poema de Safo y recordarnos que en el año 1073 todas las copias de los versos de esta poeta griega fueron quemadas en Roma y Constantinopla por orden de la Iglesia Católica. Safo escribió en el s. VII antes de nuestra era:
 “Selene se ha ido,
seguida de las Pléyades.
Ya es más de media noche;
Las horas fluyen.
Yo estoy sola y velo.
Eros sacude mis entrañas
Como un viento abatiéndose  en el monte
sobre las encinas (…)”
Y Antonio Jiménez también nos regala un poema de Claribel Alegría, poeta nicaragüense del siglo XX que expresó:
“Cuatro muros me encierran,
y animales domésticos,
y niños.
No importas tú.
Vivo un mundo que tampoco me importa.
Otra vez interrumpes.
Voy a estallar (…)”
Estos versos de soledad y desesperación son los versos que han acompañado siempre a la mujer, siempre a la mujer de todos los tiempos y por ello el autor los destaca y pone en boca de Penélope los que, sin duda, ella hubiera escrito:
“¡Ten cuidado, Odiseo! Ya soy una extraña para ti. Veinte años entre cuatro paredes, rehén de tu recuerdo y de tu honra, viviendo una vida que no me pertenece, me han convertido en una mujer desconocida”.
Pero las historias que cuentan los poetas, como expresa el autor “rara vez hacen justicia a las mujeres griegas; ellas paren la patria, la amamantan y la mantienen viva mientras los hombres se ocupan de sus guerras. (…) ¿Qué sería de Grecia sin la entereza de sus mujeres? Grecia está sustentada sobre el tesón de sus mujeres. Son las mujeres la patria verdadera (…)”
Y al hablar de la mujer griega, Antonio Jiménez, habla de todas las mujeres. Aunque detalle la situación de ausencia de libertad y sumisión al marido, en concreto de la mujer de clase alta del mundo clásico, es extrapolable a la falta de libertad y sumisión de todas las mujeres a lo largo de la historia. Como la renuncia a una vida propia y no a la que esperaban los demás, la renuncia a ser quien se desea ser y no a cumplir las expectativas de otros, la renuncia, en definitiva, a ser feliz.
“Odio a mi madre que me pario mujer” piensa Penélope y nos cuenta como su padre Icario la convirtió en el trofeo de sus locas apuestas: “Ahí tenéis a mi hija Penélope, hermosa y virgen, sumisa y educada (…). Aquel que logre vencerme en la carrera de carros, tendrá derecho a desgarrarle el himen; aquel que me derrote en la carrera, podrá usar el vientre de mi hija para engendrar su descendencia”.
Pero, “No vuelvas, Odiseo” no es sólo un grito desgarrado de desesperación,  es también un canto al amor sensual y desinteresado. Un canto a la esperanza y una propuesta valiente de una mujer que, cansada de una vida impuesta y de esperar, decide dejar de hacerlo advirtiendo: “Ten cuidado, Odiseo, un hombre que se queda a vivir en la leyenda puede vencer a lestrigones toscos y violentos, pero perderá la batalla que libra el corazón de su familia contra el despecho y el olvido que provoca su ausencia insoportable y duradera”.
“No vuelvas, Odiseo”, editada por Arma Poética nos embriaga de cultura clásica, de belleza y de pensamientos profundos a los que ya nos tiene acostumbrados su autor.
31 de marzo de 2018



EL FUEGO INVISIBLE



Los premios Planeta siempre me merecieron gran respeto y en esta ocasión, además, una gran sorpresa, ya que el galardón del año 2017 se lo ha llevado Javier Sierra.
La sorpresa no es porque considerara que este autor no estuviera a la altura de estos premios, sino, por su trayectoria literaria, tan dada a la heterodoxia que hubiera jurado en las antípodas de este premio.
Javier Sierra es un gran divulgador y valiente merodeador de temas polémicos, asuntos esotéricos y misterios insondables, que podría etiquetarse en esa corriente literaria que se adentra en la cara oculta de la Historia, corriente habitualmente considerada de segunda fila que cuenta, sin embargo, con un gran número de lectores y lectoras.
“El fuego Invisible” hace honor, una vez más, a ese estilo tan propio del autor que lo hace inconfundible y lo sitúa en ese espacio pretendidamente elegido al que nos referíamos antes.
¿De dónde vienen las ideas? es el leitmotiv de la novela, tras el que los personajes iniciarían una búsqueda que les llevará de una pista a otra, a modo de Gymkana, hasta resolver el enigma de un modo inesperado.
Javier Sierra construye una interesante trama en torno al Grial y su relación con la España del medievo. Un thriller en el que nada, ni nadie es quien parece y en el que se va desgranando una original tesis con final sorprendente.
Es, así mismo, esta obra metaliteratura, una narración sobre narradores, un relato en el que el autor se pregunta por los motivos que llevan a escribir.
De Barcelona a Dublín y de aquí de nuevo a Barcelona y luego a Madrid, David el joven filólogo protagonista de la novela, que acaba de leer su tesis doctoral sobre Parménides, descubrirá secretos de familia que le llevarán a conocer la relación de su abuelo, famoso escritor, con Valle Inclán o los motivos que llevaron a su padre a abandonarlo cuando era un niño. Todo ello enmarañado en un mundo en el que el número ocho, las iglesias románicas de Aragón y sus crismones y el mito del Grial ocultan un saber peligroso que le llevará al límite de casi perder la vida.
Indudablemente los tiempos cambian. Nadie hubiera imaginado que la Academia de Cine de Hollywood hubiera premiado con tantas figurillas una película de género como “La forma del agua” del mexicano Guillermo del Toro. Igualmente nadie hubiera apostado porque el jurado de los premios Planeta fuera a premiar una novela de intriga en la que el espiritismo, los visionarios y las fuerzas malignas de otros mundos pugnan por ocultar una verdad que finalmente resulta está al alcance de cualquiera. Y como en todos los relatos iniciaticos, en este viaje, nuestro protagonista conocerá que en el regreso a casa están las respuestas a todas las preguntas.
19 de Febrero de 2018

EL FUTURO ES FEMINISMO

“El futuro es femenino” es una compilación de cuentos en los que la mujer es la protagonista de historias que a todas nos resultan familiares porque, o las hemos vivido directamente, o nos podemos imaginar perfectamente haberlas vivido.
En cada uno de estos relatos cortos, la niña, la joven o la mujer adulta experimenta una vivencia significativa que pondría un ladrillo más en el muro de la desigualdad a no ser por los finales alternativos que proponen cada una de las historias.
Son anécdotas que se encuentran en el imaginario colectivo femenino y que precisamente por ello se hace necesario torpedear con propuestas atrevidas y valientes.
Las escritoras  e ilustradoras Ana Santos, María Hesse, Laura Agustí, Elena Pancorbo, Lady Desidia, Amaia Arrazola, Naranjalidad y Agustina Guerrero han convertido este libro en un auténtico regalo para las niñas y jóvenes de hoy y también para las niñas y jóvenes que lo fueron ayer, al mostrarles que es posible otro mundo, al enseñarles que tienen en sus manos la posibilidad de cambiar un futuro pretendidamente escrito en masculino.
Esta pequeña obra se convierte en una gran obra porque visibiliza situaciones que no por rutinarias deben ser aceptadas. Porque destaca momentos de la infancia, la juventud y la madurez en los que nos hicieron  sentirnos mal por ser mujer y que, sin embargo, pudieron tener finales  distintos, y sobre todo es una gran obra porque reivindica un futuro en femenino de libertad e igualdad.
17 de enero de 2018


