PIEL DE CORDERO
El patriarcado ha dado más valor a la
muerte que a la vida y ese ha sido uno de los parámetros que ha posicionado de
un modo jerárquicamente superior al hombre frente a la mujer. Porque los
hombres eran los que iban a las guerras, mientras las mujeres se quedaban
pariendo.
Sin embargo, la muerte siempre ha
acompañado a la vida en el momento del parto, hasta hace dos siglos, al menos en
los países más avanzados. Y esa paradójica vinculación permanece en el inconsciente
colectivo femenino.
Sobre el embarazo aleteaba la sombra del
peligro que, a menudo, acechaba próximo a su final y en el que auguraba
reconfortante la presencia, ayuda e intervención femenina. No es casual que
fueran mujeres las matronas, como tampoco que el patriarcado les arrebatase ese
oficio con la llegada de la obstetricia en el siglo XIX ocupada por hombres.
El mismo siglo al que alcanzó en España
la persecución de brujas, ya que Fernando VII derogó la abolición de la
Inquisición que había decretado Napoleón Bonaparte primero y las Cortes de
Cádiz después.
Y es en esta época de retroceso que
vivió España en la que transcurre la novela Piel de Cordero. Y es sobre
la maternidad, la exclusividad femenina de dar vida y la violencia sexual
patriarcal, sobre la que giran las dos historias que la conforman.
La novela que las vincula con una
diferencia de dos siglos nos lleva a una Galicia rural que parece pertenecer al
medievo, pero que la situamos en el siglo XIX con la mención de la “histeria”.
La segunda parte de la obra, transcurrirá en el momento presente y no será
hasta el final cuando la historia de la bruja de Merlo se anude con la de la
joven Lola, atribulada por una relación sentimental de la que es incapaz de
librarse.
“Marina presentía que se iba a morir.
Sucedería mientras le extirpaban de dentro la criatura que estaba condenada a parir”
son las primeras frases de esta novela en la que la maternidad en todas sus
facetas: deseada, violentada, temida o arrebatada, será el hilo conductor de su
narración ágil, inteligente y hermosa y del universo de claroscuros en los que
los prejuicios, las mezquindades y la ignorancia hacen presa a la sociedad y
mella en las mujeres.
Su autora, la escritora gallega Ledicia
Costas, en esta su tercera novela que acaba de publicar, hace un comprometido y
sincero homenaje a las brujas, a las mujeres que fueron asesinadas por brujas y
a las mujeres de todos los tiempos condenadas por nuestra sexualidad en su
exceso o defecto y porque de nuestro sexo nace la vida.
17 de julio de 2024
DE MEMORIA, PERDÓN Y OTROS CONJUROS
La escritora gaditana Alicia Domínguez nos embauca de nuevo con su maestría en el género del relato corto, en una obra que finalmente no es sino una novela, cuyos personajes interconectados transitan entre una narración y otra.De memoria, perdón y otros conjuros es un compendio de historias en las que las emociones vibran y son protagonistas. Emociones que desgarran los secretos y cicatrizan las tragedias de las mujeres y también de los hombres que habitan un universo personal, localizado espacial y temporalmente. Es la España contemporánea, la España que sobrevivió al franquismo, descubrió la democracia, conoció la Unión Europea y el nacionalismo vasco, sufrió el Golpe de Estado de Tejero, el atentado de Atocha y la covid.Pero en este acontecer histórico el tiempo narrativo no es lineal. El pasado y el presente se conjugan en una atemporalidad que atisba las vidas de los personajes, desgranadas pausadamente, para embriagarnos en una atmósfera de añoranza y nostalgia.El tiempo se confunde como las voces de las narradoras que, en ocasiones, es la hija y otras la madre, como en un anhelo de fundir dos existencias que estuvieron condenadas a estar separadas. Y es el dolor de la ausencia y el desarraigo del exilio el sentimiento que aglutina las historias que Alicia Domínguez rescata de su memoria ficticia o autobiográfica.Es así, el más bello de todos los relatos el titulado Que siempre sea verano en el que la autora condensa el dolor por lo que no fue y la ingravidez que la ausencia provoca al arrebatar asideros. “Me duelen ya los párpados de apretar para que pase pronto el tiempo. O para que siempre sea verano” expresa Daniela anhelando continuar con su madre a quien buscará y rechazará simultáneamente en una tóxica relación de amor odio que culminará en el final del relato titulado Otro dolor, no ese, cuando la autora escribe: “No, jamás cerraré esa herida; porque mientras siga abierta, supurando, ella (su madre) seguirá conmigo”.En este carrusel de emociones en el que convierte Alicia Domínguez su última obra, como en un ritual catártico, nos conduce desde el miedo hasta la sorpresa pasando por una lánguida tristeza que culmina con el perdón en un acto de redención que cierra todas las heridas.Así, el miedo está presente en la memoria de los que crecieron en el régimen fascista de Franco, configurándoles personalidades amargas, rígidas y castrantes como la de la abuela Julia, de quien la autora expresará que llevaba el miedo “encostrado en el tuétano de los huesos” o “cristalizado en las pupilas con la necesidad de licuarse y derramarse al fin”. Pero el miedo también albergará en el alma del abuelo Quintana y del tío Pedro, ambos incapaces de reconocer su homosexualidad, sesgando la felicidad de sus vidas.La sorpresa, agridulce emoción que nace al romperse el velo que envuelve los secretos, convirtiendo la sencilla cotidianeidad en realidad extraña, anida en cada relato, descubriendo la verdad que oculta la apariencia.La tristeza, teñida de hermosura, impregna a estos personajes que no se resisten a repetir historias anteriores y que sólo cuando claudican y se niegan descubren que la vida les puede reconfortar.Y la redención como sanación personal y colectiva cierra el círculo de la memoria, perdón y conjuro de estas mujeres y hombres, cuyas vidas, extraídas de un mundo imaginario o vivido, podemos llegar a sentirlas como nuestra propia estampa familiar.Porque de memoria, perdón y deudas se configura nuestra existencia y depende nuestra felicidad, tan ligada al sentimiento con el que Alicia Domínguez comienza su obra y que, como a ella, nos sirve de liberación.“Abuela, no es cierto lo que me decías:Si ríes en viernes, llorarás en domingo.Puedes reír en viernes, en sábado, en domingo …Puedes reír, incluso, cuando la suerte se pone de culoy la adversidad se agarra a tu sombray temes que nunca te suelte. Reír como forma de conjurar la nada que seremos,la que ya somos.Reír porque sí y sin miedo a llorarcomo profecía autocumplida.Puedes reír. Puedes llorar. Y puedes elegir.Y por eso elijo honrarte, soltándote.A ti y a esas frases que marcaron mi infancia,la infancia de muchas hijas y nietas de dolientes mujeresa las que no dejaron elegir”.Es en este fragmento donde se condensa todo su trabajo minucioso y delicado, de búsqueda y reencuentro, de añoranza y voluntario desapego de las raíces que dan sentido a nuestra existencia, pero de las que también debemos aprender a renunciar.4 de abril de 2024
NO TE VERÉ MORIR
Gabriel Aristu ha aprendido a vivir una vida ausente de sí mismo, una vida vacía a pesar del amor de su familia y del reconocimiento profesional. Mientras, Adriana Zuber construye su ausencia desde el dolor y la renuncia. Ambos personajes, víctimas de sus circunstancias, le valen a Antonio Muñoz Molina para crear una novela intimista, emocional y evocadora, magistralmente escrita.En cuatro actos perfectamente diferenciados, el autor organiza lo que nos quiere contar y decide cómo contarlo, apostando en el primer capítulo por la arriesgada propuesta de hacerlo sin interrupción. Durante 73 páginas seguidas, Muñoz Molina nos deja sin aliento, en una narración continua, ininterrumpida y atosigante que no decae en ningún momento. Es aquí cuando conocemos al protagonista y lo hacemos por boca del narrador omnisciente que nos lleva, como en parihuela, del pasado al presente y del presente al pasado. La historia de su padre, su amor por la música y su vida sesgada por la guerra civil, nos hará comprender la deuda que Gabriel Aristu tendrá por su memoria y la renuncia a todos sus sueños.Al protagonista también lo conoceremos a través del joven profesor recién llegado a Nueva York huyendo de un divorcio traumático, que a lo largo del segundo capítulo irá desvelando, pausada y sosegadamente su relación con él, para dejar el tercer y cuarto capítulo al último narrador que es, en ocasiones, el propio personaje. El propio Gabriel Aristu nos descubrirá las capas de su coraza, necesarias para soportar la vida que ha elegido, forzado por la deuda emocional que tenía con su padre y por su falta de valentía y conformismo.Antonio Muñoz Molina en esta su recién publicada novela nos habla de la eutanasia, del olvido, la emigración, el desarraigo, la violencia sexual marital, la enfermedad y sobre todo la pesadumbre de la posguerra española que llega a todos los rincones de las ciudades y de los corazones de sus habitantes. Es tal que así que la sombra de la guerra civil lo transita todo.No te veré morir es una dolorosa historia de amor en la que también el amor invade toda su atmósfera. El amor pasional, platónico, vocacional, paternal, maternal, filial. Un amor que, como la espera de Adriana, termina por desvanecerse, haciendo que los personajes recobren su postura cada uno de ellos entregado a esa porción del tiempo que les resta por vivir. 7 de diciembre de 2023
EL ASEDIO DE TROYA
De Theodor Kallifatides no había leído nada, hasta que cayó en mis manos El asedio de Troya, obra de 2020 sobre La Iliada, en la que el autor realiza un emotivo alegato antibelicista. Con una prosa sencilla y contundente, hermosa y beligerante, Kallifatides hace un paralelismo entre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Troya, entre la ocupación nazi de un pueblecito griego durante el año 1945 y el asedio, por parte de los aqueos a la ciudad troyana de Príamo y Hécuba en el siglo XII antes de Cristo.Kallifatides expresa en el epílogo de su obra que “La Iliada es uno de los más firmes poemas antibelicistas jamás escritos” y que por eso a muchísimas personas les resulta difícil leerlo. Por lo que decide abordar esta épica con la intención de hacerla atractiva a un mayor público.No obstante, Homero, probablemente no fuera conscientemente antibelicista, sería un hombre de su tiempo que recopiló relatos antiguos, posiblemente de tradición oral y transcribió como retratos de una sociedad que hoy vislumbramos lejos. Y también, como hombre de su tiempo, dejaría escrito en La Odisea, uno de los episodios más clarividentes de la tradición literaria occidental de silenciar a las mujeres, cuando Telémaco manda callar a Penélope y le dice: “madre, vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca, y ordena a las criadas que se apliquen al trabajo. El relato estará al cuidado de los hombres, y sobre todo al mío. Mío es, pues, el gobierno de la casa”.Sin embargo, Kallifatides sí es conscientemente antibelicista y su sentimiento lo va desgranando en cada página, en cada párrafo, en cada frase. Y es también este escritor griego, afincado en Suecia, un hombre de su tiempo y, por tanto, feminista convencido, que da voz a las mujeres troyanas Hécuba y Andrómaca, a Helena de Esparta y a Briseida de Linerso. Pero también da la palabra a la señorita Marina que conduce el relato entre el dolor de la ocupación nazi y el del asedio de Troya, entre el público lector y el público diegético infantil que escucha expectante el relato homérico. Y, además, da protagonismo a la joven Dimitra quien dirá: “odio ser una chica. Voy a acabar como mi madre. Jamás estudiaré, me casaré con un borracho y me quedaré embarazada dos veces al año”. Dimitra también será quien cuente la tragedia del embarazo de Katerina, a quien su padre asesinará para proteger la honra de su familia, como Agamenón, asesinará a su hija Ifigenia en busca de la gloria que le otorgaría la victoria sobre Troya. Ante sus dudas, Menelao y Ulises dirán “¿O es que vamos a estar aquí esperando durante años por el bien de una muchachita?”.Porque, como también expresará Kallifatides, “el cuerpo de la mujer es el campo sobre el que los hombres se pisan, unos a otros, el honor y la gloria”. Y para justificar esa apropiación patriarcal del cuerpo femenino, ese desigual reparto de roles, ese desprecio hacia las funciones culturalmente asignadas a la mujer hubo que inventarse a Eva en Oriente y a Helena en Occidente. Para que ellas cargasen con todos los males del mundo, para justificar todas las violencias sobre las mujeres que Kallifatides se encargará de plasmar, más allá de la primera línea de batalla, incluyendo en su narración también el valor de las partisanas, sepultadas bajo la tozudez del olvido. “Ganara quien ganara la guerra, ella siempre sería la derrotada”.11 de septiembre de 2023
LA MANO INVISIBLE
