Samain

 

Los días comienzan a tornarse ocres y las noches refrescan advirtiendo de la llegada del frio.


El eterno bucle de las estaciones nos atrapa en la certeza de un tiempo circular en el que habitamos deshojando la existencia.


Esta noche ocurrirá, por toda la eternidad, la celebración del día más importante del año para el pueblo celta, aquellos nuestros antepasados que habitaron parte de las tierras que luego se convertirían en Andalucía y Extremadura, además de las del norte de España.


El instante en el que la noche del 31 de octubre muere para ver nacer el 1 de noviembre es el mágico soplo que agita el frágil velo que separa los mundos que conocemos sin comprender.


Vivos y difuntos se acarician en un baile inmortal, desconocido pero que anhelamos atrapar, bajo estrellas en el firmamento, vaho en nuestros labios y abrigo en nuestra piel.


Samain llega y Samain marchará, dejando en nuestro recuerdo el color naranja de la calabaza, el olor a leña quemada, el calor del fuego del hogar, la música inmersiva y el cálido abrazo de la amistad.

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