LAS TRES ESPIRALES 

“Las Tres Espirales” de Jean Markale es la lectura que todos los años, entre octubre y noviembre, releo porque me transporta a la espiritualidad celta tan presente en otoño,  ya que cada 31 de Octubre recordamos en familia la celebración de esa festividad que para ellos era la más importante: Samhain: “momento en el que el tiempo era abolido y la noche equivalía a la eternidad”.
Markale en esta obra de 1996 realiza una aproximación a la espiritualidad del  pueblo celta y nos invita a observar todo el sustrato que ha dejado en nuestra cultura, a pesar de haber carecido de tradición escrita. Lo que de él nos ha llegado ha sido a través de los escritos de autores romanos como el historiador Plinio el Viejo, Julio Cesar o a través de los monjes cristianos altomedievales, algunos de ellos antes druidas.
Los celtas creían que la escritura era la muerte de la memoria y que sólo con la cultura oral, ésta se mantendría viva. Por eso los “civilizadores romanos” como los define Markale, cortarían la lengua a todos los druidas, portadores del conocimiento y de la memoria ancestral de ese pueblo que ocupaba la mayor parte del territorio europeo, pretendiendo silenciarlo así para siempre.
Pero la fuerza de su espiritualidad ha perdurado y llegado hasta nuestros días en forma de cuentos populares, mitos e incluso rituales religiosos.
La recolección del muérdago por druidas como símbolo de sustraer del árbol sagrado el alma de la divinidad se tornó en la comunión cristiana y la búsqueda del huevo de la serpiente en el mito medieval del Grial. Pero de todos los símbolos, la espiral es la base de la especulación metafísica celta. La espiral, tomada de los antiguos constructores de megalitos  y convertida en triple (triskel en bretón) para dotarla del misticismo de la tríada que luego adaptarían los cristianos en su idea de la Trinidad.
Este ensayo, concebido como un texto de pensamientos profundos y complejos que llevan de una a otra propuesta sin que apenas nos demos cuenta, nos descubre un pueblo que no cree en el pecado, en el sentido judeocristiano del término, sino en el error o la falta y por lo tanto ésta no es consecuencia de la transgresión de una norma, sino de la debilidad del ser humano.
Como expresa Markale: “la andadura espiritual de los celtas es una mística en la medida en que consiste en que el ser humano se integre a la totalidad de la Vida que se manifiesta en una naturaleza salvaje, es decir, cubierta de bosques, y ello en una comunión íntima con las fuerzas invisibles que circulan por el universo, análogas a esos vientos que llegan desde lo más lejano del horizonte, cargados de efluvios cuya naturaleza se ignora pero que trasciende la mirada y permiten descubrir paisajes insospechados”.
Jean Markale (1928-2008) escritor francés apasionado por la cultura celta, desde su infancia,  logra en este ensayo despertar la atención del lector por un pueblo prácticamente desconocido y que sin embargo puso los cimientos de nuestra civilización, aunque llegaran después romanos y godos que, con sus percepciones particulares del mundo,  intentaron  hacerlo desaparecer pero no lo lograron.  El poso de este pueblo espiritual, apegado a la tierra y que otorgó a la mujer igualdad e importancia como ninguno,  sigue formando parte de nuestro presente y de nuestro imaginario colectivo.
Markale escribe de sí mismo: “he tenido dos maestros de pensamiento. Uno fue un sacerdote católico, el padre Henri Gillard (1901-1979), rector de Trehorenteuc de 1942 a 1962, mi iniciador en Broceliande; el otro fue el llamado papa del surrealismo, André Bretón (1896-1966), agnóstico feroz que sin embargo buscaba el “Oro del Tiempo”. Extraño patrocinio, en verdad, que, sin duda explica por qué he rechazado toda noción de dualismo para precipitarme en el bosque en busca del claro sagrado, siguiendo las tres espirales que había en mí”.
Esta pequeña obra, porque es breve, pero grande por la complejidad de lo que trata, finaliza con un hermoso texto que no puedo evitar transcribir y releer una y otra vez:
En algún lugar del bosque de Broceliande, en un claro donde mana una fuente, junto a una roca junto a los pies de un roble, la sombra de Merlín merodea sin cesar y, al anochecer, cuando los pájaros enmudecen, en el cielo que se torna rojo entre las ramas, no es raro ver al Sol  estallar en Tres Espirales de fuego sobre un mundo dispuesto a zozobrar al otro lado del horizonte”.
7 de Noviembre de 2017


EL FARO DE ALEJANDRÍA
                                                   

El Faro de Alejandría, obra de la norteamericana Gilliam M. Bradshaw es una novela de aventuras en la que su lectura se hace apasionante e inagotable. Es la historia de Caris, joven romana de familia rica de Éfeso que a los 17 años decide huir de un matrimonio pactado que la alejaría de su único sueño, estudiar medicina  y ejercer “el arte de curar”.
Ambientada en la antigüedad clásica, siglo IV d.C. la obra de Bradshaw, es una loa a la libertad, a la igualdad de género y al mérito por no cejar en perseguir lo que uno quiere más allá de lo que la vida tenga destinado.
Caris tendrá que sufrir todo tipo de vicisitudes haciéndose pasar por eunuco para poder ser admitida como estudiante de medicina en Alejandría y, superar dificultades en las que se verá inmersa por anteponer a todo sus principios hipocráticos, arriesgando incluso su propia vida.
A pesar de narrar momentos de la historia antigua protagonizados por hombres, la guerra o las ambiciones políticas y religiosas, en la novela se percibe que tras la protagonista escribe una mujer sensibilizada con las injusticias que el patriarcado machista ha ejercido sobre las mujeres de todos los tiempos.
Por eso, El faro de Alejandría es una oportunidad de acercarnos al imperio romano en plena decadencia y de conocer cómo y porqué los godos se fueron introduciendo en ese imperio, primero para sobrevivir y luego para lograr la supremacía de una Roma que los infravaloró. Pero su lectura es también la ocasión de cambiarnos de piel, de imaginarnos en la de una mujer con un solo propósito, dispuesta a sacrificar la seguridad de una familia acomodada por sentirse verdaderamente libre y poder hacer lo que desea aunque sea bajo la apariencia de un hombre renunciando a su auténtica identidad.
Así Gilliam M. Bradshaw pone de relieve la inquietud y lucha feminista que en silencio acompañaría a tantas mujeres oprimidas y ocultadas a lo largo de la historia y que, con obras como ésta, se rescata del olvido.
25 de septiembre de 2017



EL SUEÑO DE HIPATIA

A los que buscaron la verdad y lucharon para que nos alumbrase son las primeras palabras con las que, a modo de dedicatoria, José Calvo Poyato, inicia su novela “El sueño de Hipatia”, sintetizando en estas dos frases todo el propósito de la obra.
“El sueño de Hipatia” es un homenaje a la búsqueda del saber, a la ciencia, al progreso y sobre todo a una mujer silenciada y ocultada precisamente por defender el conocimiento y además ser mujer.
José Calvo Poyato, profesor de historia, especializado en el barroco, opta en esta ocasión por embarcarse en una aventura fechada en el mundo antiguo.
En el s.IV, entre el alba del cristianismo y el crepúsculo de la época clásica, la historia que nos cuenta la novela transcurre en un marco en el que se enfrentan dos concepciones del mundo: aquella en la que el pensamiento único tiene y debe imperar, representado por el cristianismo incipiente y, el pensamiento libre, heterogéneo y tolerante de un mundo clásico en declive, en crisis y de cuyas debilidades se aprovechará ese movimiento religioso que aspira a imponerse.
“Nadie debe ser condenado por sus ideas” expresa Hipatia, última científica del mundo antiguo que vinculó su vida a las tradiciones y costumbres de sus antepasados, que se enfrentó al poder de los patriarcas de Alejandría, fanáticos que se empeñaron y consiguieron acabar con las formas de vida del mundo clásico.
Por ello, sobre Hipatia, símbolo de la resistencia contra el poder  y el integrismo eclesiástico, “cayó un manto de silencio” escribe Calvo Poyato.
Hipatia se convirtió en una amenaza porque representaba la rebeldía de una mujer entregada a la ciencia y al progreso en una época en la que la semilla del fanatismo religioso comenzaba a crecer.
Escribo esta reseña cuando se cumple una semana del atentado yihadista de Barcelona y no puedo evitar pensar cómo, a pesar del paso de los siglos, el radicalismo religioso continúa provocando estragos, hoy en nombre de Alá, ayer en nombre de Cristo.
La quema de la biblioteca de Alejandría, uno de los episodios más desgarradores de la novela, junto con la tortura a la que sometieron a Hipatia aquellos fanáticos, simboliza el auténtico horror del integrismo.
Calvo Poyato cuenta que los cristianos destruyeron todos los escritos, todo el saber que albergaba la biblioteca porque no coincidían con su pensamiento. “Quemar aquellas ideas era una forma de quemar a quienes las escribieron”, expresa el autor.
En aquella gigantesca pira se estaba consumiendo a toda velocidad la constancia, el tesón y el sacrificio de miles de personas que, con su trabajo, habían procurado arrancarle sus secretos a la naturaleza, hacer más llevadero el esfuerzo de la humanidad o propiciar alivio y consuelo a los enfermos y afligidos. De la mayor parte de las obras que estaban ardiendo ni siquiera se guarda memoria de su título”.
La biblioteca de Alejandría acogía todo el conocimiento de la antigüedad. El progreso de la humanidad hubiera sido más ágil de haber contado con todos aquellos avances en medicina, matemáticas, astronomía, física. Y por eso se convirtió en el objetivo de una secta religiosa, al igual que en estos días, los espacios abiertos de convivencia internacional, intercultural, interracial como Barcelona son también objetivos a destruir junto a los infieles que en ellos habitan.
No es casual que escriba estas líneas, como no es casual que la historia se repita. Son las constantes vitales de una humanidad que no aprende de sus errores. Por eso es tan importante que interpretemos estos momentos como advertencias, señales de alarma que nos avisan del peligro de los que atraídos por cantos de sirena se precipitan a los acantilados, abarrotados de personas, llevando consigo cinturones de bombas y textos del Corán.
Es por ello que lecturas como las de la novela “El sueño de Hipatia” se hacen imprescindibles, por lo que cuentan, por cómo lo cuentan y, sobre todo, porque su trasfondo es lo que cuenta.
24 de Agosto de 2017
        