Abordar la concepción del trabajo que entendemos hoy, recordando de dónde venimos y advirtiendo de los retos de futuro, se me antoja una tarea, como mínima, comprometida. Y es también una apuesta arriesgada, por la dificultad que supone desarrollar un posicionamiento sin fallas, sobre un asunto colmado de complejidad. Sin embargo, Isaac Rosa lo logra en su obra La mano invisible, una distopía en la que realiza una tomografía del mundo laboral actual para invitarnos a una profunda reflexión llena de interrogantes. La novela, cuyos capítulos se configuran en virtud de los diferentes trabajadores que escoge el escritor para describirnos el universo laboral individual y colectivo en el que cada uno somos una pieza de un gran engranaje superior, representa en sí misma, otro producto más del mercado capitalista en el que estamos inmersos. Mercado que abarca todas las tareas consideradas de menor cualificación hasta las que ingenuamente se creen estar liberadas de las connotaciones negativas adheridas al concepto de trabajo.Así, el autor utilizará las palabras, la gramática y la sintaxis como ladrillos, piezas de metal o de costura, o animales convertidos en filetes, para compartir con los lectores la atmósfera de alienación que respiran sus personajes, que tras firmar un contrato con una empresa invisible exhibirán sus esfuerzos ante la mirada expectante de un público que acude a diario al espectáculo.Cada personaje, como los de Antoine Saint-Exúpery representarán una idea, pero a diferencia de los que irán llegando al planeta de El Principito, en la novela de Isaac Rosa estarán todos al unísono sobre el escenario, mientras que el foco del relato omnisciente del autor irá, de uno en uno, desvelándonos sus secretos.Los relatos de estos personajes desgranarán asuntos como la invisibilidad del trabajo y la invisibilidad de los trabajadores; la importancia del trabajo por encima del individuo, su mística y su esclavitud; la tradición laboral como condena; la usurpación de la vida privada y personal; el valor del tiempo y la pérdida del valor del tiempo; el no trabajo al ser considerado arte y el trabajo como explotación, serán algunas de las cuestiones que el autor tratará con exquisita meticulosidad, inmersas en una narración que atrapa, como en un bucle infinito.Y ello aderezado con la pátina de la frivolidad de convertirlo todo en espectáculo, en exposición permanente, en la que el pudor desaparece tras las paredes del panóptico en el que se nos mira y vigila a la vez. Así, el espacio en el que se desarrolla la exhibición también adquiere categoría de personaje, junto a la marginalidad que participa del sistema, como el público, entre el que nos encontramos como lectores y lectoras, e incluso los reflectores que no dejan ver la realidad que habita tras su frontera.Isaac Rosa, en esta obra publicada en 2011 que, como él mismo menciona hay huellas de Bentham, Bretch, Chaplin, Engels, Foucault y Adam Smith entre muchos otros, nos da un baño de humildad, un azote a nuestras conciencias al dirigir nuestra mirada hacia la incomodidad de lo invisible.En 2016 David Macian dirigió y escribió junto a Daniel Cortazar la adaptación cinematográfica de esta novela sin lograr transmitir la profundidad de la obra literaria. El guion alcanza únicamente a rozar la cáscara del pensamiento que despliega Isaac Rosa quedándose en la anécdota, independientemente del bajo presupuesto con el que desgraciadamente contaran. Sin embargo, la interpretación de los actores es extraordinaria. Una lástima haber tenido tan buenas intenciones en una adaptación que no logró estar a la altura de la novela.25 de mayo de 2023
TENDIENDO SECRETOS
Como dijera Virginia Wolff, "en la mayor parte de la historia, anónimo era una mujer" y por ello, son mujeres quienes están tras los íntimos relatos que la artista Belleda López ha recopilado e ilustrado en su obra Tendiendo secretos, que acaba de publicar.Todo comenzó en Frigiliana, cuenta Belleda, en una postal que mostraba un tendedero con bragas colgadas, sugiriendo historias inconfesables. Y aquella imagen despersonalizada tomó vida, robándola de los recuerdos de decenas de mujeres que anónimamente los fueron regalando junto a las bragas que protagonizarían aquellos atesorados momentos.Así, Tendiendo secretos es una atrevida recopilación de fábulas eróticas que, bajo el velo de la ficción, de quien cuenta lo que le contaron, esconden vivencias reales o quizás deseadas, que habían sido guardadas bajo el candado del tiempo y de la discreción, pero que, esperaban ansiosas ser descubiertas.Belli López acompaña a cada una de las quince historias, escogidas de entre las casi cuatrocientas que recibiría, de fotografías e ilustraciones realizadas con la técnica del collage, cubriendo a la obra, editada por ella misma, de un halo de preciosismo sicalíptico preñado de sororidad.Amar por los oídos, Cartas de amor, 7 de julio San Fermín, Y sin bragas te quiero, El poder del vino, La sonrisa vertical, Vive, deja vivir, haz sexo, Las bragas del olvido, Diario de un sex-shop, Viaje a la pasión, Soy mujer sin complejos, El mejor amante, Sin miedo, Con nocturnidad y alevosía y Sexo sólo sexo serán los títulos de estos secretos que sigilosamente han sido tendidos sobre la invisible cuerda de la complicidad.9 de mayo de 2022
TRAZO DE TIZA
Escribiendo sobre el cuento La enlutada de Eduardo Zamacois de 1906, en el que el periodista y corresponsal de guerra sintetizaba la esencia del cinematógrafo como dispositivo de inmortalidad, encontré similitudes con la obra de Bioy Casares La invención de Morel. El tiempo en suspenso y la delgada línea existente entre realidad e ilusión, presente en ambos textos, también serviría de inspiración al cineasta Alain Resnais y al dibujante Miguel Ángel Prado en sus obras, El año pasado en Marienbad y Trazo de tiza respectivamente, hermanando cine y comic en un universo literario en el que irrealidad y ficción caminan de la mano. Lo escrito sobre la interrelación de estas cuatro obras verá la luz próximamente en la revista Confluencia, pero aquí querría destacar la novela gráfica de Prado que logra transmitir, con plenitud, la atmósfera agobiante en la que desarrollarán sus historias la marquesita enlutada, el naufrago fugitivo y el hombre sin nombre de Marienbad.Trazo de tiza relata la aventura de Raúl, patrón de un velero perdido que arriba a una pequeña isla inexistente en las cartas náuticas y en la que conocerá a una mujer a cuya existencia se aferrará, inmerso en un bucle de recuerdos inconsistentes. Como en un deja vu los personajes actúan en un espacio de ingravidez, cuyo comienzo y final se confunden en un interminable juego de espejos. No son dueños de sus vidas, sin embargo, sienten el peso de la existencia, cargada de las experiencias de las que no tienen conciencia por no recordarlas. Como los ratones de laboratorio de Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia de Pío Baroja, los personajes de Miguel Ángel Prado están atrapados, esperando el circular paso del tiempo. En la historia, todo ya ha ocurrido y no, como en la física cuántica, como el gato de Schrodinger que está y no está y, el autor va introduciendo pequeñas variaciones, como en una polifonía, para construir, sin embargo, una única voz. Ana expresará: "Se diría que todo aquí, tras una apariencia real, encubre una esencia peculiar, como inmaterial, que nosotros ajenos a la isla no acertamos a entender. A penas alcanzamos a intuirla a presentirla". Así, la relatividad de la realidad será el meollo de la narración, que el autor adelantará, a modo de advertencia, al comienzo de la obra: "Tú has visto y oído lo mismo que yo, únicamente que interpretamos los hechos de modo diferente" frase extraída de la novela El caso del secuestro de S. S. Van Dine. Y la isla concentrará todo el propósito de la obra resultando ser en palabras de la protagonista de la novela: "un límite blanco e incierto entre lo tangible y lo posible, dividido así el universo en dos, por un trazo de tiza en mitad del océano.Miguel Ángel Prado, cuya exitosa trayectoria profesional iniciaría en 1983 con Fragmentos de la enciclopedia délfica, a la que le seguirían Stratos, Crónicas incongruentes o Quotidanía delirante, publicará en 1993 Trazo de tiza y, posteriormente, The Sandman, La Mansión de los Pampin, Bello Horizonte, La orden de la piedra, Papeles dispersos, Ardalén y El pacto del Letargo, convirtiendo su trabajo en un prolífico legado gráfico.Prado, con Trazo de Tiza, como antes que él Resnais con El año pasado en Marienbad y con anterioridad Bioy Casares con La invención de Morel recordarán, sin pretenderlo, a Eduardo Zamacois, quién a tan sólo 11 años de la invención del cinematógrafo, intuirá con asombrosa claridad su magia como hacedor de inmortalidad.18 de febrero de 2022
MEDEA MURIÓ EN CORINTO
“Un grupo de muchachas humanistas, rebeldes, curiosas, divertidas, me impulsaron a acometer este relato en una clase de Literatura Griega” escribe Antonio Jiménez Casero a modo de introducción. Y es que, en varias ocasiones, durante sus clases de griego había defendido a Medea, a la que consideraba una de tantas mujeres denostadas por la Historia escrita con letras de varón. Ante sus insistentes alegatos feministas las alumnas le retaron a que inmortalizara esa nueva Medea y así surgiría el lazo que vincularía eternamente al autor con su personaje.“Mi Medea”, como me confesó en secreto y entre susurros, era su obra preferida. La primera de ellas fue El morador Insomne, premio Felipe Trigo en 1988, reeditada en 2018 y, desde que se jubiló en 2016, publicaría Medea murió en Corinto, No vuelvas Odiseo y eLaberinto presentada en marzo de 2020. Entregado en cuerpo y alma a la escritura después de décadas dedicado a la enseñanza clásica en institutos de secundaria sólo pudo regalarnos estas cuatro hermosas obras, dejando inconclusa la novela en la que estaba trabajando sobre la Sevilla del Renacimiento. Antonio Jiménez Casero, como Svetlana Sokolova, protagonista de eLaberinto, tuvo nostalgia del futuro, y como en una trágica premonición, falleció en junio de 2020.Transitó entre el mundo clásico y un mundo soñado, igualitario, tolerante, sin fronteras ni discriminaciones, justo y sincero, pero aún inalcanzable. Se rebeló ante la injusticia, la frivolidad y la mentira siempre recordando a los desheredados, a los marginados y como no, a la mujer. Desde las páginas de sus obras defendió la dignidad de los hombres y mujeres del campo, aquellos zagales con los que compartió lecturas al calor de la lumbre en su infancia extremeña y criticó el poder y la soberbia de los señoritos que condenaron al pueblo a la pobreza y a la servidumbre durante los años del franquismo en España. Jiménez Casero vivía por y para las palabras y Medea murió en Corinto sería su mayor homenaje a la fábula.“Aedo mentiroso, aedo mentiroso”, fueron las palabras con las que Medea se dirigía a Kión, el poeta jorobado y maltrecho que Jasón escogió para que inmortalizara sus aventuras. “Aedo mentiroso” son las palabras que todavía retumban en mi memoria y no dejan de martillear mi alma, incluso después de haber terminado la lectura de esta hermosa obra poética. “Las mentiras de un poema describen el pasado que quisimos vivir y no pudimos, e insinúan las esperanzas en un futuro que queremos apresar y no podemos vislumbrar” son los pensamientos que Antonio Jiménez, autor de esta novela, pone en boca de Kión, para invitarnos a reflexionar sobre cómo la Historia es propiedad de los vencedores y está llena de mentiras. Pero da igual. Lo cierto es que la verdad no interesa, importa lo que la gente cree. Y la gente creyó durante cientos de años que Medea fue una bruja que se comió a sus hijos en venganza por el abandono de Jasón.Ante este bucle de creencias malintencionadas, el autor, que fue profesor de latín y griego en un instituto público de Sevilla, se atreve a romper el arquetipo que poetas de la antigüedad construyeron en torno a la figura de Medea. Arquetipo de mujer vengativa, rencorosa, conocedora de malas artes y llena de defectos de los que una mujer “de bien” debe huir y que, sin embargo, en esta nueva Medea se legitiman, experimentan un empoderamiento como reivindicación de la lucha de una mujer que, como tantas otras, ha sido víctima y denostada por el patriarcado. “No hagáis como Medea. Una griega decente prepara su ajuar, toma su dote y acude a la casa del marido que su padre eligió para ella (…). Pero, “esa Medea obró de una manera que conduce al desastre; ella compró un marido con el tesoro de su padre y le impuso sus condiciones (…)”. Ese fue su delito. Quiso ser como un hombre y la condenaron por ello.La novela Medea murió en Corinto editada por Chiado Books es la reinvención de un mito, un canto feminista y matriarcal, que incluso otorga a la madre la valentía de enfrentarse a los dioses y al destino que le tenían asignado a su hijo Kión, venciendo, precisamente gracias a la palabra, a la fábula.Pero también es un homenaje a los desheredados de la tierra, a los campesinos, al pueblo, encarnado en la figura de ese jorobado que inventa a la malvada Medea y luego se arrepiente.Es una crítica al enriquecimiento de pueblos a costa del empobrecimiento de otros, una apología en contra de la guerra y una ventana a la esperanza, aludiendo a la utopía como lo hacían los autores antiguos, no ubicándola en el futuro, sino en un lugar concreto, en este caso la Grecia Euxina donde no hay dioses, reyes, ni tiranos, ni mendigos, sino hombres y mujeres libres en igualdad. “Un pueblo prisionero de sus miedos es un pueblo sin futuro, un pueblo que teme aprender cosas nuevas, es un pueblo con vocación de esclavo (…) Es un error ver como enemigo al forastero. El lugar que recibe bien a los extraños acaba por convertirse en una tierra rica”.Con una prosa depurada, cuidada hasta lo inimaginable, nítida, sencilla y bella, construye imágenes que nos trasladan al mundo antiguo. Detalla sus costumbres, sus sueños y sus debilidades para recordarnos que, a pesar del paso de los años, no ha cambiado nada.La ambición desmesurada de Jasón es el hilo conductor de esta novela que se narra con perfil cinematográfico. “El oro no debiera ser la razón para emprender ningún viaje”, le recrimina el viejo Ireneo a Jasón, y le increpa: “eres un hombre simple, incapaz de comprender el mundo, tu simpleza te convierte en un hombre peligroso, porque no ves en los demás a tus iguales. Una soberbia ciega y enfermiza te impulsa a ver en ellos sólo instrumentos de tu ambición o víctimas de ella si es preciso”.Y es, sobre todo, un homenaje a la fábula. Historias dentro de historias que borbotean en el interior del caldero que oculta todos los secretos y es capaz a la vez de extraer la esencia de la vida.La clave de bóveda: la última frase que condensa todo el propósito de la obra.3 de febrero de 2022