 SOCIALISMO EN TIEMPOS DIFÍCILES 
                
  

Socialismo en tiempos difíciles” de Juan Antonio Molina es una selección de artículos breves pero intensos de contenido, en los que el autor, periodista y escritor, da su visión sobre el socialismo que fue, es y debería ser en España.
Con prólogo de Antonio Miguel Carmona y epílogo de Odón Elorza, Molina analiza en cada uno de ellos diferentes aspectos de la política y la economía actual que han llevado a la deriva a la clase trabajadora en los últimos años y a España a una crisis que va más allá de lo económico, adentrandose en todos los rincones de la sociedad.
Estos artículos publicados a lo largo del año 2012 en los diarios Nueva Tribuna, Diario Progresista, El Correo de Andalucía, Vanguardia de Sevilla y en la Latin News Agency, destacan el valor del socialismo como instrumento para lograr la igualdad social y la justicia y detallan las dificultades que en el mundo de voraz capitalismo en el que nos encontramos, los poderes e intereses fácticos se empeñan en crear. Así Juan Antonio Molina expresa que “la verdadera política es el arte de lo imposible, cambiar los parámetros de lo que se considera posible en el contexto de un pensamiento conservador y excluyente”.
También se hace referencia de modo recurrente en ellos a la “modélica” Transición, que con la perspectiva de los años se puede afirmar que ni fue modélica ni permitió una auténtica y sincera Transición. Sobre ella el autor dice que nuestra democracia está anclada en los condicionamientos de una transición desde la dictadura que dejó intactos muchos poderes financieros y sociales y apenas consolidada en la extensión de los derechos ciudadanos y el funcionamiento de las instituciones del Estado (…) La transición española supuso para las fuerzas de oposición al franquismo un ejercicio de renuncia que bajo el concepto de consenso representó en el caso de los partidos de izquierda el abandono de importantes jirones ideológicos (…)
Los artículos están llenos de citas de autores clásicos, antiguos y contemporáneos que dan a su lectura un valor añadido. Así menciona a Séneca para recordar sus palabras en relación a que lo que las leyes no prohiben puede prohibirlo la honestidad y Marcuse, Montalbe, Mallet, Camus, Bobbio, Adorno, Toynbee, Ortega y Gasset, entre otros, son los pensadores cuyas ideas conforman parte del esqueleto de los textos.
Y sobre todo son artículos que se preocupan por definir qué significa ser de izquierda. Para ello resalta las palabra del sociólogo Bauman en relación a que la comunidad tiene el deber de asegurar a cualquiera de sus miembros frente a un infortunio individual y a que la calidad de la sociedad debería medirse no en función del bienestar medio de sus miembros sino del de sus partes más débiles. También cita a Concepción Arenal en referencia a su pregunta sobre si los pobres serían lo que son si nosotros fuéramos lo que debiéramos ser.
Valiente y certero en sus análisis, Juan Antonio Molina incluso se atreve a soñar que un día el miedo cambiase de bando y en un ejemplar ejercio de durísima crítica hacia el viraje de la izquierda expresa “el destierro del pensamiento y la ideología del socialismo democrático le aleja de sus aspiraciones identitarias que fueron y deberían ser la implantación de un nuevo tipo de relaciones entre los hombres, un nuevo orden de prioridades, un nuevo modelo de vida y de cultura (…) Durante demasiado tiempo la izquierda ha sido en nuestro país no un proyecto de cambio sino un proceso de adaptación, actuando en un ámbito que niega el modelo de sociedad que propugna”.
No es casual que en estos días releyera alguno de estos artículos que, con los últimos cambios en la dirección del PSOE, cobra del todo relevancia su lectura, análisis y comentario.
Para concluir esta reseña he querido transcribir el último párrafo del artículo titulado “La política como tarea moral” que sintetiza en unas pocas líneas la intención y el propósito del autor al aunar en este libro estos artículos:
Ante el irracionalismo de la racionalidad del mercado, que sólo ve al hombre como un precipitado de la economía, es necesario clamar por la resurrección de las ideologías, pues en momentos como éste su tarea no sería exclusivamente política, sino también moral”.
15 de Agosto 2017
                          

EL LABERINTO DE LOS ESPÍRITUS 


 “Tienes que contar la verdad”, son las palabras que Daniel Sempere sueña e imagina que le dice su madre muerta. Y en torno a la verdad o, más bien, a la falta de ella, gira la última obra de Carlos Ruiz Zafón en la que su voraz intriga hará que el interés por su lectura sea inagotable a pesar de sus 925 páginas. 
El Laberinto de los Espíritus de 2016 es la novela que cierra la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados con la que Zafón nos embaucó y arrastró hasta su universo en el que, en una Barcelona mágica y atraídos por unos personajes indiscutiblemente bien creados, nos vemos inmersos en una intriga en la que nada, ni nadie, es como parece.
“En este mundo la verdad solo hace daño y Dios ama y ayuda a quien miente” expresa el autor en otra ocasión y en boca de Lorena la archivera pone el ruego al periodista Sergio Vilajuana para que cuente la verdad: “Hágalo por sus hijos. Cuente la verdad por ellos. Cuando pueda y como pueda. Pero no nos deje morir. Ya somos muchos. Alguien tiene que prestarnos la voz”.
Es la búsqueda de la verdad y la búsqueda de uno mismo. Y, en ese laberinto de historias, la búsqueda que nos hace iniciar el camino concluye como las leyendas de héroes,  con el regreso a casa y con el descubrimiento de que el tesoro estaba allí.
La novela es como una matrioska rusa, en la que los personajes y sus historias se entrelazan provocando en el lector lágrimas e impotencia ante una realidad que ocurrió, no hace tanto tiempo, a nuestros abuelos, supervivientes de una guerra civil y de una represión encarnizada, silenciada por imposición y casi olvidada.
“El pasado no desaparece por mucho que se esfuercen los necios en olvidarlo y los embaucadores en falsificarlo para venderlo otra vez como si fuera nuevo”, expresa Zafón y por ello enmarca su narración en la España de postguerra, dominada por un régimen y un Estado corrupto que represalió a una sociedad indefensa y desamparada y, en la que las instituciones, por robar, robaban hasta niños y niñas a cuyos padres asesinaban en las cárceles o dejaban morir de hambre en las calles o en los manicomios.
Pero,  El Laberinto de los Espíritus es también una historia de escritores, sobre escritores y  libros olvidados, malditos y por escribir. Todo gira en torno a los libros, a la pasión por leer y escribir, por conocer y contar.
Es un rompecabezas, cuya imagen se desgrana poco a poco gracias a la aparición de personajes secundarios que van aportando nuevas piezas a ese gran puzzle que, a medida que avanza la narración, se va haciendo más difícil. Las historias de unos y otros van construyendo la línea principal que finalmente resultará no ser ni la única ni la más importante.
Entre los personajes principales destacan los femeninos (Isabella, Alicia, Bea e incluso Lorena la archivera) a los que el autor dota de valentía, fortaleza y amor desorbitado y en el contexto histórico en el que se desenvuelven expresa: “El nivel de barbarie de una sociedad se mide por la distancia que intenta poner entre las mujeres y los libros”.
Y junto a los personajes masculinos, tienen como denominador común la rotura de sus almas e incluso de sus cuerpos. Son personajes rotos por el dolor de las heridas producidas o por la guerra o por la represión. Heridas cicatrizadas con el falso bálsamo del silencio.
El Laberinto de los Espíritus es un bucle de intrigas en el que como colofón se invita a pensar en los multiversos de la física cuántica, en la que todo puede estar ocurriendo a la vez. Zafón escribe: “Los libros no tienen ni comienzo ni fin, sólo puertas de entradas”  y en una de estas puertas se encuentra la respuesta a todas las preguntas.
25 de Julio 2017



EL PRISIONERO DEL CIELO


Carlos Ruiz Zafón continúa la saga de “El cementerio de los libros olvidados” con la obra “El prisionero del cielo” en la que se nos desvelan secretos de familia de Daniel Sempere en los que gravita la propia historia de Fermín Romero de Torres.
Si en “La sombra del viento” y en el “Juego del Ángel”, Zafón nos atrapaba en su universo sombrío, doloroso y sin embargo bello, en “El prisionero del cielo” consigue, una vez más, hacernos caer en su trampa de la que sólo se puede escapar continuando la lectura en “El laberinto de los espíritus”, la última entrega de esta fabulosa saga.
En “El prisionero del cielo” la guerra civil española está presente tras las historias de los prisioneros del bando republicano encerrados en el calabozo del castillo de Monjuic. Así, la Barcelona eterna de Zafón, sus brumas y el mar serán también testigos silenciosos y protagonistas de la historia que nos narra.
La tortura física siempre presente con el personaje de Javier Fumero, da paso en esta ocasión a la tortura psicológica, emocional y especialmente intelectual, al ordenarse la quema de toda la obra literaria de David Martín y al obligársele a escribir para otro a fuerza de golpes y humillación.
Los personajes de ficción de Zafón podrían igualmente haber sido reales y, sus desgarradas historias como la de tantos otros héroes, silenciadas por el olvido impuesto en esta España sin sentido, sin lógica y sin justicia.
Pero el autor quiere que conozcamos lo que les ocurrió en aquella Barcelona de guerra y posguerra y, aunque forma parte de su imaginario, podríamos imaginar que aquello ocurrió en verdad.
Fermín Romero de Torres, cobra, por fin, su merecido papel protagonista y será quien nos guíe por su pasado, unido inevitablemente al de Daniel Sempere. Su apabullante personalidad de tragicomedia,  su admirable y sensato pensamiento y sus profundas convicciones permiten al autor otorgarle las mejores parrafadas con las que irremediablemente el lector se identifica.
Según expresa el propio autor, El prisionero del cielo "es el lugar donde el concepto de las cuatro novelas interconectadas finalmente se hace evidente, y todo lo que el lector descubre en sus páginas le permite reinterpretar los dos libros anteriores".
El prisionero del cielo es la tercera parte de una saga que termina en El laberinto de los espíritus que, como colofón, el autor regala al mundo de la literatura con la certeza de que nunca estará maldito ni formará parte del cementerio de los libros olvidados. 
4 de Junio 2017


LOS IDUS DE OCTUBRE


Hoy, idus de junio, escribir la reseña de una obra, concebida para ejercer influencia ante un acontecimiento puntual en la historia del PSOE, cuando éste ya ha pasado, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Uno de los inconvenientes es que, desde esta reseña ya es imposible sumar avales y votos para el candidato que lideraba el proyecto que, en esta obra se describe,  porque las primarias a las que dirigía su foco ya han tenido lugar.
No obstante, se ofrece como ventaja que, conociendo el resultado de las mencionadas primarias, este proyecto cobra visos de ponerse en práctica, por lo que se hace ahora, si cabe, más importante, su conocimiento para seguir incorporando apoyos y lograr que se haga realidad.
Los Idus para los romanos eran fechas de buenas noticias y coincidían con los días 13 de cada mes, a excepción de marzo, mayo, junio y octubre que se celebraban los días 15. De todos ellos destacaba el idus de marzo por estar dedicado al dios de la guerra, Marte. Y quiso la Historia gastarle una broma a Julio Cesar haciendo coincidir su asesinato con los idus de marzo.
Este guiño histórico que José Borrel utiliza para dar título a su libro, se vuelve a su favor porque, a diferencia de Cesar, Pedro Sánchez, también muerto en su propio idus de octubre (que no fue el 15 sino el 1) renace de sus propias cenizas, concediendo a la conmemoración, de nuevo, el rango de portadora de buenas noticias.
José Borrell, en un ejercicio de vertiginosa habilidad, escribe en pocos meses la crónica de una muerte anunciada, analizando sus pormenores y, sobre todo, explicando la necesidad de la resurrección.
Tras realizar una valiosa autocrítica sobre el cómo y el por qué se ha llegado al momento presente, desgrana las líneas maestras del proyecto que lidera Pedro Sánchez y con el que se pretende recuperar la confianza del electorado, perdida tras el abandono de las políticas socialdemócratas y la invasión del neoliberalismo al que no se le puso ni una mínima traba.
Los asuntos capitales sobre los que asienta el armazón de este proyecto de renovación son: recuperar la relevancia que la participación de la militancia tuvo en el pasado del PSOE, considerar que las alianzas progresistas son el camino para lograr cambios en las políticas económicas, rescatar la socialdemocracia y reinstaurar los principios y valores socialistas combatiendo el paradigma neoliberal dominante, defender el federalismo con sus premisas de cooperación, colaboración y solidaridad como se define en la Declaración de Granada y lograr que las políticas económicas sean una herramienta de transformación del modelo productivo.
José Borrell, ex ministro socialista con Felipe González y presidente del Parlamento Europeo desde 2004 a 2007 expresa en esta obra: “Confiemos en la resiliencia de la socialdemocracia que se ha reinventado muchas veces como fuerza que lucha por la cohesión social y contra la tendencia hacia una mayor desigualdad generada por el capitalismo. La socialdemocracia en el s. XX ha triunfado cuando ha sido audaz, cuando ha sido capaz de pensar en un futuro que no existe pero que se desea y necesita”.
Y para ello, destaca los retos a los que se enfrenta el PSOE concentrados en un reforzamiento de los principios y valores básicos de la socialdemocracia: igualdad, libertad y solidaridad ampliándolos en tres ámbitos: la necesaria sostenibilidad ecológica, imprescindible para garantizar un progreso justo y seguro para las generaciones presentes y venideras; la erradicación definitiva de la sociedad patriarcal que permita la igualdad de género y, la recuperación de la democracia para garantizar la justicia social. Todo ello aumentando la participación y el debate ciudadano.
Así, Borrell hace de su obra “Los Idus de Octubre” una lectura imprescindible, al convertirla en herramienta de reflexión, análisis y descripción de propuestas concretas con las que se puede cambiar el futuro inmediato de España.
25 de Mayo 2017