CALIBAN Y LA BRUJA
23 de junio, la noche más larga del año. Sólo dos días después del solsticio de verano, comienza el declive del sol, porque desde hoy los días serán mas cortos, hasta alcanzar el solsticio de invierno. 23 de junio, noche de San Juan, noche en la que las hogueras tomarán protagonismo y nos recordarán el paganismo al que rendimos culto durante cientos de años. Hogueras que también serán reminiscencias de aquellas en las que cientos de miles de mujeres fueron quemadas durante los siglos XVI y XVII, en un contexto de capitalismo incipiente para el cual esa práctica se hizo necesaria. Como analiza Silvia Federici en su trabajo Calibán y la bruja la ejecución de aquellas cientos de miles de mujeres a comienzos de la era moderna coincide con el nacimiento del capitalismo y es la destrucción del control de las mujeres sobre su función reproductiva lo que serviría para construir los roles sexuales en la sociedad capitalista, redefiniendo las tareas productivas y reproductivas y de las relaciones hombre-mujer con las máxima violencia contra la mujer e incluso con intervención estatal.Bajo la luna de esta noche de brujas y con la intención de dar a conocer, el trabajo de Federici, desde aquí y desde hoy iré desgranando su meollo invitando a su lectura completa y en el peor de los casos a los fragmentos que iré destacando.En la obra Caliban y la bruja se aborda la idea de cómo en la sociedad capitalista, el cuerpo es para las mujeres lo que la fábrica es para los trabajadores asalariados varones: el principal terreno de su explotación y resistencia, en la misma medida en que el cuerpo femenino ha sido apropiado por el Estado y los hombres, forzado a funcionar como medio para la reproducción y la acumulación de trabajo.Calibán y la bruja corrobora también el saber feminista que se niega a identificar el cuerpo con la esfera de lo privado y en esa línea habla de una política del cuerpo. Más aún, explica cómo para las mujeres el cuerpo puede ser tanto una fuente de identidad como una prisión y por qué tiene tanta importancia para el feminismo y a la vez resulta tan problemática su valoración. Una vez más, mucha de la violencia desplegada está dirigida contra las mujeres, porque en la era del ordenador, la conquista del cuerpo femenino sigue siendo una precondición para la acumulación de trabajo y riqueza, tal y como lo demuestra la inversión institucional en el desarrollo de nuevas tecnologías reproductivas que más que nunca, reducen a las mujeres a meros vientres de alquiler. Y también la feminización de la pobreza que ha acompañado la difusión de la globalización adquiere, según Federici, un nuevo significado cuando recordamos que este fue el primer efecto del desarrollo del capitalismo sobre las vidas de las mujeres.Contra la ortodoxia marxista que explicaba la opresión y la subordinación a los hombres como un residuo de las relaciones feudales, Dalla Costa y Selma James defendieron que la explotación de las mujeres había tenido una función central en el proceso de acumulación capitalista, en la medida en que habían sido las productoras y reproductoras de la mercancía capitalista más esencial: la fuerza de trabajo o mano de obra. Era el efecto de un sistema social de producción que no reconoce la producción y reproducción del trabajo como una actividad socio-económica y como una fuente de acumulación del capital y en cambio la mistifica como un recurso natural o un servicio personal al tiempo que saca provecho de la condición no-asalariada del trabajo involucrado.Por otra parte, el análisis de Foucault sobre las técnicas de poder ignora el proceso de reproducción, funde las historias femenina y masculina en un todo indiferenciado y se desinteresa por el disciplinamiento de las mujeres, hasta tal punto que nunca menciona uno de los ataques más monstruoso contra el cuerpo que haya sido perpetrado en la era moderna: la caza de brujas. Brujas quemadas en hogueras que, desde esta noche recordaremos para no olvidar.23 de junio de 2021
CANCIÓN DE NAVIDAD
Charles Dickens escribió Canción de Navidad en 1843, en plena época industrial, agitada por los vientos de los primeros movimientos obreros y anclada en los principios de utilitarismo de Jeremy Bentham. Sin embargo, Charles Dickens, a pesar de su origen burgués, como tantos otros escritores, filósofos o intelectuales, supo ver el daño que el incipiente capitalismo hacía en la sociedad y trasladó su crítica a su obra literaria. Así, Canción de Navidad no es sólo un cuento con moraleja es también una crítica, tímida, pero contundente, a la política y al sistema económico del momento. De hecho, al comenzar la novela, el propio autor pide disculpas a los lectores del siguiente modo: “He pretendido que, en este relato fantástico, los espectros nazcan de una Idea [sic] que no ponga mal humorados a los lectores consigo mismos, ni con otras personas, ni con la época navideña, ni conmigo. Desearía que este libro hechizase amablemente sus hogares y que nadie quisiera abandonar su lectura”. “Excusatio non petita, accusatio manifesta” sería la conclusión a este párrafo introductorio.Charles Dickens rechazó el pensamiento utilitarista que planteaba la cuestión moral de acuerdo con la cual una acción estaría bien si y solo si está de acuerdo con el principio de utilidad y que centraba la toma de decisiones sobre actos humanos a un “cómputo de felicidad” mediante el cálculo del beneficio, la utilidad, la conveniencia, ventaja, emolumento y felicidad que se obtendría de la acción contra la desventaja, el daño, la inconveniencia, la pérdida y la infelicidad que también conllevaría[1]. Todo lo que sobre el papel pudiera parecer socialmente beneficioso, sobre la realidad se tornó nefasto. Stuart Mill describirá en su autobiografía su educación bajo los principios utilitaristas y su consiguiente insatisfacción con ellos, humanizándolo e inspirando el movimiento socialista de fines de siglo. Dickens ridiculizará al utilitarismo en las frases del señor Scrooge al pretender dotar de interés cuantificable la felicidad de su sobrino: “¿qué motivos tienes para ser feliz?”, le incrimina. A lo que el sobrino le responde con una crítica solapada al capitalismo a la vez que describe el pensamiento del propio autor: “Hay muchas cosas de las que habría podido sacar provecho y me atrevo a decir que no me he beneficiado de ellas. La Navidad entre otras, pero estoy seguro de que al llegar esta época del año y dejando aparte la veneración debida a su nombre y origen sagrados (si es que se puede dejar aparte algo que le es tan propio) siempre he pensado que la Navidad era una buena época, una época amable, benévola, caritativa, placentera; la única época, que yo sepa, del largo calendario del año en la que hombres y mujeres parecen abrir de común acuerdo sus corazones cerrados y considerar a las gentes humildes como verdaderos compañeros de viaje hacia la tumba, y no como criaturas de otra raza que viajan hacia destinos diferentes. Y por eso tío, aunque la Navidad nunca me ha metido una migaja de oro o de plata en el bolsillo, creo que me ha hecho bien y que seguirá haciéndolo, y digo: ¡Bendita sea!”. En este párrafo, Dickens confiesa su identificación política en la apología de la igualdad y en la defensa de los más desfavorecidos junto a los que prefiere caminar hacia la tumba y no hacia destinos diferentes. En otro pasaje de la novela se referirá como “ominosa” a la palabra “liberalidad” que definía el negocio de Marley y de Scrooge, y también describirá como “principios prosaicos” a la compra y venta.Dickens se oponía a la filosofía de la conveniencia al creer que menoscababa los derechos y los sentimientos de los individuos, resultando además opuesta a la fantasía y a la imaginación. En este sentido en Canción de Navidad expresará que “Scrooge poseía tan poco de eso que se llama imaginación como cualquier otro hombre de la City, incluyendo, y son palabras mayores, al cabildo, a los concejales y a los gremios”. De este modo el autor meterá en el mismo cajón a los ricos empresarios junto a la iglesia, los gremios y a la política, a la que ya había criticado con anterioridad al contar que el alcalde de Londres disponía de 50 cocineros y despenseros y a la que criticará más adelante al decir que los fantasmas que como Marley llevaban cadenas “debían ser ministros de gobiernos culpables”. Sobre la iglesia o las personas religiosas volverá más adelante y pondrá en boca del espíritu de las navidades presente lo siguiente: “Hay gente en este mundo vuestro que alardean de conocernos y que llevan a cabo en nuestro nombre actos de pasión, de orgullo, de mala voluntad, de odio, de envidia, de intolerancia y de egoísmo; gentes que son tan ajenas a nosotros y a nuestros parientes y amigos como si nunca hubiera existido.”Dickens acusará al utilitarismo y a la industrialización deshumanizada de oprimir a las mujeres y a la clase trabajadora y de negar a los niños una época especial de su vida, su niñez, siendo esto último, por lo que en Canción de Navidad, cobre tanto protagonismo el personaje de Tiny Tim.Dickens consideraba que la sociedad necesitaba comprender los sentimientos humanos y reconocer la importancia de la emoción humana y por ello también criticará al método científico que predominaba en el pensamiento liberal de la época en la figura del señor Scrooge quien invitó al espíritu de la navidad pasada a sentarse sólo para comprobar si podía hacerlo y que tuviera que explicarlo. También lo hará cuando se le aparecerá el espíritu de la navidad presente y creerá que la luz que emitía era fruto de una combustión espontánea de lo que se lamentará por no poder verificarlo.Aunque esta obra se haya convertido en símbolo de la Navidad cristiana con motivos de sobra para ello, es también una alegoría en contra del capitalismo y la industrialización. El personaje del señor Scrooge simboliza esas políticas económicas descarnadas que enriquecen a unos pocos a cambio de la miseria de muchos. Jacob como Ebenizer hicieron negocios “con la humanidad entera, con el bien común, con la caridad, la piedad, la clemencia y la benevolencia”. Jacob dirá “con todas ellas hice negocio. ¡Mis operaciones comerciales no fueron sino una gota de agua en el extenso océano de mi negocio!” y Ebenezer defenderá que ser juicioso es querer ganar dinero.Y para concluir su comprometida defensa del ser humano ante las afiladas fauces del capitalismo, y de la educación como fuente esencial para la vida, el tercer y último espíritu, el espíritu de las navidades futuras mostrará al señor Scrooge a dos niños de los que dirá que son la “ignorancia y la indigencia”. Dickens expresará: “este niño es la ignorancia, esta niña es la indigencia, guárdate de ambos y de toda su especie, pero sobre todo guárdate de este niño pues en su frente veo escrita a menos que alguien la borre la palabra Condenación [sic]. ¡Atrévete a negarlo! -gritó el espíritu, extendiendo su mano hacia la ciudad-. ¡Mienten quienes lo niegan! ¡Admítelo para tus perversos fines, y empeóralo aún más! ¡Y espera el fin! Esta es la advertencia que recibirá Abenezer Scrooge en 1843, en plena época industrial, agitada por los vientos de los primeros movimientos obreros y anclada en los principios de un incipiente capitalismo. En este sentido Canción de Navidad, por desgracia, no ha envejecido y lo que simboliza es perfectamente extrapolable a nuestra realidad en la que el espíritu navideño se encuentra cada año con los señores Scrooge que ni se molestan en buscar la redención. 11 de diciembre de 2020
El abuelo que saltó por la ventana y se largó
La literatura escandinava, nos
suele quedar lejos, a menos que te caiga en las manos en forma de regalo de
cumpleaños. Es el caso de la novela, El abuelo que saltó por la ventana y se
largó del escritor y periodista sueco Jonas Jonasson.
Este éxito de ventas en el año
2009, fecha de su publicación, que alcanzó la cifra de más de 3 millones de
ejemplares vendidos en todo el mundo en 2012, sigue recorriendo librerías e
incluso la parrilla de Netflix en donde ha aparecido recientemente,
curiosamente, con poca repercusión.