MEDEA MURIÓ EN CORINTO 

 Aedo mentiroso, aedo mentiroso”, fueron las palabras con las que Medea  se dirigía a Kión, el poeta jorobado y maltrecho que Jasón escogió para que inmortalizara sus aventuras.
“Aedo mentiroso” son las palabras que aun retumban en mi memoria y que no dejan de martillearme el alma aún después de haber terminado la lectura de esta hermosa obra poética.
Las mentiras de un poema describen el pasado que quisimos vivir y no pudimos e insinúan las esperanzas en un futuro que queremos apresar y no podemos vislumbrar” son las palabra que Antonio Jiménez, autor de esta novela, pone en boca de Kión, para invitarnos a reflexionar sobre cómo la Historia es propiedad de los vencedores y está llena de mentiras. Pero no importa. Lo cierto es que la verdad no interesa, importa lo que la gente cree. Y la gente creyó durante cientos de años que Medea fue una bruja que se comió a sus hijos en venganza por el abandono de Jasón.
Ante este bucle de creencias malintencionadas, el autor, profesor de latín y griego en un instituto público de Sevilla, se atreve a romper el arquetipo que poetas de la antigüedad construyeron en torno a la figura de Medea. Arquetipo de mujer vengativa, rencorosa, conocedora de malas artes y llena de defectos de los que una mujer “de bien” debe huir y que sin embargo, en esta nueva Medea se legitiman y se les empodera como reivindicación de la lucha de una mujer, que como tantas otras, ha sido víctima y denostada por el patriarcado. “No hagáis como Medea. Una griega decente prepara su ajuar, toma su dote y acude a la casa del marido que su padre eligió para ella (…). Pero “Esa Medea obró de una manera que conduce al desastre; ella compró un marido con el tesoro de su padre y le impuso sus condiciones (…)”. Ese fue su delito. Quiso ser como un hombre y la condenaron por ello.
La novela “Medea murió en Corinto” editada por Chiado Books, es la reinvención de un mito, un canto feminista y matriarcal, que incluso otorga a la madre la valentía de enfrentarse a los dioses y al destino que le tenían asignado a su hijo Kión, venciendo, precisamente gracias a la palabra, a la fábula.
Pero también es un homenaje a los desheredados de la tierra, a los campesinos, al pueblo, encarnado en la figura de ese jorobado que inventa a la malvada Medea y luego se arrepiente de ello. 
Es  una crítica al enriquecimiento de pueblos a costa del empobrecimiento de otros, una apología en contra de la guerra y una ventana a la esperanza aludiendo a la utopía como lo hacían los autores antiguos, no ubicándola en el futuro, sino en un lugar concreto, en este caso La Grecia Euxina donde no hay dioses, reyes, ni tiranos, ni mendigos, sino hombres y mujeres libres en igualdad. “Un pueblo prisionero de sus miedos es un pueblo sin futuro, un pueblo que teme aprender cosas nuevas, es un pueblo con vocación de esclavo (…) Es un error ver como enemigo al forastero. El lugar que recibe bien a los extraños acaba por convertirse en una tierra rica”.
Con una prosa depurada, cuidada  hasta lo inimaginable, nítida, sencilla y bella, construye  imágenes que nos trasladan al mundo antiguo. Detalla sus costumbres, sus sueños y sus debilidades para recordarnos que, a pesar del paso de los años, no ha cambiado nada.
La ambición desmesurada de Jasón es el hilo conductor de esta novela que se narra con perfil cinematográfico. “El oro no debiera ser la razón para emprender ningún viaje” le recrimina el viejo Ireneo a Jasón y le increpa: “eres un hombre simple, incapaz de comprender el mundo, tu simpleza te convierte en un hombre peligroso, porque no ves en los demás a tus iguales. Una soberbia ciega y enfermiza te impulsa a ver en ellos sólo instrumentos de tu ambición o víctimas de ella si es preciso”.
Y es sobre todo un homenaje a la fábula. Historias dentro de historias que borbotean en el interior del caldero que oculta todos los secretos y es capaz a la vez de extraer la esencia de la vida.
La clave de bóveda: la última frase que condensa todo el propósito de la obra.
17 de Abril 2017


HOMBRES BUENOS 

El viaje de los dos miembros de la Real Academia de la Lengua Española, D. Hermógenes Molina y D. Pedro Zárate  a París a finales del siglo XVIII en busca de la primera edición de la Enciclopedia, es la excusa que utiliza Arturo Pérez Reverte para retratar esa España que tan poco ha cambiado a pesar del transcurso de los años. Esa España dividida entre los que consideran el conocimiento como fuente de libertad y prosperidad y los que lo rechazan precisamente  por los mismos motivos.
Los dos académicos: el bibliotecario D. Hermógenes Molina y el almirante D. Pedro Azcárate, de avanzada  edad, aceptan la misión que cuenta con beneplácito real y de la misma inquisición para viajar hasta el corazón de Francia y traerse a su vuelta, los 28 volúmenes que componían la Enciclopedia de D´Alembert y Diderot. Pero ese viaje en carruaje no estará exento de peligros porque habrá quien se empeñe en impedir que los libros lleguen a España, aunque eso signifique la muerte de los mismos académicos.
Pérez Reverte en un alarde de originalidad, intercala en la narración los pormenores que le supusieron construir la historia, el trabajo de documentación y las entrevistas realizadas para modelar los personajes que, a pesar de haber existido, había que dotarlos de vida en la ficción.
Toda la trama gira en torno a cuatro figuras de diferente calado. Personalidades contrapuestas y que, sin embargo, tienen en común un pasado de compromiso que de una manera u otra les lleva al presente del que ya no pueden huir.
Más allá de creaciones maniqueas, Reverte hace que logremos empatizar con estos personajes arquetípicos pero llenos de claroscuros, que no dejan de sorprender al lector a medida que va avanzando la historia. 
Así, bajo el título “Hombres buenos”, el autor bien ha podido referirse no sólo a los dos protagonistas, sino también, a los antihéroes representados por el revolucionario exiliado español Bringas o el villano Raposo, porque cada uno en su mundo, albergaba el mismo respeto y admiración por el conocimiento, la cultura y la libertad.
21 de Enero 2017


REY LOBO 

Del mundo antiguo conocemos sobre todo a egipcios, romanos y griegos, pero muy poco sabemos de nuestros antepasados los  íberos. Hombres y mujeres rudos en un tiempo en el que la lucha por la supervivencia era su principal ocupación.
Juan Eslava Galán empeñado en sacar del olvido la historia de Iberia y por añadidura de su Jaén natal, nos regala de vez en cuando, novelas que recrean un pasado desconocido y no por ello menos importante, sobre todo, porque se trata de nuestro pasado.
Es el caso, de su obra “Rey Lobo”, en la que recrea la historia de un íbero oretano de Zubión (zona    entre la actual Jaén y Villagordo) que  comienza en el año 411 antes de Cristo. Al igual que el Ulises griego, nuestro héroe, Zumel, abandona su hogar y se embarca en un    viaje que le llevará de guerra en guerra a la lejana  Siracusa, hasta que 20 años después  regrese de nuevo a casa. A lo largo de las aventuras y desventuras que vive Zumel atribulado por una promesa incumplida, Eslava Galán desgrana las costumbres y tradiciones de aquel pueblo que puso los cimientos de nuestra historia.
“Rey lobo” es una novela de amor y venganza en la que los sentimientos llevan a nuestro protagonista a liderar acciones heroicas y desesperadas. Es una obra en la que se vislumbran las tradiciones como cadenas que  esclavizan a los hombres  y el destino como la recreación de un propósito personal. Es una metáfora de la absurda resistencia al cambio, al paso del tiempo. Es la historia de un guerrero que quiere ser pastor y sólo cuando  acepta que uno es lo que es y no puede escapar de ello, encuentra la paz.
14 de Noviembre 2016