Como en su día hiciera Umberto
Eco, salvando las distancias, con su obra Baudolino, Jonasson le otorga a su
protagonista Allan Karlsson la habilidad de haber estado en cada uno de los
momentos más significativos del siglo XX siendo, además, artífice de los hechos
que se recogerían en los manuales de historia de nuestra contemporaneidad. Con un tono irónico y desenfadado,
el autor nos presenta a sus personajes, con los que nos es muy fácil empatizar,
a la vez que nos narra su relación con esas figuras políticas de diferente
signo y condición que marcaron las líneas por las que transcurrirían los
acontecimientos de nuestro pasado más inmediato.
El protagonista principal, Allan
Karlsson, descreído apolítico y antirreligioso se verá inmerso en una trama
surrealista de sucesos cada vez más esperpénticos que, sin embargo, no le
alejarán ni un ápice de su actitud vital, estoica, sincera e inteligente.
El resto de personajes, cada cual
más excéntrico y extravagante, se irán sumando a su alocada aventura, cuyo
desenlace es inimaginable pero que sin embargo, responde a la tónica cómica general
de la novela. El abuelo que saltó por la
ventana y se largó es una fábula llena de escondrijos preñados de
historias fantásticas que bien podrían haber sido verdad. Es una atrevida e
irreverente propuesta de viaje iniciático al final de una vida que, a su vez,
resultaría ser un paseo relevante por nuestra historia contemporánea.Humor, ironía y sarcasmo se
entrelazan en esta obra divertida que se presenta con el objetivo de mostrarnos
que las Historias con mayúsculas bien pudieron ser escritas por hombres
minúsculos como Baudolino que según Eco inventaría la Edad Media o Karlsson que
según Jonasson tejería el siglo XX. 25 de agosto de 2020
MUJERES EN LA CIUDAD
La división de espacios
destinados a hombre y mujeres ha sido analizada con frecuencia en los estudios
de género y la obra Mujeres en la ciudad
de la teórica feminista Michelle Perrot es un ejemplo de ello. No obstante, la
particularidad de esta publicación es que reproduce una entrevista realizada
por el periodista Jean Lebrun a Perrot en la que se va desgranado su
pensamiento y plasmando, poco a poco, sus clarividentes reflexiones.Michelle Perrot, profesora
emérita de historia en la Universidad Paris-Diderot y pionera del estudio de la
historia de las mujeres en Francia, aborda en esta entrevista el escaso y
furtivo papel de la mujer en el espacio público de la ciudad, lugar organizado
y dominado por los hombres. Para señalar cómo el pensamiento simbólico de la diferencia
de los sexos atraviesa el tiempo y arraiga en el inconsciente colectivo de
todas las ápocas, adoptando diferentes formas y maneras de consolidación.
Esta entrevista, acompañada de
magistrales obras pictóricas y publicada en forma de libro trata de hacernos
comprender la intencionada diferencia de “sexos” que se manifiesta abiertamente
en la ciudad, espacio configurado desde la Grecia antigua como núcleo de la
política y de decisión de poder. Lo público y político será el santuario de los
hombres y lo privado y la casa, de las mujeres. Incluso el panteón griego haría
también ese reparto de espacios y tareas, asignando a las diosas Démeter,
Hestia, Artemisa, Hera, Afrodita y Atenea, la agricultura, el hogar, los
nacimientos, los celos, el erotismo y la virginidad, respectivamente. Mientras
que a los varones Zeus, Poseidón, Hades, Ares, Hermes y Apolo les
corresponderían los ámbitos de la paternidad de la humanidad, el mar, el
infierno, la guerra, el comercio y las artes respectivamente. Caramba que
coincidencia. Perrot utilizará tres significativas
perspectivas: las imágenes, los lugares y las palabras, para describir el tipo
de presencia que la mujer del siglo XIX tuvo en la ciudad y cuya influencia
llegaría hasta nuestras madres.
Desde el enfoque de las imágenes,
Perrot indica que “la marca del siglo XIX es una decoración urbana saturada de
figuras femeninas. Las mujeres tienen una función de representación. Su
elegancia, su lujo, su belleza misma, manifiesta la riqueza o el prestigio de
sus maridos o de sus compañeros”.
A las naciones y a los regímenes
políticos con frecuencia se los encarna en una mujer. Así, Germania simboliza
la unidad alemana conseguida en 1871, Marianne a la República francesa y
Mariana a las dos Repúblicas españolas. Pero, “no se trata de mujeres a quienes
se desea, son mujeres sublimadas y míticas. La mujer ideal, musa y madona, es
inaccesible” mientras se reserva a la mujer real las labores de la casa y, cuando la violencia
conyugal no se admite, se recurre a la prostitución. El burgués puede tener
varias mujeres en su vida: la mujer de sus sueños, idealizada o erotizada; la
esposa que mantiene en casa; la amante de sus salidas en la ciudad, discreta y buena
amiga y la prostituta. Por ello en el espacio público, las mujeres no deben
deambular y si lo hacen será a la luz del día con el deber de la belleza y de
la ostentación del lujo en caso de pertenecer a la burguesía o a la
aristocracia.
En relación a los lugares Perrot expresará
que hay espacios prácticamente prohibidos a las mujeres, políticos, militares,
judiciales, intelectuales, incluso deportivos, y otros que se les reservan casi
con exclusividad como grandes tiendas, salones de té e iglesias. Los hombres se reúnen
en círculos y cafés en Francia, en clubes y pubs en Inglaterra y las mujeres
estarán excluidas de estos lugares que se suponen politizados. Sin embargo, las
mujeres de las clases populares circularán con mayor libertad que las burguesas
y podrán reunirse en la calle, en el mercado y en el lavadero.
Hasta los hábitos alimenticios estarán sexuados. La norma alimentaria masculina será de carne y
vino, mientras que la mujer deberá ser
recatada hasta en el modo de comer por lo que se le exigirá que su alimentación
sea liviana y discreta. Los gestos obedecen a códigos de civilidad que dictan
lo que una mujer debe evitar, obligando sobre todo a las mujeres de las clases
más adineradas por cumplir además una función representativa. Así, las mujeres no
podrán usar pantalones, ni fumar,
tendrán que usar sombrero en la burguesía y cofia en las
clases populares para ocultar el cabello, deberán caminar pausadamente, no
elevar la voz ni los ojos, pues puede cruzar la mirada de un hombre. En este
sentido la mujer casada es más libre como la mujer de edad, porque carecen de
atractivo sexual y su deambular por la ciudad importa menos. Y las mujeres de
pueblo podrán salir a la puerta de su casa a coser y tejer y a conversar con
sus vecinas mientras la mujer burguesa no podrá ni asomarse al balcón, a menudo
cubierto por cortinas, costumbre que se extiende en el siglo XIX y sobre todo
en el XX para proteger la intimidad de la familia.
Por último, y en relación a las
palabras, Perrot manifiesta que “la discriminación sexual más fuerte se da en
torno a la política. Las mujeres se retiran de las “chambrettes” provenzales en
la misma época en que lo hacen sus hermanas inglesas de las inns y de los pubs,
mientras aumenta la politización de esas células de la conversión republicana
meridional en el siglo XIX. Es decir que la palabra y su circulación importan
más que el espacio material. Es la palabra la que modela la esfera pública, la
que teje la opinión pública y el arte oratorio, que culmina en la Revolución,
ostentará la virtud viril y la elocuencia masculina, sobre el afeminamiento de
las conversaciones de salón. “Hay diversos modos de expresión pública. Pero el
del jacobinismo o el de la República triunfante se inspiran en el foro romano y
en las arengas de Cicerón. Al servicio de una retórica varonil, se necesita de
una voz fuerte, gestos declamatorios, toda una dramaturgia que se niega a las
mujeres, a las que se prohíbe la tribuna, se encuentre ésta en la cátedra, el
pretorio, el Parlamento, los clubes o los partidos.”
No obstante, y a pesar de todos estos
impedimentos sociales se escucharán voces femeninas que reclamarán derechos e
igualdad. Y de entre todas ellas, Perrot, destacará a Flora Tristán, George
Sand, Adelheid Popp, o Caroline Remy quienes, desde sus diferentes ámbitos, los
manifiestos, la literatura, el activismo político y el periodismo, intentarán
derribar los muros que durante milenios han tenido aprisionada a la mujer de
todos los tiempos.
Mujeres
en la ciudad es una interesante y atractiva oportunidad de realizar
una discreta aproximación a los estudios de género, que con más profundidad han
desarrollado historiadoras y teóricas feministas como la propia Perrot en otras
publicaciones. Es un paseo por el siglo
XIX, ilustrado con obras pictóricas de la época que dan mayor visualidad a los
conceptos tratados. Y es Mujeres en la
ciudad el resultado de una inteligente entrevista que desvela parte de los
mecanismos con los que el patriarcado cuenta en su eterno afán por mantener y
justificar la diferenciación sexual que sostiene el sometimiento y el apartheid
que han sufrido y aun sufren muchas mujeres del mundo. de agosto de 2020
eLABERINTO
“Hay
mucha gente en Rusia que siente nostalgia del pasado. Yo afirmo que esa gente
se equivoca. El pasado nunca retorna. Y si retorna, no será el mismo. Yo quiero
que sintamos nostalgia del futuro. La única patria decente que tiene mucha
gente es el futuro, porque el pasado está ya en los cementerios de la historia
y el presente es una mala patria que no nos trata con respeto. Echar de menos
el pasado es como pedirles a los que ya están muertos que nos resuelvan el
futuro. Pero resolver el futuro es la obligación de los que estamos vivos.”
Con esta
reflexión, que Antonio Jiménez Casero pone en boca de Svetlana Sokolova,
protagonista de su última obra eLABERINTO, el autor nos sitúa en el epicentro
de los pensamientos que no dejarán de fluir a lo largo de la novela. Porque
eLABERINTO es un tratado de filosofía, de humanismo y sobre todo de política.
Una excusa para verter sobre el papel sus anhelos y desesperanzas. Así, la
política con mayúsculas y con minúsculas será el gran asunto en torno al cual
giren los diálogos intensos y hermosos, demoledores e inteligentes que
protagonizan esta gran obra.
La
política lo es todo en el ser humano, precisamente es ella, la que nos hace
diferente del resto de especies que habitan la tierra. Y por ello Jiménez
Casero hará brotar de los labios de cada uno de los personajes su propio
pensamiento y su ideología apuntalada por profundos sentimientos y
enriquecedoras experiencias vitales.
Es esta
obra una descripción fatalista de la actualidad con una única oportunidad a la
esperanza que ya en las primeras páginas aparece muerta. “El verdadero motor de
la sociedad actual es la frustración (…) El motor de estos tiempos es el miedo
al futuro”, comenta la protagonista, porque
eLABERINTO es una crónica de nuestros días en la que se disecciona cada
puntal social, político y económico para descubrir que tambalean poniendo en
riesgo la estabilidad de la sociedad. Y también es una sincera apología del
europeísmo, de la idea de Europa con la que se forjó la unión de los países
europeos.
Aunque
aparentemente, esta novela diste mucho de las anteriores por localizarse en la
Rusia actual y desarrollarse a modo de thriller, en el fondo comparte con ellas
las mismas preocupaciones, el papel de la mujer en el patriarcado, la
vulnerabilidad de la pobreza, la intolerancia, los falsos mesías y la mentira.
“Las mentiras han sido siempre un sustento del poder (…) el problema es que la
red ha democratizado la capacidad de manipular a los demás. La mentira alimenta
el miedo, la frustración y el odio” expresa la joven idealista Sokolova. Y Antonio
Jiménez, a pesar de igualar en número a sus personajes masculinos y femeninos,
como en sus otras novelas dotará a sus mujeres protagonistas de carisma, fuerza
y ternura, redimiéndose como hombre ante las indignidades que el patriarcado ha
ejercido sobre la mujer. “Los talibanes, comentaba Mia Beaulieu, para las
mujeres, servidoras y ocasión de pecado que Dios ha dejado al alcance del varón
para poner a prueba la consistencia de su fe, establecieron rígidas reglas bajo
pena de encarcelamiento domiciliario, azotes públicos o lapidación, según la
gravedad de sus pecados”.Así la
tímida luz que se entrevé en el mundo cruel, hipócrita y ambicioso, que, aunque
situado en Rusia, bien podría extrapolarse a cualquier otro país del occidente
que conocemos, proviene del humanismo y la conciencia social de sus dos
principales protagonistas femeninas. Svetlana Sokolova representa la esperanza
que se resiste a morir en un mundo abatido por la frustración y el desaliento.
Mia Beaulieu simboliza el impulso sincero y comprometido por acabar con las
injusticias, pero que resulta inacabado por los seductores e hipnóticos
encantos que el capitalismo interpone. Y la tercera protagonista femenina
Amira, reflejará la realidad a la que ya aludió
Antonio Jiménez en su obra Medea murió en Corinto, a la desgracia de
nacer mujer se le une la de ser pobre. La devastación del cuerpo femenino que
el hombre realiza a la vez que sobre el planeta está representada en la
historia de Amira, aquella niña afgana de 10 años que fue titular en muchos
periódicos de Occidente en 2014 y a la que el autor cambia el nombre.Los
protagonistas masculinos personifican al Estado, los poderes coercitivos, el
del orden público, el ejército y la
informática que a fecha de hoy constituye igualmente el control y el
sometimiento de la sociedad.
El
comisario Gaël Fournier y el coronel Golubev, fieles guardianes de los secretos
del alcantarillado estatal son, sin embargo, aparentemente íntegros e incluso
llegan a empatizar con las causas perdidas demostrando el autor cierta
condescendencia con ellos. Y por último Valentín Borobiov, el joven informático
descreído que se enamora en tiempos en los que el amor se escribía con letras
de luto, se convertirá en Teseo a quién Ariacna dejó un hilo irrompible para
que caminara a través del laberinto de las mentiras y las falsas apariencias. A
diferencia del héroe clásico, Borobiov es también como Dédalo, constructor del
laberinto, por lo que no le será difícil encontrar los recovecos para aguardar
su venganza.
Con una
estructura bien construida y un despliegue de documentación conseguida a partir
de las lecturas de los diarios de guerra de corresponsales de periódicos de
tirada nacional, eLABERINTO es una novela en la que el autor se sincera y confiesa
consigo y con sus lectores, como ya lo venía haciendo a través de su blog
Crónicas de la Indignidad del que se nutre en muchos casos. Y en eLABERINTO el
autor también se reconocerá en su formación clásica, al no evitar hacer
alusión, aunque sólo sea desde un tímido párrafo, a un texto de la Eneida para
ilustrarnos lo poco que ha cambiado el mundo a pesar de 2000 años de historia. Como
telón de fondo las presidenciales en las que Vladimir Putin alcanza el poder y,
entrelazando historias que viajan desde Moscú a París, pasando por Afganistán y
Barcelona, eLABERINTO es una novela comprometida en la que Antonio Jiménez
Casero, a pesar de pretender alejarse de su pasión por la Grecia clásica,
quizás sin pretenderlo vuelve a ella, porque Svetlana Sokolova es Ítaca y
Valetín Borobiov el Ulises que cruzó un laberinto de mares procurando llegar a
casa.20 de abril de 2020
ARS MÁGICA
El amor y la amistad
incondicional de una mujer, el horror de un mundo de intolerancia y superchería
y la pérdida de la fe, son las líneas maestras de esta obra próxima en su universo a Los Pilares de la Tierra de Ken Follet y
a El Nombre de la Rosa de Umberto
Eco. Incluso, la duda dogmática de San
Manuel Bueno Mártir de Unamuno y de Fermín de Pas en La Regenta de Clarín, sobrevuelan sobre el personaje central de la
historia, un inquisidor español que amó en silencio a la reina Margarita de
Austria.Nerea Riesco nos regala en esta
obra, una intriga con trasfondo historicista que nos descubre unos terribles hechos
cuya documentación estuvo oculta en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y
que significaron el terror para los pueblos navarros de Zugarramundi y Urdax. Lo
que se conoció como el “auto de fe de las brujas” llevó a la hoguera el 7 de
noviembre de 1610 a 11 personas, hombres y mujeres acusados de tener tratos con
el demonio. Y es, en torno a este suceso, sobre el que gira la trama en la que
los personajes femeninos destacan por su sabiduría, comprensión y generosidad.
La curandera Ederra y su protegida Mayo nos llevarán de hechizo en hechizo por
un mundo que nos puede resultar lejano y que sin embargo, se resiste a
desaparecer por completo. Un mundo en el que la pobreza se adueña de la bondad
y la esconde bajo la escoria. Un mundo en el que los poderosos tiñen de verdad
la mentira.Con una narrativa que fluye
liviana, mezcla de sensibilidad y fuerza, la autora, en esta obra del año 2007,
logra nuestra inmersión, involuntaria e irresistible, en la historia que nos
propone que, unida a las intrigas palaciegas
del duque de Lerma durante el reinado de Felipe III, hacen de ella una
deliciosa y sentimental lectura.Ars
Mágica es así un hermoso homenaje a los hombres y, sobre todos a
las mujeres, que sufrieron la intolerancia, la represión y el olvido de una
sociedad cruel y deshumanizada, que en pleno siglo XVII seguía quemando en la
hoguera a quienes interesaba con tal de mantener su ideología, su estatus y su poder.13 de septiembre de 2019
EL MORADOR INSOMNE
Por fortuna, mi generación ha
estado exenta del horror de la guerra y la postguerra española, en la que los
señoritos pavoneaban su poder y soberbia sobre la pobreza y servidumbre
obligada de aquellos que aprendieron, desde la cuna, que la sumisión era su
único destino. Por fortuna, de todo aquello sabemos gracias a novelistas como Antonio Jiménez, Alberto Méndez o
Almudena Grandes que han inmortalizado en sus obras aquel tiempo, que debemos
conocer para evitar que se repita.
La obra de Antonio Jiménez, El morador Insomne, por la que recibió
el premio Felipe Trigo en 1988, ha sido
reeditada por Extravertida, antes Arma Poética, rescatando así, la historia de unos personajes atormentados,
que luchan en vano por cambiar su destino implacable de sufrimiento.
Personajes, que recuerdan los claroscuros de aquellos que pasearon por la
Regenta de Clarín, en un ambiente asfixiante como el de La Casa de Bernarda
Alba de Lorca, con relaciones que evocan a Macondo de García Márquez, recrean
los pasajes de esta novela en la que su protagonista representa a esa España
tirana y cainista.
Antonio Jiménez Casero que,
durante los dos últimos años nos ha embelesado con las novelas Medea murió en Corinto y No vuelvas Odiseo, ahora lo hace, de nuevo, con esta reedición de
su obra primera que, aunque muy diferente a las antes mencionadas, comparte con
ellas la pasión por los cantares de gesta. Si en Medea es el aedo Kión quien nos narra la historia y en No vuelvas Odiseo, la propia Penélope
nos cuenta la Odisea, enmendándole la
plana al mismísimo Homero, en El morador
Insomne es el pregonero Panarra y el propio autor quien nos descubre
lo absurdo de luchar contra el destino.
Como las parcas del mundo
antiguo que adivinaban a ver el futuro sin capacidad de intervención, el
relator omnisciente va desgranando poco a poco el meollo de la novela: la
intención del autor de mostrarnos un mundo sin redención, un laberinto de almas
rotas cuyas historias sirven de nexo para realizar un homenaje a los
desheredados y una hipérbole del dolor.
No hay salvación, como si el negro destino no lo permitiera, como si el drama
de las mismas historias fuera más fuerte que la voluntad del autor.
En un lugar imaginario, pero
que el autor describe perfectamente como su Extremadura natal y en un momento
de la historia de España que sin mencionarse nos traslada a los primeros años
de la guerra civil, el tiempo no es lineal, va y viene, se entrecorta como si
fuera todo y uno a la vez. Y en ese tiempo, en el que todo sucede al unísono,
también lo hacen pasajes del Nuevo Testamento. Pura Expósito como la Virgen
María recoge el cuerpo sin vida de su hijo y el mismo Diego Expósito como
Jesucristo, espera entre los olivos la llegada de la muerte.La antítesis de personajes como
hipérbole del maniqueísmo de aquella terrible España la simbolizan las almas de
Pura Expósito y Segundo Soria. De ella, el autor dirá: “la culpa principal era nacer
mujer, hermosa, pobre, armada de paciencia” y al segundo le otorgará el poder
de destrozar todo aquello que toque, al igual que el Rey Midas, pero en lugar
de convertirlo en oro, Segundo Soria lo maculará. Destruirá la inocencia de
Pura y la santidad de su propia esposa.En esta desgarradora obra,
Antonio Jiménez no puede evitar plasmar, una vez más, el sufrimiento, la
injusticia y el egoísmo que habita en el ser humano que, como un capricho de
los dioses, además no tiene redención.16 de julio de 2019
LA INVENCIÓN DE MOREL
Jorge Luis Borges dijo que la novela
“La invención de Morel” era perfecta y no debía estar
equivocado cuando ha sido considerada obra maestra e inspiración para cineastas
como Alain Resnais y dibujantes de comic como Miguel Angel Prado.
Escrita por Adolfo Bioy Casares
en 1940 y convertida ya en un clásico de la ciencia ficción argentina,
“La invención de Morel” es la obsesión por la inmortalidad y el juego de ser
Dios. Pero estas dos obsesiones no serán las únicas que concentren la trama de
la narración. El temor obsesivo del fugitivo, escondido en una isla abandonada
por el bulo de estar infectada de una enfermedad fatal y contagiosa, a ser
encontrado. La obsesión por la ciencia y los avances tecnológicos y el deseo
obsesivo a ser amado y el amor obsesivo e incondicional que lleva hasta la
propia muerte, también están presentes en esta obra angustiosa y original.Casares, pone su voz y su alma en la de
un náufrago sin nombre, huido de la justicia que deja pasar los días empleados
en la mera supervivencia que, sin embargo, van poco a poco descubriendo
detalles sorprendentes que darán un nuevo sentido a su existencia.Bioy Casares otorga a Morel la
capacidad de inventar la máquina que consigue la inmortalidad y pondrá en el pensamiento de su protagonista:
“tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de
la vida para no arriesgarla, darse por muerto para no morir” y con
estas palabras subraya el trasfondo de su obra en la que sus héroes y heroínas
mueren para vivir eternamente.
Casares expresará en boca de su personaje “creo que perdemos la inmortalidad
porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos
insisten en la primera idea, rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Sólo
había que buscar la conservación de lo que interesa, la conciencia”.
No obstante, además de la permanencia
del alma, es necesaria la repetición de los hechos para que la inmortalidad sea
posible. Así la reiteración constante como el tic-tac de un reloj retumba en el
devenir del personaje angustiado de interrogantes sin resolver y que, sin
embargo, le dan fuerza para afrontar cada día.
NO VUELVAS, ODISEO
“No vuelvas, Odiseo” es un poema
en prosa sobre la soledad, el despecho y el amor.
Su autor, Antonio Jiménez,
como en su anterior obra “Medea murió en Corinto” vuelve a recrear el mundo
clásico para reivindicar, una vez más, la injusticia que pesa sobre la mujer.
Así, esta prosa poética cuya
belleza sonora la hace exquisita e inolvidable aborda la soledad de Penélope,
apartada del mundo y presa en su casa, en el gineceo; el despecho, el enfado y
la resignación de tantas mujeres abandonadas por sus maridos entregados a “causas
mayores” y el amor nunca comprendido por los hombres y que Penélope descubre en
el otoño de su vida.
“No vuelvas, Odiseo” es un canto
feminista en el que a través de los pensamientos y, sobre todo, los sentimientos
de Penélope se va desgranando la epopeya de Homero. Es la historia de Ulises
narrada desde el corazón de una mujer, de Penélope, reina de Ítaca, abnegada y
resignada, como todas las mujeres de su tiempo y de todos los tiempos a ser esclava
de un destino que no ha elegido.
En el comienzo de la obra, el
autor, hace ya una sincera declaración de intenciones al reproducir un poema de
Safo y recordarnos que en el año 1073 todas las copias de los versos de esta poeta griega
fueron quemadas en Roma y Constantinopla por orden de la Iglesia Católica. Safo
escribió en el s. VII antes de nuestra era:
“Selene
se ha ido,
seguida de las Pléyades.
Ya es más de media
noche;
Las horas fluyen.
Yo estoy sola y velo.
Eros sacude mis entrañas
Como un viento abatiéndose
en el monte
sobre las encinas (…)”
Y Antonio Jiménez también nos
regala un poema de Claribel Alegría, poeta nicaragüense del siglo XX que
expresó:
“Cuatro muros me
encierran,
y animales domésticos,
y niños.
No importas tú.
Vivo un mundo que
tampoco me importa.
Otra vez interrumpes.
Voy a estallar (…)”
Estos versos de soledad y
desesperación son los versos que han acompañado siempre a la mujer, siempre a
la mujer de todos los tiempos y por ello el autor los destaca y pone en boca de
Penélope los que, sin duda, ella hubiera escrito:
“¡Ten
cuidado, Odiseo! Ya soy una extraña para ti. Veinte años entre cuatro paredes,
rehén de tu recuerdo y de tu honra, viviendo una vida que no me pertenece, me han
convertido en una mujer desconocida”.