NIÑAS MALAS, MUJERES PERVERSAS 
RECOPILACIÓN DE RELATOS SELECCIONADOS POR ÁNGELA CARTER


Carlos Ruiz Zafón escribió en su cautivadora novela “La sombra del viento” que no se escoge un libro sino que es el libro quien te escoge y, verdaderamente es así.
Cuando por el año 1990 mi amigo Juan Bonilla me regaló el recopilatorio de relatos titulado “Niñas  malas, mujeres perversas” fue  precisamente esa una elección no azarosa encaminada a despertar en mi una semilla dormida.
Ciertamente el libro me escogió y mi amigo no hizo más que dejarse llevar por esa mágica voluntad que haría que este libro me acompañase todos estos años de manera muy visible en mi librería.
No obstante, desde entonces, ha permanecido en silencio y ha sido precisamente ahora cuando he  escuchado las voces de esas niñas malas y esas mujeres perversas  clamando por que se desvelaran sus historias.
Y ha sido precisamente ahora el mejor momento para leerlas.
No es casualidad que en un  momento en el que, por desgracia, la violencia machista es  un     asunto de actualidad, caiga en mis manos este libro que describe, a veces con pasión, otras desapasionado, el  papel femenino en la    sociedad cualquiera que sea porque en todas tiene un denominador común: sus protagonistas no son niñas malas ni mujeres perversas como habitualmente el patriarcado las ha querido clasificar, sino niñas y mujeres luchadoras,  capaces de ingeniar sofisticadas soluciones a sus vidas que de otro modo estarían abocadas al  fracaso.
Son niñas y mujeres valientes, a pesar de los condicionamientos  sociales, dispuestas a arriesgar lo que haga falta por lograr la felicidad o soportar el mayor  sufrimiento ante un destino  marcado por su género que las  hace esclavas de una vida que no han elegido.
Esta antología de relatos de  mujeres sobre mujeres seleccionados por Angela Carter es una bella y profunda reflexión sobre la mujer a través de varias historias,   muchas de ellas alegorías sobre la fortaleza y la capacidad de          sufrimiento.
Destacan entre las autoras de  algunos de estos relatos, las norteamericanas Djuna Barnes o Jane Bowles; la francesa Colette, la  sudafricana Bessie Head o las     indias Frances Towers o Suniti Namhoshi.
Mujeres de diferentes nacionalidades, de diferentes culturas, con diferentes formaciones, pero todas ellas con el denominador común de querer destacar la valentía, el dolor y el compromiso de tantas y tantas mujeres castigadas y     apartadas de la vida y que además tuvieron que cargar con los descalificativos de malas y  perversas.
De los 18 relatos quizás el primero y el último de ellos sean los que con mayor sensibilidad e inteligencia desvelen la clave que da       verdadero sentido a la obra.
El primer relato escrito por la    australiana, Elizabeth Jolley, titulado “La última cosecha” logra sorprender al lector acostumbrado a estereotipos femeninos y logra convencerle ante el virtuosismo que en muchas ocasiones la mujer debe desarrollar para salir  adelante.
Y el último de los relatos publicados en esta antología y tan bien escogido por la periodista y novelista británica Angela Carter es el de la escritora china Luo Shu,      titulado “Tía Líu”. En él la protagonista asume su rol de sirvienta en una comunidad tradicional china que lejos de apiadarse de su    suerte le recrimina su mala vida ante lo cual  tía Liu es capaz de afrontar su  destino con la poca  libertad que se le otorga.
Angela Carter cuya obra ha sido calificada de poética subversiva por rechazar mitos sociales y literarios y por desmontar estereotipos de género señalando su     origen patriarcal y su calidad de mito, realiza con esta selección un auténtico trabajo de reivindicación de la otra cara de la mujer, de ese rostro oculto, maquillado de prejuicios masculinos y que sin embargo ha sobrevivido bajo el peso de cientos de años de sumisión y que es necesario sea sacado a la luz para que resplandezca.
18 de enero de 2016



LOS SURCOS DEL AZAR


Con la novela gráfica “Los surcos del azar” Paco Roca, Premio Nacional de Comic 2008, se sumerge en las  aguas del olvido en el que tantas y tantas historias de exiliados españoles se encuentran ocultas, en las   profundidades de un océano sin   memoria. Pero, después de tantos años a la deriva, golpeadas por un silencio impuesto e interesado, las historias de estos hombres y mujeres que entregaron sus vidas por la libertad, comienzan a ponerse en valor cuando jóvenes de generaciones  posteriores, como Paco Roca,  deciden emplear su tiempo,   trabajo e ilusión por hacerles el homenaje que nadie en España aún les ha hecho.
Los surcos del azar” inspiración del verso machadiano: “Para qué llamar caminos a los surcos del azar” es la historia de un joven dibujante que viaja hasta Paris para indagar sobre los exiliados españoles que lucharon en la segunda guerra mundial y    contacta con un antiguo excombatiente que tras las conversaciones  resulta ser uno de los soldados que formaron “La Nueve” que al mando del capitán valenciano Amado Granell liberó Paris de los nazis.
“La Nueve”, pertenecía a la División Leclerc, integrada en los  ejércitos de Patton, fue la primera compañía que penetró en París formada, en su   mayoría, por soldados y oficiales    españoles (146 de 160) y fueron ellos quienes llegaron al Ayuntamiento para liberarlo de las fuerzas alemanas. El día 26 de agosto de 1944 “La Nueve” encabezó el desfile de la victoria, llevando en sus vehículos, bajo la bandera francesa, la bandera republicana española.
Y fueron 16 soldados de “La Nueve” los que llegaron a liberar “el nido del águila”, el refugio de Hitler en los   Alpes bávaros, donde recibieron la noticia de  boca del general Leclerc de que la guerra había terminado y también, donde descubrieron con  decepción que liberar España, su   auténtico objetivo, no entraba en los planes de la coalición.
Es por esto que la obra de Paco Roca publicada en 2013 adquiere mayor importancia. Por una parte, cuenta con una indiscutible calidad artística, y por otra, posee el valor añadido de sacar a la luz la historia de los españoles que obligados al exilio optaron por unirse al ejército francés y luchar por la libertad creyendo que con el fin del nazismo comenzaría el fin de la dictadura militar española.
Paco Roca utiliza sólo colores fríos para ilustrar las dos historias que va narrando. Escoge el blanco y sepia para describir el momento presente en el que conversa con un Miguel Ruiz anciano solitario, callado, pero lleno de secretos. Y utiliza tonalidades de colores fríos en las viñetas en las que se cuenta la historia que poco a poco va desgranando Miguel sobre su pasado, su exilio y finalmente su participación en “La Nueve”.
Tras las charlas que ambos van teniendo se va descubriendo una vida llena de esperanzas rotas, de amistades perdidas y amores imposibles. Una vida aferrada a una falsa ilusión: la de poder regresar a una  España en libertad.
El autor confiesa que la idea de abordar este trabajo, que le llevaría 5 años, surgió en una visita a Paris en 2008, tras escuchar a la periodista Evelyn Mesquida, acompañada por dos de los excombatientes de aquella compañía, Manuel Fernández y Luis Royo, en la presentación de su libro “La Nueve, los españoles que liberaron Paris”. A partir de ese momento comenzó un duro trabajo de documentación para el que contó con la colaboración del historiador e hispanista Robert S. Coale.
Miguel Ruiz, el protagonista de esta novela narra los episodios ya olvidados de aquel remoto pasado por el que creía que ya nadie se interesaría, y va descubriendo una realidad    desconocida y crucial en la historia contemporánea europea y española.
Más de medio millón de españoles cruzaron los Pirineos en 1939 huyendo de la tropas franquistas, entre ellos muchos combatientes republicanos. El gobierno de la República  había contratado una flota de buques para evacuar a los españoles contrarios al fascismo, pero el gobierno de Franco puso todo su   empeño en impedir que estos barcos arribaran a las costas españolas. Los exiliados que lograron llegar a Francia fueron hacinados en campos de concentración, en barracas donde cientos de hombres, mujeres y niños murieron de hambre y enfermedades. A muchos les obligaron a alistarse en el ejército francés y otros se presentaron voluntarios, como los pertenecientes a “La Nueve” para    luchar contra el nazismo. Estos   hombres imprimieron la bandera   republicana española en trozos de tela y los cosieron a sus uniformes. Estos hombres dieron a los carros de combate nombres de ciudades en las que habían combatido a Franco como Teruel, Guadalajara, o Madrid. Estos hombres con lágrimas en los ojos liberaron París cantando ¡Ay   Carmela! con el sueño  de que    pronto  liberarían también España.
3 de diciembre de 2015