Pero las historias que cuentan
los poetas, como expresa el autor “rara
vez hacen justicia a las mujeres griegas; ellas paren la patria, la amamantan y
la mantienen viva mientras los hombres se ocupan de sus guerras. (…) ¿Qué sería
de Grecia sin la entereza de sus mujeres? Grecia está sustentada sobre el
tesón de sus mujeres. Son las mujeres la patria verdadera (…)”
Y al hablar de la mujer griega,
Antonio Jiménez, habla de todas las mujeres. Aunque detalle la situación de
ausencia de libertad y sumisión al marido, en concreto de la mujer de clase
alta del mundo clásico, es extrapolable a la falta de libertad y sumisión de
todas las mujeres a lo largo de la historia. Como la renuncia a una vida propia
y no a la que esperaban los demás, la renuncia a ser quien se desea ser y no a
cumplir las expectativas de otros, la renuncia, en definitiva, a ser feliz.
“Odio a mi madre que me pario
mujer” piensa Penélope y nos cuenta como su padre Icario la convirtió en el
trofeo de sus locas apuestas: “Ahí tenéis
a mi hija Penélope, hermosa y virgen, sumisa y educada (…). Aquel que logre vencerme
en la carrera de carros, tendrá derecho a desgarrarle el himen; aquel que me
derrote en la carrera, podrá usar el vientre de mi hija para engendrar su
descendencia”.
Pero, “No vuelvas, Odiseo” no es
sólo un grito desgarrado de desesperación, es también un canto al amor sensual y
desinteresado. Un canto a la esperanza y una propuesta valiente de una mujer
que, cansada de una vida impuesta y de esperar, decide dejar de hacerlo
advirtiendo: “Ten cuidado, Odiseo, un
hombre que se queda a vivir en la leyenda puede vencer a lestrigones toscos y
violentos, pero perderá la batalla que libra el corazón de su familia contra el
despecho y el olvido que provoca su ausencia insoportable y duradera”.
“No vuelvas, Odiseo”, editada por Arma Poética nos embriaga de cultura clásica, de belleza y de pensamientos profundos a los que
ya nos tiene acostumbrados su autor.
31 de marzo de 2018
EL FUEGO INVISIBLE
Los premios Planeta siempre me merecieron gran respeto y en esta ocasión, además, una gran sorpresa, ya que el galardón del año 2017 se lo ha llevado Javier Sierra.La sorpresa no es porque considerara que este autor no estuviera a la altura de estos premios, sino, por su trayectoria literaria, tan dada a la heterodoxia que hubiera jurado en las antípodas de este premio.Javier Sierra es un gran divulgador y valiente merodeador de temas polémicos, asuntos esotéricos y misterios insondables, que podría etiquetarse en esa corriente literaria que se adentra en la cara oculta de la Historia, corriente habitualmente considerada de segunda fila que cuenta, sin embargo, con un gran número de lectores y lectoras.
“El fuego Invisible” hace honor, una vez más, a ese estilo tan propio del autor que lo hace inconfundible y lo sitúa en ese espacio pretendidamente elegido al que nos referíamos antes.
¿De dónde vienen las ideas? es el leitmotiv de la novela, tras el que los personajes iniciarían una búsqueda que les llevará de una pista a otra, a modo de Gymkana, hasta resolver el enigma de un modo inesperado.
Javier Sierra construye una interesante trama en torno al Grial y su relación con la España del medievo. Un thriller en el que nada, ni nadie es quien parece y en el que se va desgranando una original tesis con final sorprendente.
Es, así mismo, esta obra metaliteratura, una narración sobre narradores, un relato en el que el autor se pregunta por los motivos que llevan a escribir.
De Barcelona a Dublín y de aquí de nuevo a Barcelona y luego a Madrid, David el joven filólogo protagonista de la novela, que acaba de leer su tesis doctoral sobre Parménides, descubrirá secretos de familia que le llevarán a conocer la relación de su abuelo, famoso escritor, con Valle Inclán o los motivos que llevaron a su padre a abandonarlo cuando era un niño. Todo ello enmarañado en un mundo en el que el número ocho, las iglesias románicas de Aragón y sus crismones y el mito del Grial ocultan un saber peligroso que le llevará al límite de casi perder la vida.Indudablemente los tiempos cambian. Nadie hubiera imaginado que la Academia de Cine de Hollywood hubiera premiado con tantas figurillas una película de género como “La forma del agua” del mexicano Guillermo del Toro. Igualmente nadie hubiera apostado porque el jurado de los premios Planeta fuera a premiar una novela de intriga en la que el espiritismo, los visionarios y las fuerzas malignas de otros mundos pugnan por ocultar una verdad que finalmente resulta está al alcance de cualquiera. Y como en todos los relatos iniciaticos, en este viaje, nuestro protagonista conocerá que en el regreso a casa están las respuestas a todas las preguntas.
19 de Febrero de 2018
EL FUTURO ES FEMINISMO
“El futuro es femenino” es una compilación de cuentos en
los que la mujer es la protagonista de historias que a todas nos resultan
familiares porque, o las hemos vivido directamente, o nos podemos imaginar
perfectamente haberlas vivido.
En cada uno de estos relatos cortos, la niña, la joven
o la mujer adulta experimenta una vivencia significativa que pondría un
ladrillo más en el muro de la desigualdad a no ser por los finales alternativos
que proponen cada una de las historias.
Son anécdotas que se encuentran en el imaginario
colectivo femenino y que precisamente por ello se hace necesario torpedear con
propuestas atrevidas y valientes.
Las escritoras e ilustradoras Ana Santos,
María Hesse, Laura Agustí, Elena Pancorbo, Lady Desidia, Amaia Arrazola,
Naranjalidad y Agustina Guerrero han convertido este libro en un auténtico
regalo para las niñas y jóvenes de hoy y también para las niñas y jóvenes que
lo fueron ayer, al mostrarles que es posible otro mundo, al enseñarles que
tienen en sus manos la posibilidad de cambiar un futuro pretendidamente escrito
en masculino.
Esta pequeña obra se convierte en una gran obra porque
visibiliza situaciones que no por rutinarias deben ser aceptadas. Porque
destaca momentos de la infancia, la juventud y la madurez en los que nos
hicieron sentirnos mal por ser mujer y que, sin embargo, pudieron
tener finales distintos, y sobre todo es una gran obra porque
reivindica un futuro en femenino de libertad e igualdad.
17 de enero de 2018
LAS TRES ESPIRALES
“Las Tres Espirales” de Jean
Markale es la lectura que todos los años, entre octubre y noviembre, releo porque
me transporta a la espiritualidad celta tan presente en otoño, ya que cada 31 de Octubre recordamos en familia
la celebración de esa festividad que para ellos era la más importante: Samhain:
“momento en el que el tiempo era abolido
y la noche equivalía a la eternidad”.Markale en esta obra de 1996 realiza
una aproximación a la espiritualidad del pueblo celta y nos invita a observar todo el
sustrato que ha dejado en nuestra cultura, a pesar de haber carecido de tradición
escrita. Lo que de él nos ha llegado ha sido a través de los escritos de
autores romanos como el historiador Plinio el Viejo, Julio Cesar o a través de
los monjes cristianos altomedievales, algunos de ellos antes druidas.
Los celtas creían que la
escritura era la muerte de la memoria y que sólo con la cultura oral, ésta se
mantendría viva. Por eso los “civilizadores
romanos” como los define Markale, cortarían la lengua a todos los druidas,
portadores del conocimiento y de la memoria ancestral de ese pueblo que ocupaba
la mayor parte del territorio europeo, pretendiendo silenciarlo así para
siempre.
Pero la fuerza de su
espiritualidad ha perdurado y llegado hasta nuestros días en forma de cuentos
populares, mitos e incluso rituales religiosos.
La recolección del muérdago por
druidas como símbolo de sustraer del árbol sagrado el alma de la divinidad se
tornó en la comunión cristiana y la búsqueda del huevo de la serpiente en el mito
medieval del Grial. Pero de todos los símbolos, la espiral es la base de la especulación metafísica celta. La espiral, tomada
de los antiguos constructores de megalitos
y convertida en triple (triskel en bretón) para dotarla del misticismo
de la tríada que luego adaptarían los cristianos en su idea de la Trinidad.
Este ensayo, concebido como un
texto de pensamientos profundos y complejos que llevan de una a otra propuesta sin
que apenas nos demos cuenta, nos descubre un pueblo que no cree en el pecado,
en el sentido judeocristiano del término, sino en el error o la falta y por lo
tanto ésta no es consecuencia de la transgresión de una norma, sino de la
debilidad del ser humano.
Como expresa Markale: “la andadura espiritual de los celtas es una
mística en la medida en que consiste en que el ser humano se integre a la
totalidad de la Vida que se manifiesta en una naturaleza salvaje, es decir,
cubierta de bosques, y ello en una comunión íntima con las fuerzas invisibles
que circulan por el universo, análogas a esos vientos que llegan desde lo más
lejano del horizonte, cargados de efluvios cuya naturaleza se ignora pero que
trasciende la mirada y permiten descubrir paisajes insospechados”.
Jean Markale (1928-2008)
escritor francés apasionado por la cultura celta, desde su infancia, logra en este ensayo despertar la atención
del lector por un pueblo prácticamente desconocido y que sin embargo puso los
cimientos de nuestra civilización, aunque llegaran después romanos y godos que,
con sus percepciones particulares del mundo, intentaron hacerlo desaparecer pero no lo lograron. El poso de este pueblo espiritual, apegado a
la tierra y que otorgó a la mujer igualdad e importancia como ninguno, sigue formando parte de nuestro presente y de
nuestro imaginario colectivo.
Markale escribe de sí mismo: “he tenido dos maestros de pensamiento. Uno
fue un sacerdote católico, el padre Henri Gillard (1901-1979), rector de
Trehorenteuc de 1942 a 1962, mi iniciador en Broceliande; el otro fue el
llamado papa del surrealismo, André Bretón (1896-1966), agnóstico feroz que sin
embargo buscaba el “Oro del Tiempo”. Extraño patrocinio, en verdad, que, sin
duda explica por qué he rechazado toda noción de dualismo para precipitarme en
el bosque en busca del claro sagrado, siguiendo las tres espirales que había en
mí”.
Esta pequeña obra, porque es
breve, pero grande por la complejidad de lo que trata, finaliza con un hermoso
texto que no puedo evitar transcribir y releer una y otra vez:
“En algún lugar del bosque de Broceliande, en un claro donde mana una
fuente, junto a una roca junto a los pies de un roble, la sombra de Merlín
merodea sin cesar y, al anochecer, cuando los pájaros enmudecen, en el cielo
que se torna rojo entre las ramas, no es raro ver al Sol estallar en Tres Espirales de fuego sobre un
mundo dispuesto a zozobrar al otro lado del horizonte”.
7 de Noviembre de 2017
EL FARO DE ALEJANDRÍA
El Faro de Alejandría, obra
de la norteamericana Gilliam M. Bradshaw es una novela de aventuras en la que
su lectura se hace apasionante e inagotable. Es la historia de Caris, joven
romana de familia rica de Éfeso que a los 17 años decide huir de un matrimonio
pactado que la alejaría de su único sueño, estudiar medicina y ejercer “el arte de curar”.
Ambientada en la antigüedad
clásica, siglo IV d.C. la obra de Bradshaw, es una loa a la libertad, a la igualdad de género
y al mérito por no cejar en
perseguir lo que uno quiere más allá de lo que la vida tenga destinado.
Caris tendrá que sufrir todo
tipo de vicisitudes haciéndose pasar por eunuco para poder ser admitida como
estudiante de medicina en Alejandría y, superar dificultades en las que se verá
inmersa por anteponer a todo sus principios hipocráticos, arriesgando incluso su
propia vida.
A pesar de narrar momentos
de la historia antigua protagonizados por hombres, la guerra o las ambiciones
políticas y religiosas, en la novela se percibe que tras la protagonista
escribe una mujer sensibilizada con las injusticias que el patriarcado machista
ha ejercido sobre las mujeres de todos los tiempos.
Por eso, El faro de
Alejandría es una oportunidad de acercarnos al imperio romano en plena
decadencia y de conocer cómo y porqué los godos se fueron introduciendo en ese
imperio, primero para sobrevivir y luego para lograr la supremacía de una Roma
que los infravaloró. Pero su lectura es también la ocasión de cambiarnos de
piel, de imaginarnos en la de una mujer con un solo propósito, dispuesta a sacrificar
la seguridad de una familia acomodada por sentirse verdaderamente libre y poder
hacer lo que desea aunque sea bajo la apariencia de un hombre renunciando a su
auténtica identidad.
Así Gilliam M. Bradshaw pone
de relieve la inquietud y lucha feminista que en silencio acompañaría a tantas
mujeres oprimidas y ocultadas a lo largo de la historia y que, con obras como ésta,
se rescata del olvido.
25 de septiembre de 2017
EL SUEÑO DE HIPATIA
“A los que buscaron la
verdad y lucharon para que nos alumbrase” son las primeras palabras con las que, a modo
de dedicatoria, José Calvo Poyato, inicia su novela “El sueño de Hipatia”,
sintetizando en estas dos frases todo el propósito de la obra.