PABLO IGLESIAS, EDUCADOR DE MUCHEDUMBRES 



Juan José Morato, que tuvo el lujo de conocer personalmente a Pablo Iglesias Pose, fundador de la UGT y del PSOE, describe en esta obra la vida y la persona de uno de los hombres más carismáticos y emblemáticos de la historia de España. Un hombre, cuyo pensamiento    deslumbraría a algunos, entre los que se encontraba Benito Pérez  Galdós o Unamuno y, cuyo compromiso  social, daría esperanza a muchos al proporcionarles los instrumentos  intelectuales para la lucha de clases.
El autor desgrana en las páginas del libro la dura infancia que sufrió Pablo Iglesias en una España empobrecida con unas gigantescas desigualdades sociales. Infancia que marcaría su vida y su entrega a los más débiles a los que nunca   dejó de defender incluso costándole, en más de una ocasión, la cárcel. Su integridad, su austeridad, su honradez y lucidez de pensamiento le atrajeron amigos y admiradores pero también enemigos que no cejaron en levantar calumnias contra su persona.
Desde las páginas de El Socialista, Pablo Iglesias Pose denunció atropellos, brutalidades, arbitrariedades, suspensiones de garantías constitucionales, y corrupciones electorales considerando que así contribuía a la educación ciudadana. Y también denunció el accidente laboral que el 8 de abril de 1905 se cobraría la vida de 30  trabajadores del Canal de Isabel II. Durante la construcción del 3er  depósito de agua con un material nuevo, el hormigón armado, tuvo lugar el hundimiento de la bóveda del edificio que también ocasionó heridas graves a más de 54 trabajadores. La Justicia exculpó a los  ingenieros imputados dando validez al informe de uno de ellos en el que se argumentaba que la ola de calor fue la causante del accidente, mientras, desde las páginas de “El Socialista” escribió: las causas del hundimiento han sido la codicia, el favoritismo, el compadrazgo, el chanchullo… El   terreno donde se construía no era el adecuado, pero su adquisición fue un negocio escandaloso; el material empleado no correspondía a la  solidez que requería la obra y la  inspección de los trabajos realizados o no se efectuó o fue una farsa”.
Según el periódico “El Liberal” hacía tiempo que la sombra de la sospecha corría sobre los contratistas que se lucraban ahorrando dinero en los materiales, lo que llevó a una multitud de trabajadores y  ciudadanos a que se concentraran para protestar, llevando a la policía a disparar y provocar un muerto y catorce heridos.
Sobre la absolución de los ingenieros Iglesias dijo: “Sabemos bien que la justicia burguesa es tan bondadosa con los poderosos que delinquen como inflexible y dura con los       pobres que tropiezan en el Código Penal siquiera sea por faltas leves … Estos fallos entrañan desprecio y crueldad hacia la clase trabajadora…”
La obra “Pablo Iglesias Educador de muchedumbres” publicada en su primera edición en 1931  a  pocos años de su muerte, el 9 de diciembre de 1925, es un homenaje a toda una vida de compromiso social, desde el sindicato y desde el partido. Así los despidos y la cárcel se convirtieron en algo habitual en su vida. Las empresas editoras de Madrid acordaron no volver a contratar a Pablo Iglesias como tipógrafo como consecuencia de sus reiteradas reivindicaciones y protestas ante la explotación laboral, y su continua participación en huelgas y escritos  denunciando abusos y atropellos le llevó a la cárcel  hasta en 11 ocasiones.
A la edad de 60 años Pablo Iglesias Posse fue elegido concejal por el pueblo de Madrid, en unas elecciones municipales que se celebraron 8 meses después del accidente laboral del Canal de Isabel II y es posible que en eso tuviera que ver su participación en el entierro de las víctimas, que se convirtió en una gran manifestación. Iglesias se dirigió a los asistentes y demostró, una vez más, su inquebrantable compromiso en la defensa de los más  desfavorecidos. Era la primera vez en la historia de España que tres representantes de la clase obrera formaban parte de un Ayuntamiento. Como concejal expresó: “Tenemos el doble deber de cumplir: como representantes legales del pueblo hemos de velar por los intereses de todos; como representantes de hecho de los obreros hemos de mirar por los intereses de éstos. Nuestra acción nos creará enemigos, no nos importa. Merecer el odio de los que envenenan al  pueblo, de los que le roban, de los que te toman como cosa explotable, será para nosotros una honra. ”    17 de noviembre de 2015



GUARDAR LA CASA Y CERRAR LA BOCA


A pesar del empeño por silenciar la voz femenina a lo largo de la historia, la mujer ha estado siempre presente, aunque invisible.
Clara Janés en su obra “Guardar la casa y cerrar la boca” rescata del olvido a mujeres que contra el poder masculino dominante quisieron ser poetisas o escritoras jugandose la vida en muchos casos.
Haciendo un recorrido, que se inicia en la antigua Mesopotamia y concluye en nuestros días, a lo largo de los cinco continentes, la autora destaca en sus primeras páginas como en el Paleolítico, a la luz de la lumbre surgieron los primeros relatos y era entonces la voz  femenina la que se escuchaba.  Cómo con la llegada del Neolítico y la dominación masculina la mujer fue siendo relegada hasta el extremo de que en el siglo XVI, Fray Luis de León escribiera: “Porque así como la naturaleza […] hizo a las mujeres para que, encerradas, guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca”.  Y como expresa Clara Janés: “Este sentir dominaba de  modo tan natural, que la artista, en muchos casos aceptaba el  anonimato”.
En esta obra, la autora nos regala poemas de mujeres antiguas y contemporáneas que ponen de relieve su alto valor lírico y su profundo sentimiento de búsqueda de libertad. Versos de una belleza sublime, llenos de dolor y esperanza. Como los de la sacerdotisa acadia Enheduanna, fechados en el 2.500 a. C. y reconocidos como la primera voz  poética.
Clara Janés en su afán por reivindicar la gran injusticia a la que se han visto sometidas las mujeres desde siempre y en todos los lugares del mundo, al obligarlas a recluirse en casa y negarles todo acceso al conocimiento, indaga en esa intrahistoria enterrada por los hombres y rescata la existencia de mujeres que quisieron ser poetisas o científicas y que lo consiguieron renunciando incluso a su libertad.  Porque sólo las monjas, las cortesanas y  algunas pertenecientes a clases adineradas podían ser cultas.
Así a pesar de las palabras de Aristóteles en el s. IV : También puede haber una mujer buena y un esclavo, aunque quizá la mujer es un ser inferior y el esclavo del todo vil, destacaron las voces en la  Grecia del s. VII de Safo, Tais, Targelia, Diotima y Aspasia, y como no, de Hipatia, cuyos importantes trabajos científicos se perdieron como consecuencia de la intensa persecución que vivió y que, sólo gracias a sus discípulos, conocemos.
En Roma las obras de las escritoras Cornelia, Hortensia y Sulpicia corrieron igual suerte que las de Hipatia, sin embargo Japón también en el  s. VII dio a la mujer un sitio sobresaliente en la cultura, como consecuencia de que aún perduraban reminiscencias del antiguo matriarcado.
Clara Janés, sobre la España musulmana expresa que la situación de las mujeres era más libre que en otros pueblos mahometanos. En la cultura intelectual de su tiempo tomaban parte las mujeres y no es corto el número de aquellas que alcanzaron fama por sus trabajos científicos o disputando a los hombres la palma de la poesía. La andaluza se siente casi la igual del hombre y reivindica como él, el  derecho a la vida.
En el s. XIII destacan las poetisas del sur de Francia, trovadoras que pertenecían a la clase alta como la condesa de Provenza,  y en el norte Marie de Champagne, hija de Leonor de Aquitania, y las místicas consideradas maestras debido a su experiencia y al carisma de la  palabra revelada. Pero es que las mujeres también empuñaron armas en muchas sociedades y en la cristiana medieval fue prohibido con bula papal al inicio de la Tercera Cruzada. Matilde de Toscana y la duquesa Gaita de Lombardía fueron algunas de ellas y en España la reina Urraca I de León.
En el siglo de oro en España fue habitual que las mujeres se disfrazaran de hombres buscando la libertad que de otro modo no podían conseguir en una época de enorme misoginia. Y en este mundo fue tras la puerta cerrada de los conventos donde muchas encontraron una salida. Pero sus escritos, aunque muchos se conservaron, no se libraron del anonimato, de la  manipulación y el hurto de su escritura, ya que fueron los mismos sacerdotes y confesores los que se apropiaban de sus textos, los sometían a una revisión final y los firmaban.
Y finalmente llegamos a nuestros días, a esos países que ocultan el rostro de la mujer bajo el burka o el marmouk, reduciendo su existencia a esa mordaza que hace cumplir el decir de fray Luis de León, según el cual, por designio de la naturaleza, a la mujer le toca cerrar la boca.  Pero también en estos países han vivido mujeres que se han negado a cerrar la boca, como Fátima Mernissi en Marruecos, Assia Djebar en Argelia o Nawal al-Sa´dawi en Egipto.
Es así, esta obra,  un homenaje a la Mujer de todos los tiempos que incluso en el convento o bajo el burka no ha cesado nunca de manifestar su espíritu creador.
16 de octubre de 2015