“El sueño de Hipatia” es un homenaje a la búsqueda del
saber, a la ciencia, al progreso y sobre todo a una mujer silenciada y ocultada
precisamente por defender el conocimiento y además ser mujer.José Calvo Poyato, profesor de historia, especializado en el
barroco, opta en esta ocasión por embarcarse en una aventura fechada en el
mundo antiguo.En el s.IV, entre el alba del cristianismo y el crepúsculo
de la época clásica, la historia que nos cuenta la novela transcurre en un
marco en el que se enfrentan dos concepciones del mundo: aquella en la que el
pensamiento único tiene y debe imperar, representado por el cristianismo
incipiente y, el pensamiento libre, heterogéneo y tolerante de un mundo clásico
en declive, en crisis y de cuyas debilidades se aprovechará ese movimiento religioso
que aspira a imponerse.
“Nadie debe ser condenado por sus ideas” expresa Hipatia,
última científica del mundo antiguo que vinculó su vida a las tradiciones y
costumbres de sus antepasados, que se enfrentó al poder de los patriarcas de
Alejandría, fanáticos que se empeñaron y consiguieron acabar con las formas de
vida del mundo clásico.
Por ello, sobre Hipatia, símbolo de la resistencia contra el
poder y el integrismo eclesiástico, “cayó un manto de silencio” escribe Calvo
Poyato.
Hipatia se convirtió en una amenaza porque representaba la
rebeldía de una mujer entregada a la ciencia y al progreso en una época en la
que la semilla del fanatismo religioso comenzaba a crecer.
Escribo esta reseña cuando se cumple una semana del atentado
yihadista de Barcelona y no puedo evitar pensar cómo, a pesar del paso de los
siglos, el radicalismo religioso continúa provocando estragos, hoy en nombre de
Alá, ayer en nombre de Cristo.
La quema de la biblioteca de Alejandría, uno de los episodios
más desgarradores de la novela, junto con la tortura a la que sometieron a
Hipatia aquellos fanáticos, simboliza el auténtico horror del integrismo.
Calvo Poyato cuenta que los cristianos destruyeron todos los
escritos, todo el saber que albergaba la biblioteca porque no coincidían con su
pensamiento. “Quemar aquellas ideas era
una forma de quemar a quienes las escribieron”, expresa el autor.
“En aquella gigantesca
pira se estaba consumiendo a toda velocidad la constancia, el tesón y el
sacrificio de miles de personas que, con su trabajo, habían procurado
arrancarle sus secretos a la naturaleza, hacer más llevadero el esfuerzo de la
humanidad o propiciar alivio y consuelo a los enfermos y afligidos. De la mayor
parte de las obras que estaban ardiendo ni siquiera se guarda memoria de su
título”.
La biblioteca de Alejandría acogía todo el conocimiento de
la antigüedad. El progreso de la humanidad hubiera sido más ágil de haber
contado con todos aquellos avances en medicina, matemáticas, astronomía,
física. Y por eso se convirtió en el objetivo de una secta religiosa, al igual
que en estos días, los espacios abiertos de convivencia internacional,
intercultural, interracial como Barcelona son también objetivos a destruir
junto a los infieles que en ellos habitan.
No es casual que escriba estas líneas, como no es casual que
la historia se repita. Son las constantes vitales de una humanidad que no
aprende de sus errores. Por eso es tan importante que interpretemos estos
momentos como advertencias, señales de alarma que nos avisan del peligro de los
que atraídos por cantos de sirena se precipitan a los acantilados, abarrotados
de personas, llevando consigo cinturones de bombas y textos del Corán.
Es por ello que lecturas como las de la novela “El sueño de
Hipatia” se hacen imprescindibles, por lo que cuentan, por cómo lo cuentan y,
sobre todo, porque su trasfondo es lo que cuenta.24 de Agosto de 2017
SOCIALISMO EN TIEMPOS DIFÍCILES
“Socialismo
en tiempos difíciles” de Juan Antonio Molina es una selección
de artículos breves pero intensos de contenido, en los que el
autor, periodista y escritor, da su visión sobre el socialismo que
fue, es y debería ser en España.
Con
prólogo de Antonio Miguel Carmona y epílogo de Odón Elorza, Molina
analiza en cada uno de ellos diferentes aspectos de la política y la
economía actual que han llevado a la deriva a la clase trabajadora
en los últimos años y a España a una crisis que va más allá de
lo económico, adentrandose en todos los rincones de la sociedad.
Estos
artículos publicados a lo largo del año 2012 en los diarios Nueva
Tribuna, Diario Progresista, El Correo de Andalucía, Vanguardia de
Sevilla y en la Latin News Agency, destacan el valor del socialismo
como instrumento para lograr la igualdad social y la justicia y
detallan las dificultades que en el mundo de voraz capitalismo en el
que nos encontramos, los poderes e intereses fácticos se empeñan en
crear. Así Juan Antonio Molina expresa que “la verdadera
política es el arte de lo imposible, cambiar los parámetros de lo
que se considera posible en el contexto de un pensamiento conservador
y excluyente”.
También
se hace referencia de modo recurrente en ellos a la “modélica”
Transición, que con la perspectiva de los años se puede afirmar que
ni fue modélica ni permitió una auténtica y sincera Transición.
Sobre ella el autor dice que nuestra democracia está anclada en los
condicionamientos de una transición desde la dictadura que dejó
intactos muchos poderes financieros y sociales y apenas consolidada
en la extensión de los derechos ciudadanos y el funcionamiento de
las instituciones del Estado (…) La transición española supuso
para las fuerzas de oposición al franquismo un ejercicio de renuncia
que bajo el concepto de consenso representó en el caso de los
partidos de izquierda el abandono de importantes jirones ideológicos
(…)
Los
artículos están llenos de citas de autores clásicos, antiguos y
contemporáneos que dan a su lectura un valor añadido. Así menciona
a Séneca para recordar sus palabras en relación a que lo que las
leyes no prohiben puede prohibirlo la honestidad y Marcuse, Montalbe,
Mallet, Camus, Bobbio, Adorno, Toynbee, Ortega y Gasset, entre otros,
son los pensadores cuyas ideas conforman parte del esqueleto de los
textos.
Y
sobre todo son artículos que se preocupan por definir qué significa
ser de izquierda. Para ello resalta las palabra del sociólogo Bauman
en relación a que la comunidad tiene el deber de asegurar a
cualquiera de sus miembros frente a un infortunio individual y a que
la calidad de la sociedad debería medirse no en función del
bienestar medio de sus miembros sino del de sus partes más débiles. También
cita a Concepción Arenal en referencia a su pregunta sobre si los
pobres serían lo que son si nosotros fuéramos lo que debiéramos ser.
Valiente
y certero en sus análisis, Juan Antonio Molina incluso se atreve a
soñar que un día el miedo cambiase de bando y en un ejemplar
ejercio de durísima crítica hacia el viraje de la izquierda expresa “el destierro del pensamiento y
la ideología del socialismo democrático le aleja de sus
aspiraciones identitarias que fueron y deberían ser la implantación
de un nuevo tipo de relaciones entre los hombres, un nuevo orden de
prioridades, un nuevo modelo de vida y de cultura (…) Durante
demasiado tiempo la izquierda ha sido en nuestro país no un proyecto
de cambio sino un proceso de adaptación, actuando en un ámbito que
niega el modelo de sociedad que propugna”.
No
es casual que en estos días releyera alguno de estos artículos que,
con los últimos cambios en la dirección del PSOE, cobra del todo
relevancia su lectura, análisis y comentario.
Para
concluir esta reseña he querido transcribir el último párrafo del
artículo titulado “La política como tarea moral” que sintetiza
en unas pocas líneas la intención y el propósito del autor al
aunar en este libro estos artículos:
“Ante
el irracionalismo de la racionalidad del mercado, que sólo ve al
hombre como un precipitado de la economía, es necesario clamar por
la resurrección de las ideologías, pues en momentos como éste su
tarea no sería exclusivamente política, sino también moral”.
15 de Agosto 2017
EL LABERINTO DE LOS ESPÍRITUS
“Tienes que contar la verdad”, son las palabras que Daniel Sempere sueña e imagina que le dice su madre muerta. Y en torno a la verdad o, más bien, a la falta de ella, gira la última obra de Carlos Ruiz Zafón en la que su voraz intriga hará que el interés por su lectura sea inagotable a pesar de sus 925 páginas. El Laberinto de los Espíritus de 2016 es la novela que cierra la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados con la que Zafón nos embaucó y arrastró hasta su universo en el que, en una Barcelona mágica y atraídos por unos personajes indiscutiblemente bien creados, nos vemos inmersos en una intriga en la que nada, ni nadie, es como parece.
“En este mundo la verdad solo hace daño y Dios ama y ayuda a quien miente” expresa el autor en otra ocasión y en boca de Lorena la archivera pone el ruego al periodista Sergio Vilajuana para que cuente la verdad: “Hágalo por sus hijos. Cuente la verdad por ellos. Cuando pueda y como pueda. Pero no nos deje morir. Ya somos muchos. Alguien tiene que prestarnos la voz”.
Es la búsqueda de la verdad y la búsqueda de uno mismo. Y, en ese laberinto de historias, la búsqueda que nos hace iniciar el camino concluye como las leyendas de héroes, con el regreso a casa y con el descubrimiento de que el tesoro estaba allí.
La novela es como una matrioska rusa, en la que los personajes y sus historias se entrelazan provocando en el lector lágrimas e impotencia ante una realidad que ocurrió, no hace tanto tiempo, a nuestros abuelos, supervivientes de una guerra civil y de una represión encarnizada, silenciada por imposición y casi olvidada.
“El pasado no desaparece por mucho que se esfuercen los necios en olvidarlo y los embaucadores en falsificarlo para venderlo otra vez como si fuera nuevo”, expresa Zafón y por ello enmarca su narración en la España de postguerra, dominada por un régimen y un Estado corrupto que represalió a una sociedad indefensa y desamparada y, en la que las instituciones, por robar, robaban hasta niños y niñas a cuyos padres asesinaban en las cárceles o dejaban morir de hambre en las calles o en los manicomios.
Pero, El Laberinto de los Espíritus es también una historia de escritores, sobre escritores y libros olvidados, malditos y por escribir. Todo gira en torno a los libros, a la pasión por leer y escribir, por conocer y contar.
Es un rompecabezas, cuya imagen se desgrana poco a poco gracias a la aparición de personajes secundarios que van aportando nuevas piezas a ese gran puzzle que, a medida que avanza la narración, se va haciendo más difícil. Las historias de unos y otros van construyendo la línea principal que finalmente resultará no ser ni la única ni la más importante.
Entre los personajes principales destacan los femeninos (Isabella, Alicia, Bea e incluso Lorena la archivera) a los que el autor dota de valentía, fortaleza y amor desorbitado y en el contexto histórico en el que se desenvuelven expresa: “El nivel de barbarie de una sociedad se mide por la distancia que intenta poner entre las mujeres y los libros”.
Y junto a los personajes masculinos, tienen como denominador común la rotura de sus almas e incluso de sus cuerpos. Son personajes rotos por el dolor de las heridas producidas o por la guerra o por la represión. Heridas cicatrizadas con el falso bálsamo del silencio.
El Laberinto de los Espíritus es un bucle de intrigas en el que como colofón se invita a pensar en los multiversos de la física cuántica, en la que todo puede estar ocurriendo a la vez. Zafón escribe: “Los libros no tienen ni comienzo ni fin, sólo puertas de entradas” y en una de estas puertas se encuentra la respuesta a todas las preguntas.
25 de Julio 2017
EL PRISIONERO DEL CIELO
Carlos Ruiz Zafón continúa la saga de “El cementerio de los libros olvidados” con la obra “El prisionero del cielo” en la que se
nos desvelan secretos de familia de Daniel Sempere en los que gravita la propia
historia de Fermín Romero de Torres.
Si en “La sombra del
viento” y en el “Juego del Ángel”,
Zafón nos atrapaba en su universo sombrío, doloroso y sin embargo bello, en “El
prisionero del cielo” consigue, una vez más, hacernos caer en su trampa de la
que sólo se puede escapar continuando la lectura en “El laberinto de los
espíritus”, la última entrega de esta fabulosa saga.
En “El prisionero del
cielo” la guerra civil española está
presente tras las historias de los prisioneros del
bando republicano encerrados en el calabozo del castillo de Monjuic. Así, la
Barcelona eterna de Zafón, sus brumas y el mar serán también testigos
silenciosos y protagonistas de la historia que nos narra.
La tortura física siempre presente con el personaje de Javier
Fumero, da paso en esta ocasión a la tortura psicológica, emocional y
especialmente intelectual, al ordenarse la quema de toda la obra literaria de
David Martín y al obligársele a escribir para otro a fuerza de golpes y
humillación.
Los personajes de ficción de Zafón podrían igualmente haber
sido reales y, sus desgarradas historias como la de tantos otros héroes, silenciadas
por el olvido impuesto en esta España sin sentido, sin lógica y sin justicia.
Pero el autor quiere que conozcamos lo que les ocurrió en
aquella Barcelona de guerra y posguerra y, aunque forma parte de su imaginario,
podríamos imaginar que aquello ocurrió en verdad.
Fermín Romero de Torres, cobra, por fin, su merecido papel
protagonista y será quien nos guíe por su pasado, unido inevitablemente al de
Daniel Sempere. Su apabullante personalidad de tragicomedia, su admirable y sensato pensamiento y sus
profundas convicciones permiten al autor otorgarle las mejores parrafadas con
las que irremediablemente el lector se identifica.
Según expresa el
propio autor, El prisionero del cielo "es el lugar donde el concepto de
las cuatro novelas interconectadas finalmente se hace evidente, y todo lo que
el lector descubre en sus páginas le permite reinterpretar los dos libros
anteriores".
El
prisionero del cielo es la tercera parte de una saga que termina en El
laberinto de los espíritus que, como colofón, el autor regala al mundo de
la literatura con la certeza de que nunca estará maldito ni formará parte del
cementerio de los libros olvidados.
4 de Junio 2017
LOS IDUS DE OCTUBRE
Hoy, idus de junio, escribir la reseña de una obra, concebida para ejercer
influencia ante un acontecimiento puntual en la historia del PSOE, cuando éste
ya ha pasado, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Uno de los inconvenientes es que, desde esta reseña ya es
imposible sumar avales y votos para el candidato que lideraba el proyecto que,
en esta obra se describe, porque las
primarias a las que dirigía su foco ya han tenido lugar.
No obstante, se ofrece como ventaja que, conociendo el resultado
de las mencionadas primarias, este proyecto cobra visos de ponerse en práctica,
por lo que se hace ahora, si cabe, más importante, su conocimiento para seguir
incorporando apoyos y lograr que se haga realidad.
Los Idus para los romanos eran fechas de buenas noticias y
coincidían con los días 13 de cada mes, a excepción de marzo, mayo, junio y
octubre que se celebraban los días 15. De todos ellos destacaba el idus de
marzo por estar dedicado al dios de la guerra, Marte. Y quiso la Historia gastarle
una broma a Julio Cesar haciendo coincidir su asesinato con los idus de marzo.
Este guiño histórico que José Borrel utiliza para dar título a
su libro, se vuelve a su favor porque, a diferencia de Cesar, Pedro Sánchez,
también muerto en su propio idus de octubre (que no fue el 15 sino el 1) renace
de sus propias cenizas, concediendo a la conmemoración, de nuevo, el rango de
portadora de buenas noticias.
José Borrell, en un ejercicio de vertiginosa habilidad, escribe
en pocos meses la crónica de una muerte anunciada, analizando sus pormenores y,
sobre todo, explicando la necesidad de la resurrección.
Tras realizar una valiosa autocrítica sobre el cómo y el por qué
se ha llegado al momento presente, desgrana las líneas maestras del proyecto
que lidera Pedro Sánchez y con el que se pretende recuperar la confianza del
electorado, perdida tras el abandono de las políticas socialdemócratas y la
invasión del neoliberalismo al que no se le puso ni una mínima traba.
Los asuntos capitales sobre los que asienta el armazón de este
proyecto de renovación son: recuperar la relevancia que la participación de la
militancia tuvo en el pasado del PSOE, considerar que las alianzas progresistas
son el camino para lograr cambios en las políticas económicas, rescatar la
socialdemocracia y reinstaurar
los principios y valores socialistas combatiendo el paradigma neoliberal
dominante, defender el federalismo con sus premisas de cooperación,
colaboración y solidaridad como se define en la Declaración de Granada y lograr
que las políticas económicas sean una
herramienta de transformación del modelo productivo.
José
Borrell, ex ministro socialista con Felipe González y presidente del Parlamento
Europeo desde 2004 a 2007 expresa en esta obra: “Confiemos en la resiliencia de la socialdemocracia que se ha
reinventado muchas veces como fuerza que lucha por la cohesión social y contra
la tendencia hacia una mayor desigualdad generada por el capitalismo. La
socialdemocracia en el s. XX ha triunfado cuando ha sido audaz, cuando ha sido
capaz de pensar en un futuro que no existe pero que se desea y necesita”.
Y
para ello, destaca los retos a los que se enfrenta el PSOE concentrados en un
reforzamiento de los principios y valores básicos de la socialdemocracia:
igualdad, libertad y solidaridad ampliándolos en tres ámbitos: la necesaria
sostenibilidad ecológica, imprescindible para garantizar un progreso justo y
seguro para las generaciones presentes y venideras; la erradicación definitiva
de la sociedad patriarcal que permita la igualdad de género y, la recuperación
de la democracia para garantizar la justicia social. Todo ello aumentando la
participación y el debate ciudadano.
Así,
Borrell hace de su obra “Los Idus de Octubre” una lectura imprescindible, al
convertirla en herramienta de reflexión, análisis y descripción de propuestas
concretas con las que se puede cambiar el futuro inmediato de España.
25 de Mayo 2017
MEDEA MURIÓ EN CORINTO
El patriarcado ha dado más valor a la
muerte que a la vida y ese ha sido uno de los parámetros que ha posicionado de
un modo jerárquicamente superior al hombre frente a la mujer. Porque los
hombres eran los que iban a las guerras, mientras las mujeres se quedaban
pariendo.
Sin embargo, la muerte siempre ha
acompañado a la vida en el momento del parto, hasta hace dos siglos, al menos en
los países más avanzados. Y esa paradójica vinculación permanece en el inconsciente
colectivo femenino.
Sobre el embarazo aleteaba la sombra del
peligro que, a menudo, acechaba próximo a su final y en el que auguraba
reconfortante la presencia, ayuda e intervención femenina. No es casual que
fueran mujeres las matronas, como tampoco que el patriarcado les arrebatase ese
oficio con la llegada de la obstetricia en el siglo XIX ocupada por hombres.
El mismo siglo al que alcanzó en España
la persecución de brujas, ya que Fernando VII derogó la abolición de la
Inquisición que había decretado Napoleón Bonaparte primero y las Cortes de
Cádiz después.
Y es en esta época de retroceso que
vivió España en la que transcurre la novela Piel de Cordero. Y es sobre
la maternidad, la exclusividad femenina de dar vida y la violencia sexual
patriarcal, sobre la que giran las dos historias que la conforman.
La novela que las vincula con una
diferencia de dos siglos nos lleva a una Galicia rural que parece pertenecer al
medievo, pero que la situamos en el siglo XIX con la mención de la “histeria”.
La segunda parte de la obra, transcurrirá en el momento presente y no será
hasta el final cuando la historia de la bruja de Merlo se anude con la de la
joven Lola, atribulada por una relación sentimental de la que es incapaz de
librarse.
“Marina presentía que se iba a morir.
Sucedería mientras le extirpaban de dentro la criatura que estaba condenada a parir”
son las primeras frases de esta novela en la que la maternidad en todas sus
facetas: deseada, violentada, temida o arrebatada, será el hilo conductor de su
narración ágil, inteligente y hermosa y del universo de claroscuros en los que
los prejuicios, las mezquindades y la ignorancia hacen presa a la sociedad y
mella en las mujeres.
Su autora, la escritora gallega Ledicia
Costas, en esta su tercera novela que acaba de publicar, hace un comprometido y
sincero homenaje a las brujas, a las mujeres que fueron asesinadas por brujas y
a las mujeres de todos los tiempos condenadas por nuestra sexualidad en su
exceso o defecto y porque de nuestro sexo nace la vida.
17 de julio de 2024
eLABERINTO
ARS MÁGICA
El amor y la amistad incondicional de una mujer, el horror de un mundo de intolerancia y superchería y la pérdida de la fe, son las líneas maestras de esta obra próxima en su universo a Los Pilares de la Tierra de Ken Follet y a El Nombre de la Rosa de Umberto Eco. Incluso, la duda dogmática de San Manuel Bueno Mártir de Unamuno y de Fermín de Pas en La Regenta de Clarín, sobrevuelan sobre el personaje central de la historia, un inquisidor español que amó en silencio a la reina Margarita de Austria.
Por fortuna, mi generación ha estado exenta del horror de la guerra y la postguerra española, en la que los señoritos pavoneaban su poder y soberbia sobre la pobreza y servidumbre obligada de aquellos que aprendieron, desde la cuna, que la sumisión era su único destino. Por fortuna, de todo aquello sabemos gracias a novelistas como Antonio Jiménez, Alberto Méndez o Almudena Grandes que han inmortalizado en sus obras aquel tiempo, que debemos conocer para evitar que se repita.
Como las parcas del mundo antiguo que adivinaban a ver el futuro sin capacidad de intervención, el relator omnisciente va desgranando poco a poco el meollo de la novela: la intención del autor de mostrarnos un mundo sin redención, un laberinto de almas rotas cuyas historias sirven de nexo para realizar un homenaje a los desheredados y una hipérbole del dolor. No hay salvación, como si el negro destino no lo permitiera, como si el drama de las mismas historias fuera más fuerte que la voluntad del autor.
Jorge Luis Borges dijo que la novela “La invención de Morel” era perfecta y no debía estar equivocado cuando ha sido considerada obra maestra e inspiración para cineastas como Alain Resnais y dibujantes de comic como Miguel Angel Prado.
7 de Noviembre de 2017
EL FARO DE ALEJANDRÍA
25 de septiembre de 2017
EL LABERINTO DE LOS ESPÍRITUS
Es la búsqueda de la verdad y la búsqueda de uno mismo. Y, en ese laberinto de historias, la búsqueda que nos hace iniciar el camino concluye como las leyendas de héroes, con el regreso a casa y con el descubrimiento de que el tesoro estaba allí.
La novela es como una matrioska rusa, en la que los personajes y sus historias se entrelazan provocando en el lector lágrimas e impotencia ante una realidad que ocurrió, no hace tanto tiempo, a nuestros abuelos, supervivientes de una guerra civil y de una represión encarnizada, silenciada por imposición y casi olvidada.
“El pasado no desaparece por mucho que se esfuercen los necios en olvidarlo y los embaucadores en falsificarlo para venderlo otra vez como si fuera nuevo”, expresa Zafón y por ello enmarca su narración en la España de postguerra, dominada por un régimen y un Estado corrupto que represalió a una sociedad indefensa y desamparada y, en la que las instituciones, por robar, robaban hasta niños y niñas a cuyos padres asesinaban en las cárceles o dejaban morir de hambre en las calles o en los manicomios.
Pero, El Laberinto de los Espíritus es también una historia de escritores, sobre escritores y libros olvidados, malditos y por escribir. Todo gira en torno a los libros, a la pasión por leer y escribir, por conocer y contar.
Es un rompecabezas, cuya imagen se desgrana poco a poco gracias a la aparición de personajes secundarios que van aportando nuevas piezas a ese gran puzzle que, a medida que avanza la narración, se va haciendo más difícil. Las historias de unos y otros van construyendo la línea principal que finalmente resultará no ser ni la única ni la más importante.
Entre los personajes principales destacan los femeninos (Isabella, Alicia, Bea e incluso Lorena la archivera) a los que el autor dota de valentía, fortaleza y amor desorbitado y en el contexto histórico en el que se desenvuelven expresa: “El nivel de barbarie de una sociedad se mide por la distancia que intenta poner entre las mujeres y los libros”.
Y junto a los personajes masculinos, tienen como denominador común la rotura de sus almas e incluso de sus cuerpos. Son personajes rotos por el dolor de las heridas producidas o por la guerra o por la represión. Heridas cicatrizadas con el falso bálsamo del silencio.
El Laberinto de los Espíritus es un bucle de intrigas en el que como colofón se invita a pensar en los multiversos de la física cuántica, en la que todo puede estar ocurriendo a la vez. Zafón escribe: “Los libros no tienen ni comienzo ni fin, sólo puertas de entradas” y en una de estas puertas se encuentra la respuesta a todas las preguntas.
25 de Julio 2017
EL PRISIONERO DEL CIELO
4 de Junio 2017
LOS IDUS DE OCTUBRE
25 de Mayo 2017
MEDEA MURIÓ EN CORINTO
“Aedo mentiroso” son las palabras que aun retumban en mi memoria y que no dejan de martillearme el alma aún después de haber terminado la lectura de esta hermosa obra poética.
La novela “Medea murió en Corinto” editada por Chiado Books, es la reinvención de un mito, un canto feminista y matriarcal, que incluso otorga a la madre la valentía de enfrentarse a los dioses y al destino que le tenían asignado a su hijo Kión, venciendo, precisamente gracias a la palabra, a la fábula.
HOMBRES BUENOS
Así, bajo el título “Hombres buenos”, el autor bien ha podido referirse no sólo a los dos protagonistas, sino también, a los antihéroes representados por el revolucionario exiliado español Bringas o el villano Raposo, porque cada uno en su mundo, albergaba el mismo respeto y admiración por el conocimiento, la cultura y la libertad.
Comentarios
Publicar un comentario