LA ESPAÑA PAGANA



En 1954 llega a España el escritor afroamericano Richard Wright, alentado por la insistencia de una amiga que le había dicho que si quería conocer el origen de Occidente  debía visitar España. Wright reacio por haber sufrido la dura represión racista del sur de los Estados  Unidos, finalmente decide aventurarse y cruzar el Pirineo adentrándose en un país bajo una dictadura  militar.
“La España Pagana” es un libro de viaje en el que el autor narra su    experiencia vital a lo largo de un país atrasado, que se va descubriendo a través de los testimonios de las personas con las que va   conviviendo. Es la visión de un extranjero que llega por primera vez a un país desconocido pero del que se sentía profundamente atraído y, con dulzura y realismo, describe los contrastes  sociales, la pobreza, el temor, la prostitución y el analfabetismo de un pueblo sometido a la Iglesia y al Ejército.
El autor, que impregna de sensibilidad esta obra cuya narrativa es  sencilla y hermosa, logra imbuirse del gran dolor del pueblo español provocado por el franquismo, y   plasma en sus páginas la miseria, el machismo exacerbado, la censura y la corrupción de un régimen  cuya opresión llegaba a todas partes. No en vano, este texto que se publicó en Argentina, estuvo prohibido en España.
Este viaje que, como la obra de Conrad, podría decirse que fue al “Corazón de las Tinieblas” agrupa vivencias, confesiones y secretos que recorren las ciudades de  Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla y Granada.
Pero esta obra va más allá de describir el paisaje desolador de la España franquista, aborda con valentía una tesis, a penas esbozada por historiadores como Madariaga o Américo Castro, la de la esencia del problema del fenómeno  español. Sobre esto Wright afirma: (…) España no era Occidente (…) los órganos españoles de poder habían sido plasmados por un profundo  núcleo irracional que formaba el corazón de la realidad española y que le infundía su vitalidad (…) Un catolicismo precoz y victorioso, recargado con las características profundas de un paganismo, al cual en vano había intentado digerir, se había alimentado en España de la médula de un  paganismo arraigado profundamente en el corazón del pueblo. Y la naturaleza y la función del catolicismo había permitido que ese paganismo permaneciese intacto (…)
Wright escribe en sus primeras      páginas: (…) el destino de España me hería y me obsesionaba. Nunca había podido sofocar el ansia de comprender el problema español y sus causas. Sin embargo no deseaba resucitar recuerdos burlones mientras recorría un país cuyos hombres libres estaban sepultados en los campos de concentración, se hallaban en el exilio o habían sido asesinados (…)” y más adelante expresará: (…) las naciones ascienden y    decaen, dije filosóficamente, lo que me inquieta en España es el sufrimiento (…)
Como la adquisición de este  libro no es fácil, he resuelto reproducir algunos de los fragmentos que ilustran esa España machista, atrasada y atemorizada que a su vez nos pueden hacer comprender muchos de los comportamientos actuales.
España machista
Wright describe a España como un universo masculino que construye dos tipos de mujer: (…) Para ellos, la mitad femenina de la humanidad  estaba dividida en dos grupos: las mujeres “decentes” y las “malas”. Las decentes eran mujeres como sus madres, sus hermanas o sus   novias; las “malas” eran aquellas que podrían ser compradas o que se acostaban con uno sin cobrar. Como necesitaban de las mujeres y no podían tener relaciones con las “decentes” frecuentaban a las “malas”. Y como acostarse con cualquier mujer fuese “decente” o “mala” constituía pecado, era necesario obtener el perdón, por lo que se confesaban regularmente (…).
Más adelante transcribe una conversación con una joven que refleja con nitidez la situación de la mujer en el franquismo.
(…) – Usted no sabe lo que significa ser mujer en España.
-¿Qué significa?
-Se supone que debo quedarme en casa y tener hijos.
-Y ¿quién dice que debe hacer eso?
-La tradición, contestó,  quisiera ser hombre, es mucho mejor.
-¿Por qué?
-Pueden hacer lo que quieren. Son fuertes. Las mujeres no somos nada.
-¿Cómo explica usted que España sea así?
-Somos católicos, dijo suspirando. Mis padres son católicos. Toda mi  vida he oído decir que somos el país más católico del mundo. ¿Qué otra cosa se puede ser sino católico? (…)
-“(…) Si usted quiere marcharse ¿no puede hacerlo?
-No, el gobierno pone dificultades. (…) Pero para tener derecho a salir de España, la mujer soltera que no se dedica al trabajo doméstico debe hacer seis meses de servicio social en beneficio del Estado.
-¿En qué consiste ese trabajo social?
-Este libro. Debo memorizar este  libro, línea por línea, todo entero.
Se refería al Catecismo de la Falange en el que tenían que conocer  hasta el largo de la camisa de Jose  Antonio y se inculcaban los principios del fascismo a las jovencitas de nueve años en adelante y del que Wright dice: (…) Mi español era deficiente, pero me quedé atónito ante los    sentimientos que vi reflejados en letras de molde (…)
Estado militar
En relación a la fuerte presencia   policial en la vida de las gentes      escribe: (…) Conté por lo menos tres policías por cada cuadra y sin duda habría hombres de civil mezclados con la multitud despreocupada.   Tantos soldados se amontonaban en los bares baratos, vagabundeaban por las esquinas o erraban en grupos que se tenía la impresión de que   España estaba movilizada para la guerra, que había resuelto estar en guardia para defenderse del ataque del enemigo. Pero no, esas tropas vivían en medio del enemigo, el   pueblo de España.
Censura, corrupción y economía
Wright describe cómo la oligarquía y la Iglesia son los grandes beneficiarios de la autarquía franquista.      Sobre esto conversa con un joven empresario que le cuenta las dificultades para sacar adelante su negocio: (…) Para proteger al monopolio de los exportadores, no sólo me impiden vender los árboles, sino que hay también reglamentaciones que impiden la plantación y exportación de naranjas. Los potentados que controlan la exportación de naranjas forjan el plan político y social del país. Tienen la aprobación y el apoyo de la Iglesia. La industria naranjera está controlada por el estado a favor de los potentados, quienes a su vez están sometidos por la Iglesia. Esta es la esencia del asunto. (…)
-¿Por qué no hace público su problema? –pregunté.
– ¿Quién se atrevería a publicar esto en España? –replicó- El primer periódico que dijo la verdad sobre esto fue retirado de circulación y el editor encarcelado.
La prostitución
Wright escribe: (…) Los salarios increíblemente bajos de las trabajadoras domésticas bastan para  convencer a cualquier muchacha que posea cierta capacidad de reflexión de que es mucho mejor comerciar su cuerpo que ser la esclava mal vestida y medio muerta de hambre de una insolente arpía de la clase burguesa española. El factor fundamental y básico en este conjunto de circunstancias es esa contracción muscular y dolorosa del vientre vacío denominada hambre, un hambre crónica de toda la nación. (…) En   España la pobreza se ocultaba y se avergonzaba de sí misma. (…).
Estos asuntos han sido destacados por la trascendencia que conllevaron en la configuración de aquella sociedad. Pero no son los únicos que Wright aborda. Los toros, la ausencia de concepto de ciudadanía  y el  papel de la Iglesia ocupan gran parte de su obra, de la que espero haber despertado curiosidad para su lectura.
14 de julio de 2015


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